Y habiendo dado algunos pasos, se postró sobre su rostro, e hizo oración y dijo: "Padre mío, si es posible pase de mí este cáliz. Mas no como yo quiero, sino como Tú". Y vino a sus discípulos y los halló dormidos, y dijo a Pedro: "¿Así no habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para que no entréis en tentación. El espíritu, en verdad, pronto está, mas la carne enferma". Se fue de nuevo segunda vez, y oró diciendo: "Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, hágase Tu voluntad". Y vino otra vez y los halló dormidos; porque estaban cargados los ojos de ellos. Y los dejó, y de nuevo fue a orar tercera vez, diciendo las mismas palabras. (vv. 39-44)
Orígenes, in Matthaeum, 35
A San Pedro, el de su mayor confianza, y a los otros los lleva consigo el Seńor, para que le vean postrado en tierra y orando, con el fin de que aprendan, que de sí no pueden salir cosas grandes, sino humildes; y que no deben ser ligeros para ofrecer, sino solícitos para orar. Por esto dice: "Y habiendo dado algunos pasos". Porque no quería separarse mucho de ellos, sino orar cerca de ellos, y el que había dicho: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón" ( Mt 11,29), humillándose a sí mismo laudablemente, cayó sobre su rostro. Por esto sigue: "Se postró sobre su rostro, e hizo oración y dijo: Padre mío, si es posible pase de mi este cáliz". Y manifestando en su oración la devoción correspondiente, como quien es amado, y a la vez quiere acomodarse a las disposiciones del Padre, ańade: "Mas no como yo quiero, sino como tú", enseńándonos a orar, que no pidamos que se cumpla nuestra voluntad, sino la de Dios. Y según comienza a temer y a entristecerse, así ruega que pase de El aquel cáliz, y no como El quiere sino como quiera su Padre. Esto es, no según su esencia divina e impasible, sino según la naturaleza humana y débil. Porque al tomar nuestra carne, asumió todas sus propiedades, para que no se juzgase que había tenido fantásticamente nuestra carne, sino real y verdaderamente. Es propio del hombre fiel no querer al principio sufrir dolor alguno, especialmente aquél que lleva hasta la muerte, porque es hombre carnal; pero si es el plan de Dios, lo asume, pues es fiel. Así como no debemos confiar demasiado, para que no parezca que ensalzamos nuestro propio poder, así tampoco debemos desconfiar, para no valorar de impotente la ayuda que Dios nos presta. Y debe advertirse, que San Marcos y San Lucas escribieron esto del mismo modo. Pero San Juan omite la circunstancia de que Jesús ruega que pase de El aquel cáliz, porque aquéllos exponen su Evangelio refiriéndose más a su naturaleza humana que a la divina; pero San Juan se ocupa más de esta segunda. De otro modo, Jesús, viendo lo que habían de sufrir los judíos, por pedir su muerte, decía: "Padre, si es posible, pase de mí este cáliz".
San Jerónimo
Dice terminantemente: este cáliz, esto es, el del pueblo de los judíos, los cuales no pueden tener excusa de ignorancia al quitarme la vida, porque tienen la ley y los profetas que me han anunciado.
Orígenes, in Matthaeum, 35
Además, comprendiendo cuánto beneficio había de venir a todo el mundo por su pasión decía: "Mas no como yo quiero, sino como tú". Esto es, si es posible que vengan sin mi pasión todos estos beneficios, que son frutos de la misma, pase de mí esta pasión, para que el mundo se salve, y a la vez, los judíos no perezcan a causa de ella. Pero si sin la perdición de algunos no puede realizarse la salvación de muchos, (en cuanto a tu justicia) no pase. En muchos lugares la Sagrada Escritura hace mención de este cáliz, en que bebe su pasión el Salvador. Bebe todo el cáliz el que sufre, en testimonio de la fe, toda clase de violencias. Lo derrama al recibirlo, quien la niega para evitar los tormentos.
San Agustín, de consensu evangelistarum 3,4
Y con el fin de que alguno no crea que El disminuyó la potestad del Padre, no dijo: si puedes hacer, sino "si puede hacerse", o si es posible, como dijera: si quieres. Puede suceder que aquél quisiera. De aquí que San Lucas especifica esto más claramente, porque no dice, si puede hacerse, sino "si quieres" ( Lc 22,42).
