En aquel día, saliendo Jesús de la casa, se sentó a la orilla del mar. Y se llegaron a El muchas gentes, por manera que entrando en un barco se sentó: y toda la gente estaba en pie a la ribera, y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: "He aquí que salió un sembrador a sembrar. Y cuando sembraba, algunas semillas cayeron junto al camino, y vinieron las aves del cielo y las comieron. Otras cayeron en lugares pedregosos, en donde no tenían mucha tierra; y nacieron luego, porque no tenían tierra profunda; mas en saliendo el sol se quemaron y se secaron, porque no tenían raíz; y otras cayeron entre espinas, y crecieron las espinas y las ahogaron; y otras cayeron en tierra buena, y rendían fruto: una a ciento, otra a sesenta y otra a treinta: el que tenga orejas para oír, que oiga". (vv. 1-9)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 44,2
Después de haber respondido a aquel que le había anunciado la presencia de su Madre y de sus parientes, hizo lo que deseaban ellos, es decir, salió de la casa, sanando primeramente a sus parientes de la enfermedad de la vanagloria, y dando, en segundo lugar, el honor que se debe a una Madre. Por eso dice: "En aquel día, saliendo Jesús", etc.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,41
La palabra: "en aquel día" indica suficientemente que El salió inmediatamente después de lo que precede o poco tiempo después, a no ser que la palabra día se tome en el sentido que lo toma algunas veces la Escritura, es decir, como tiempo indefinido.
Rábano
No sólo las palabras y las acciones del Seńor, sino hasta los caminos y los lugares que recorrió, están llenos de enseńanzas divinas. Porque después del discurso que tuvo en la casa donde se pronunció la horrible blasfemia de que tenía el demonio, se salió de allí, y enseńó en las riberas del mar, para manifestar que abandonando la Judea a causa de su perfidia, pasaría a otras naciones para salvarlas, porque los corazones de los gentiles, por mucho tiempo soberbios e incrédulos, se parecen a las soberbias y amargas olas del mar. ¿Quién ignora que la casa del Seńor era la Judea consagrada a El por la fe?
San Jerónimo
Es necesario no olvidar que el pueblo no podía entrar en la casa de Jesús, ni estar en donde oían los Apóstoles los misterios. Por eso el Seńor misericordioso sale de su casa y se sienta en la ribera del mar, a fin de que lo puedan rodear las numerosas turbas, y oigan en la ribera lo que no merecían escuchar en el interior de la casa. Por lo que sigue: "Y se llegaron a El muchas gentes".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 44,2
No expresó todo esto el evangelista sin intención, pues quiso hacernos ver, al describirnos con tanta diligencia este espectáculo, que el plan del Seńor era no dejar a nadie detrás de sí, sino el tenerlos a todos delante de sus ojos.
San Hilario,
in Matthaeum, 13
Se ve por el contexto que el Seńor se sentó en una nave y que las turbas se quedaron en la ribera. Les habló con parábolas para darnos a entender que los que están fuera de la Iglesia no pueden comprender las conversaciones divinas. La nave representa la Iglesia, dentro de la cual es depositada y predicada la palabra de vida, palabra que no pueden comprender quienes están fuera de la Iglesia, como si fueran arena estéril.
San Jerónimo
Jesús está en medio de las olas, que por todas partes golpean; pero, El tranquilo en su Majestad, aproxima la nave a la tierra, a fin de que no teniendo el pueblo de qué temer, ni viéndose rodeado de tentaciones que no pudiera vencer, se esté quieto en la ribera y oiga sus palabras.
Rábano
O también, al entrar en la nave y sentarse en el mar, significa que Cristo subiría por la fe hasta las almas de los gentiles y que colocaría la Iglesia en el mar, es decir, en medio de las naciones perseguidoras. La turba que se quedaba en la ribera, y no estaba ni en la nave ni en el mar, figura a los que reciben la palabra de Dios y por la fe están separados del mar, esto es, de los réprobos, pero que aún no están imbuidos en los misterios celestiales.
Sigue: "Y les habló muchas cosas en parábolas".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 44,2
Aunque no lo hizo así en la montańa, donde no fue su discurso un tejido de parábolas, porque no había allí más que el pueblo bajo e ignorante, mientras que aquí estaban los escribas y los fariseos. Mas no habló sólo en parábolas por esta razón, sino para dar más claridad a sus palabras, para que las grabasen más profundamente en su memoria y las tuviesen siempre delante de su vista.
