"¿Y por qué andáis acongojados por el vestido? Considerad los lirios del campo cómo crecen, no trabajan ni hilan: os digo, pues, que ni Salomón con toda su gloria fue cubierto como uno de éstos. Pues si al heno del campo, que hoy es, y mańana es echado en el horno, Dios viste así, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?" (vv. 28-30)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 22,1
Después que demostró a sus discípulos que no era conveniente andar solícitos con el alimento, pasó a otra cosa más sencilla. No es tan necesario el vestido como el alimento, y por ello dice: "¿Y por qué andáis acongojados por los vestidos?" No usa aquí del ejemplo de las aves, para citar como ejemplo el pavo real o el cisne, de quienes se podrían tomar ejemplos parecidos, sino que usa del ejemplo de los lirios, diciendo: "Considerad cómo crecen los lirios del campo". Quiere demostrar con estas dos cosas la sobreabundancia de sus dones, a saber, con el derroche de hermosura y la vileza de los que participan de tanto decoro.
San Agustín,
de sermone Domini, 2, 15
Estos testimonios no deben discutirse de una manera tan alegórica que necesitemos buscar qué es lo que significan los lirios del campo y las aves del cielo. Se citan para que comprendamos mejor las cosas mayores por el ejemplo de las menores.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 16
Los lirios, cuando llega su tiempo, brotan, se visten con candor y se llenan de perfumes; y lo que no habían tomado de la tierra por la escasez, lo reciben de Dios de una manera invisible. Todos son tratados de la misma manera, a fin de que la plenitud con que son enriquecidos no se crea obra de la casualidad, sino que se entienda perfectamente que han sido creados por la providencia divina. Así lo expresa, diciendo: "No trabajan", para confortar a los hombres. "No hilan", para confortar a las mujeres.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 22,1
Diciendo esto no prohibió el trabajo, sino la preocupación, como antes lo había hecho, hablando de la siembra.
Glosa
Y para recomendar más la providencia del Seńor que excede, y con mucho, a toda humana ponderación, ańade: "Os digo que ni Salomón con toda su gloria", etc.
San Jerónimo
Y en verdad que ni los vestidos de seda, ni la púrpura de los reyes, ni la pintura de los de los tejedores pueden compararse con la hermosura de las flores. ¿Qué hay más rojo que una rosa? ¿Qué cosa más candorosa que un lirio? La púrpura de una violeta no puede ser superada por ningún múrice. No se aprecia su hermosura por medio de la palabra, sino por medio de la vista.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 22,1
Tanta diferencia hay entre la verdad y el error, cuanta entre el vestido y las flores. Si Salomón fue superado por las flores, siendo así que fue el más rico de los reyes, ¿cuánto más tú puedes ser superado por las flores? Salomón fue superado por las flores en hermosura, no una sola vez, ni dos, sino tanto tiempo cuanto duró su reinado. Y esto es lo que significan aquellas palabras: "En toda su gloria", porque ni un solo día pudo aparecer tan hermoso como las flores.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 16
Dice esto también porque Salomón, aunque no hacía los vestidos que se ponía, los mandaba a hacer. Donde hay mandato, allí hay ofensa de los que sirven, y con frecuencia disgustos por parte del que manda. Estas flores, por el contrario, son adornadas sin que ellas piensen en ello.
San Hilario,
homiliae in Matthaeum, 5
Los lirios representan la claridad de los ángeles del cielo por el candor y brillo de gloria que Dios les ha concedido (
Mt 22;
Lc 20). No trabajan ni hilan porque las virtudes de los ángeles, por la suerte que les ha cabido desde su origen, reciben incesantemente lo concerniente a su existencia. Y cuando dice por Lucas que en la resurrección los hombres serán como ángeles, quiso, con el ejemplo de la claridad angélica, fijar nuestra esperanza en el vestido de la gloria celestial.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 16
Si Dios se cuida tanto de las flores de la tierra que mueren apenas nacen y son vistas, ¿despreciará a los hombres a los que ha creado, no para un tiempo limitado, sino para que vivan eternamente? Y esto es lo que expresa cuando dice: "Si el heno del campo que hoy existe y mańana es arrojado al horno, Dios lo cuida tanto, ¿cuánto más cuidará de vosotros, hombres de poca fe?"
San Jerónimo
La palabra
mańana significa en las Sagradas Escrituras el tiempo futuro, como dice Jacob: "Mańana me oirá mi justicia" (
Gén 30,33).
Glosa
Otros ejemplares dicen: "En el fuego, o en uno de esos montones de yerba parecidos a un horno".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 22,1
No los llama ya lirios del campo, sin heno, manifestando así su vileza. Y opone otra vileza, diciendo: "Que son hoy", y no dijo: "Mańana no serán", sino algo que es mucho más lamentable: "Que serán arrojados al horno". Cuando dice: "Cuánto mejor vosotros", se da a entender, aunque de una manera indirecta, la alta honra del género humano, como si dijese: "Vosotros, a quienes mi Padre dio un alma, formó un cuerpo, envió profetas y entregó su Hijo Unigénito".
Glosa
Los llama "hombres de poca fe", porque es muy limitada aquella fe que no está segura aun de las cosas más pequeńas.
San Hilario,
O con la palabra
heno designa a los gentiles. Si, pues, a los gentiles no se les concede la eternidad corporal, sino para ser luego destinados al fuego del juicio, ¿no es incredulidad que los santos duden de la gloria de la eternidad, cuando a los malvados se concede esta eternidad para castigo?
Remigio
En sentido espiritual se entiende por
aves a los santos que renacen con las aguas del bautismo, desprecian con la piedad las cosas de la tierra y buscan las del cielo, destacándose de entre éstos los apóstoles, como príncipes que son de todos los santos. Por los
lirios se entiende los hombres santos que agradaron a Dios con la fe sola, sin la dificultad de las ceremonias legales, y de ellos se dice: "Mi amado para mí, quien se apacienta entre los lirios" (
Ct 2,16). Se entiende también por los lirios la Iglesia santa, por el candor de su fe y el suave olor de su buena predicación. De ella se dice en el Cantar de los Cantares: "Como lirio entre espinas" (
Ct 2,2). Con el
heno se designan los infieles, de quienes dice Isaías: "Se secó el heno y su flor cayó" (
Is 40,7). Por el
horno se entiende la condenación eterna, de modo que el sentido es éste: "Si Dios concede los bienes temporales a los infieles, ¿cuánto más nos concederá los bienes eternos?".