San Hilario, in Matthaeum, 31
O de otro modo. No dice, pase de mí este cáliz, porque esto sería tanto como orar por temor. Cuando ruega que pase de El, no pide que se prescinda del cáliz, sino que pase a otro aquello que pasa de El. Todo su miedo era por aquéllos que habían de padecer después que El, y por eso ora diciendo: pase de mí este cáliz, esto es, como yo lo bebo que sea bebido por ellos, sin desconfianza, sin dolor y sin miedo a la muerte. Por esto dice: si es posible, porque considera el temor que inspiran estos tormentos en el hombre, y es difícil que los cuerpos humanos no sean vencidos por la crueldad de los tormentos. Cuando dice: "No como yo quiero, sino como tú", quería, en verdad, que ellos no padeciesen, no fuera que desfalleciesen en la prueba, si merecían la gloria de su herencia, sin la dificultad de su pasión. "No como yo quiero, sino como tú", dice, porque el Padre quiere que la firmeza del Hijo al beber el cáliz pase a los demás, toda vez que es su voluntad que el diablo sea vencido, no sólo por Jesucristo, sino también por los discípulos.
San Agustín, Enchiridion
Representando Jesucristo así al hombre, manifiesta cierta voluntad privada del hombre, en la que figuró la suya y la nuestra, el que es nuestra cabeza, cuando dice: "Pase de mí". Esta era la voluntad humana deseando lo que le es propio, y cuasi privativo. Pero como quiere que el hombre sea recto y se dirija a Dios, ańade: "Mas no como yo quiero sino como tú"; como si dijese: mírate en mí, porque puedes querer algo propio. Y aun cuando Dios quiera otra cosa se concede esta facultad a la fragilidad humana.
San León Magno, sermones, 58,5
Esta expresión de la cabeza, es la salvación de todo el cuerpo. Esta expresión instruye a todos los fieles, anima a los confesores y corona a todos los mártires. Porque ¿quién podría vencer los odios mundanales, el ímpetu de las tentaciones, y los terrores de la persecución, si Jesucristo no hubiera dicho a su Padre en todos y por todos: "Hágase tu voluntad"? ( Mt 26,42) Aprendan, pues, esta voz todos los hijos de la Iglesia, para que cuando la adversidad sobreviene fuertemente, vencido el temor del espanto, soporten con resignación cualquier clase de sufrimientos.
Orígenes, in Matthaeum, 35
Habiéndose separado un poco Jesús de sus discípulos, no pudieron velar siquiera una hora en su ausencia. Por cuya razón debemos rogar que no se separe de nosotros el Salvador, ni aun por poco tiempo.
Por esto sigue: "Y vino a sus discípulos y los halló dormidos".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 83,1
Porque además del silencio propio de la noche, sus ojos estaban abrumados por la tristeza.
San Hilario, in Matthaeum, 31
Cuando vino a sus discípulos y los encontró dormidos, reprendió especialmente a San Pedro. Por esto sigue: "Y dice a Pedro así: ¿no habéis podido velar una hora conmigo?" Reprendió a San Pedro con preferencia a los demás, porque se gloriaba especialmente de que no se escandalizaría.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 83,1
Pero como también los otros dijeron lo mismo, reprende la debilidad de todos. Los que habían ofrecido morir con Cristo, ni aun pudieron velar con El.
Orígenes, in Matthaeum, 35
Y encontrándolos durmiendo los despierta con su palabra para que oigan, y les manda velar, diciendo: "Velad y orad para que no entréis en tentación", para que primero vigilemos, y vigilando oremos. Vigila aquél que practica buenas obras y el que procura con solicitud no caer en error alguno. Entonces es cuando es oída la oración del que vigila.
San Jerónimo
Es imposible que el alma humana viva exenta de tentaciones. Por esto no dice: Vigilad y orad, para que no seáis tentados, sino para que no caigáis en la tentación, esto es, para que la tentación no os venza.
San Hilario, in Matthaeum, 31
La razón de por qué quiso aconsejarles que orasen para que no cayesen en la tentación, la manifiesta diciendo: "El espíritu, en verdad, está pronto, mas la carne enferma". No decía esto de sí mismo, sino que se dirigían a sus discípulos estas palabras.
San Jerónimo
Esto se refiere especialmente a aquellos temerarios, que creen conseguir todo lo que se imaginan. Y así cuanto más confiamos en el fervor de nuestra mente, tanto más debemos temer de nuestra propia fragilidad.