San Jerónimo
Y es de notar que no todas sino muchas cosas las habló en parábolas, porque si lo hubiera dicho todo en parábolas se hubiera retirado el pueblo sin sacar fruto alguno y mezcla las cosas que son muy claras con las oscuras, para que vengan en conocimiento por las cosas que entienden de las cosas que no entienden. Mas como el pueblo no tenía un solo modo de ver las cosas, sino que cada uno las veía a su modo, por eso les habla en muchas parábolas, a fin de que todos reciban diversas enseńanzas según sus diversos sentimientos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 44,2
Y pone por primera parábola aquella en que el auditorio había de prestar más atención. Y puesto que El había de hablar por figuras, de ahí el excitar la atención de los que lo escuchaban con la primera parábola en estos términos: "He aquí que salió un sembrador a sembrar su semilla", etc.
San Jerónimo
Este sembrador es el Hijo de Dios, que ha venido a sembrar entre los pueblos la palabra de su Padre.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 44,3
¿De dónde o cómo salió el que está presente en todas partes? No salió de ningún lugar, pero por la encarnación se aproxima a nosotros revistiéndose de carne; y ha venido a nosotros porque no podíamos nosotros ir a El por impedírnoslo nuestros pecados.
Rábano
O también salió cuando, después de abandonar la Judea, pasó a otras naciones.
San Jerónimo
O también estaba adentro cuando se hallaba en la casa hablando con sus discípulos sobre los misterios. Y salió de su casa para sembrar su semilla en medio de las turbas.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 44,3
Cuando oigáis las palabras: "El sembrador salió a sembrar", no creáis que hay identidad entre las palabras de esa frase; porque el sembrador sale muchas veces a otras cosas diferentes, como son para arar la tierra, arrancar las malas hierbas, quitar las espinas, o para cualquier otra operación que exige mucho conocimiento. Pero éste salió con el objeto único de sembrar. ¿Y qué resultó de la siembra? Se perdieron tres partes, y una sola se salvó, y esto no con igualdad, sino con cierta diferencia. Por eso sigue el evangelista: "Y cuando sembraba, algunas semillas cayeron cerca del camino", etc.
San Jerónimo
Valentín se vale de esta parábola para sentar su error sobre las tres naturalezas: espiritual, natural o animal y terrenal, siendo así que aquí se habla de cuatro: La una es el camino; la otra está cubierta de piedras; la tercera de espinas, y la cuarta es la tierra buena.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 44,3
¿Pero qué razón habrá para sembrar entre espinas, sobre piedras y en los caminos? No tendría esto razón de ser si atendemos a las semillas y a la tierra, que son cosas materiales; porque no tiene la piedra poder para volverse tierra, ni el camino de no ser camino, ni la espina de no ser espina; pero sí tiene una laudable aplicación en las almas y en las doctrinas. Es posible que la piedra sea hecha una tierra pingüe, que el camino no vuelva a ser pisado y que queden destruidas las espinas. No es culpable el sembrador de que se pierda la mayor parte de la siembra, sino la tierra que la recibe, es decir, el alma, porque el sembrador, al cumplir su misión, no distingue al rico ni al pobre, ni al sabio ni al ignorante, sino que habla indistintamente a todos, en previsión, sin embargo, de lo que había de resultar. De esta manera puede decir: "¿Qué pude yo hacer y no hice?" (
Is 5,4). Por esta razón no dice que los perezosos recibieron tal parte de la semilla y la dejaron perecer; que los ricos recibieron otra parte y la ahogaron; y los voluptuosos esta otra parte y la perdieron. No quiso El tocar a nadie en particular con energía, para no engendrar la desconfianza. Enseńa también el Seńor por esta parábola a sus discípulos que no abandonen su misión porque haya entre sus oyentes algunos que perezcan, puesto que el Seńor, que todo lo prevé, no ha dejado por ese motivo de sembrar.
San Jerónimo
Reparad que ésta es la primera parábola y que ella está puesta con su explicación, y guardaos de dar a los discursos del Seńor, explicados por El mismo, otra explicación, o ańadir o quitar nada de lo que el Seńor ha expuesto.
Rábano
Debemos recorrer ligeramente el camino que el Seńor dejó a nuestra inteligencia. El camino es el alma llena de celo, pisoteada y desecada por el miedo de los malos pensamientos; la piedra, la dureza del alma procaz; la tierra, la facilidad del alma obediente; y el sol, el ardor de la persecución que se ensańa; la profundidad de la tierra es la probidad del alma formada según las enseńanzas divinas. Ya hemos dicho que unas mismas cosas no siempre tienen un mismo sentido en las interpretaciones alegóricas.
San Jerónimo
Hemos tratado de fijar nuestra atención siempre que hemos sido amonestados con las palabras siguientes: "El que tenga orejas para oír, oiga".
Remigio
Las orejas para oír son las orejas del alma, que deben servir para comprender y practicar los mandamientos de Dios.