Orígenes, in Matthaeum, 35
Aquí se ha de considerar si del mismo modo que la carne de todos es flaca, así el espíritu de todos está pronto. O si la carne de todos es flaca y no está pronto el espíritu de todos los hombres, sino únicamente el de los santos, porque el espíritu de los infieles es perezoso y su carne flaca. Está también de otra manera débil la carne solamente de aquéllos, cuyo espíritu se halla firme, a saber: aquéllos que mortifican con espíritu firme las obras de la carne. Y éstos son los que quiere el Seńor que vigilen y oren, para que no caigan en tentación. Porque cuanto más espiritual es una persona, tanto más solícita debe andar para que no padezca grave detrimento el bien practicado.
Remigio
De otro modo. En estas palabras da a conocer el Salvador, que había tomado de la Virgen verdadera carne, y que tenía verdadera alma. Por lo que ahora dice que su espíritu está pronto para sufrir, pero que su carne está flaca porque teme los sufrimientos de la pasión.
Sigue: "Se fue de nuevo segunda vez, y oró diciendo: Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, hágase tu voluntad".
Orígenes, in Matthaeum, 35
Creo que aquel cáliz de la pasión había de haber pasado de Jesús enteramente, pero con esta diferencia: que si lo hubiera bebido y hubiese pasado de El, también después hubiera pasado del género humano, mas si no lo hubiera bebido, acaso hubiese pasado de El, pero no de los demás hombres. Quería, por lo tanto, que pasase de El este cáliz de la pasión, pero sin gustar su amargura, si fuese posible en cuanto a la justicia de Dios; pero si esto no podía suceder, prefería beberlo, y que así pasase de El y de toda la humanidad, a rehuir beberlo contra la voluntad del Padre.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 83,1
Cuando ora por segunda y por tercera vez (esto en virtud de la debilidad humana, con la que temía a la muerte), justifica que verdaderamente se ha hecho hombre, porque el hacerse una cosa por segunda y por tercera vez, es una demostración especialísima de la verdad en el lenguaje de las Escrituras. Por lo que José dijo a Faraón: "Lo que has visto por segunda vez perteneciente a la misma cosa, es seńal de la realidad de tu sueńo" ( Gén 41,32).
San Jerónimo
Ora por segunda vez, para que si Nínive (esto es, la gentilidad), no puede salvarse de otro modo, si no se seca el arbusto (esto es, la Judea), hágase la voluntad del Padre, la cual no es contraria a la del Hijo, quien dice por medio del Profeta. "Para hacer tu voluntad: Dios mío, quíselo". ( Sal 39,9)
San Hilario, in Matthaeum, 31
Como los discípulos habían de sufrir, tomó sobre sí toda la debilidad de nuestro cuerpo, y clavó en la cruz consigo mismo todas las causas de nuestra debilidad. Y por esto no puede pasar de El este cáliz sin que lo beba, porque no podemos padecer sino en virtud de su pasión.
San Jerónimo
Jesucristo solo ruega por todos, así como solo sufre por todos. "Y vino otra vez y los encontró dormidos, porque estaban cargados los ojos de ellos"; languidecían y eran oprimidos los ojos de los apóstoles, porque estaba próxima la hora de la negación.
Orígenes, in Matthaeum, 35
Y creo, que todavía estaban más cargados los ojos del alma que los del cuerpo, porque aun no se les había concedido el Espíritu Santo. Por esto no les reprende, sino que marchándose, ora otra vez, enseńándonos a no desfallecer, sino a permanecer en la oración hasta alcanzar lo que hemos empezado a pedir. Por esto sigue: "Y los dejó, y de nuevo fue a orar tercera vez diciendo las mismas palabras".
San Jerónimo
Oró por tercera vez, para que toda palabra estuviese en la boca de dos o tres testigos.
Rábano
Por esto oró el Seńor tres veces, para alcanzarnos el perdón de los pecados pasados, para defendernos de los males presentes, y para prevenir los peligros futuros. También para que dirijamos toda oración al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Además para que se conserven íntegros nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro cuerpo.
San Agustín, quaestiones evangeliorum 2,47
No será absurdo entender también que Jesús oró tres veces en razón a las tres tentaciones que sufrió; porque así como la tentación del deseo es de tres maneras, lo mismo es triple la tentación del temor. El miedo de la muerte se opone al apetito que existe en la curiosidad, porque así como hay cierta avidez en este apetito de conocer todas las cosas, así en la muerte se encuentra el miedo de perder su conocimiento. Al apetito del honor o alabanza se opone el temor de la ignominia y afrentas; y al apetito del placer, el temor del dolor.
Remigio
O de otro modo, ruega tres veces por sus apóstoles, y especialmente por San Pedro, que le había de negar tres veces.