Y vueltos los Apóstoles, le contaron cuanto habían hecho: y tomándolos consigo aparte, se fue a un lugar desierto, que es del territorio de Betsaida. Y cuando las gentes lo supieron, le siguieron: y Jesús los recibió, y les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que lo habían menester. Y el día había comenzado ya a declinar. Y acercándose los doce, le dijeron: "Despide a esas gentes, para que vayan a sus aldeas y granjas de la comarca, se alberguen, y hallen qué comer, porque aquí estamos en un lugar desierto". Y les dijo: "Dadles vosotros de comer". Y ellos dijeron: "No tenemos más de cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar viandas para esta gente". Porque eran como unos cinco mil hombres, y El dijo a sus discípulos: "Hacedlos sentar en ranchos de cincuenta en cincuenta". Y así lo ejecutaron. Y se sentaron todos. Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó los ojos al cielo, y los bendijo, y partió y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante de las gentes. Y comieron todos, y se saciaron. Y alzaron lo que les sobró: doce cestos de pedazos. (vv. 10-17)
San Agustín, de cons. evang. 2, 45
San Mateo y San Marcos, con motivo de lo que precede, cuentan cómo fue degollado Juan por Herodes. San Lucas, que ya había hecho mención de los tormentos de Juan, después que contó aquella vacilación de Herodes, sobre quién sería Jesús, ańade en seguida: "Y vueltos los apóstoles, le contaron cuanto habían hecho".
Beda
No sólo cuentan lo que ellos habían hecho o enseńado, sino también lo que Juan sufrió, mientras que ellos predicaban. Y son sus propios discípulos, o los de Juan mismo, los que se lo cuentan, como insinúa San Mateo.
San Isidoro
Como el Seńor rechaza a los hombres sanguinarios y a los que viven con ellos si no se apartan de sus propios crímenes, después de la muerte del Bautista abandonó a los asesinos y se retiró. Por lo que sigue: "Y tomándoles consigo aparte, se fue a un lugar desierto, que es del territorio de Betsaida".
Beda
Betsaida es una ciudad de Galilea, de donde eran Andrés, Pedro y Felipe, cerca del lago de Genesaret. No hizo esto por temor a morir (como algunos creen), sino perdonando a sus enemigos y para evitar que ańadiesen un homicidio a otro, esperando a la vez el tiempo oportuno de su pasión.
Crisóstomo in Mat. hom. 50
No antes, sino después de lo que se le contó, se retiró, manifestando en todo esto la verdad de su carne.
Teofilacto
El Seńor se retiró al desierto porque había de hacer el milagro de los panes, para que alguno no dijese que, estando cerca de una población, los habían traído de ella.
Crisóstomo ut sup
O se marchó a un lugar desierto para que nadie lo siguiese. Pero no por esto se retiró la plebe, sino que lo acompańó. Por lo que prosigue: "Y cuando las gentes lo supieron, le siguieron", etc.
San Cirilo
Los unos pedían que los librase de los demonios, los otros lo seguían para que los librase de alguna enfermedad; también había los que se complacían en su doctrina y lo oían con suma atención.
Beda
Mas El, como poderoso y misericordioso Salvador, recibiendo a los fatigados, enseńando a los ignorantes, sanando a los enfermos y dando de comer al hambriento, muestra cuánto se deleita con la devoción de los creyentes. De donde sigue: "Y Jesús los recibió, y les hablaba del reino de los cielos", etc.
Teofilacto
Para que aprendas que la sabiduría consiste en las palabras y en las obras, y que las palabras deben concordar con las obras, y las obras con las palabras. Cuando el día empezaba a declinar, los discípulos comenzaron a tener cuidado por las muchedumbres y a compadecerse de ellas. Por ello, prosigue: "El día había empezado ya a declinar", etc.
San Cirilo
Como ya se había dicho, pedían el remedio de muchos males. Y como los discípulos sabían que con sola la voluntad podía hacerse lo que los enfermos pedían, dicen al Seńor: "Despídelos", para que no sufran más. Admiremos la inmensa mansedumbre de Aquel a quien se ruega. No sólo da lo que piden sus discípulos, sino que ańade a los que lo siguen los dones de su generosa mano, mandando servirles de comer. De donde sigue: "Dadles vosotros de comer".
Teofilacto
No dijo esto ignorando la contestación de ellos, sino queriendo obligarlos a que dijesen los panes que tenían y así se demostrase por la declaración de ellos el gran milagro, oída de antemano la cantidad de los panes.
San Cirilo
Pero lo que se mandaba a los discípulos era un imposible, porque no tenían más que cinco panes y dos peces. Por ello sigue: "Y ellos dijeron: No tenemos más de cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos y compremos viandas para todas estas gentes".
San Agustín, de cons. evang. 2, 44
En estas palabras recopiló San Lucas la contestación de San Felipe, que dijo: "Doscientos denarios de pan no les basta para que cada uno tome un poco". Y la respuesta de San Andrés que dijo: "Hay aquí un nińo que tiene cinco panes de cebada y dos peces", como refiere San Juan ( Jn 6,7-9). En efecto, lo que dice San Lucas: "No tenemos más que cinco panes y dos peces", se refiere a la contestación de San Andrés. Y lo que él ańade: "A no ser que vayamos y compremos viandas para toda esta gente", parece que se refiere a la respuesta de San Felipe, sino que calló lo de los doscientos denarios, aunque esto puede entenderse también en la respuesta de San Andrés. Porque después de haber dicho: "Hay aquí un nińo que tiene cinco panes de cebada y dos peces", ańadió: "Pero, ¿qué es esto para tantos?". Lo que equivale a decir: "A menos que nosotros vayamos y compremos víveres para toda esta turba". Esta variedad de las palabras y esta concordancia de los hechos encierran para nosotros la saludable enseńanza de que no se debe buscar en las palabras sino la voluntad de los que hablan y que los historiadores verídicos deben cuidar sobre todo de ponerla en evidencia en sus narraciones, cuando refieren algo del hombre, del ángel o de Dios.
San Cirilo
A fin de ponderar la dificultad del milagro, se habla de una gran muchedumbre de hombres, cuando sigue: "Eran unos cinco mil hombres", sin contar las mujeres y los nińos, como refiere otro evangelista ( Mt 14).
Teofilacto
Enseńa el Salvador que es conveniente, cuando damos hospitalidad a alguien, que lo hagamos descansar y le dispensemos toda clase de consuelos. Por ello sigue: "Y dice a sus discípulos", etc.
San Agustín, de cons. evang. 2, 46
En cuanto a lo que dice aquí San Lucas, que mandó sentar por grupos de cincuenta, San Marcos dice que por grupos de cincuenta y de cien. Esto no implica contradicción, porque el uno dijo una parte y el otro el total. Pero si el uno sólo hablase de cincuenta y el otro de ciento, eso parecería contradictorio, y no sería fácil reconocer que, uno y otro número fueron mencionados. Sin embargo, si uno fuese mencionado por uno y el otro por el otro, ¿quién no convendrá en que, pensándolo bien, debería descubrirse que es así? He dicho esto porque se presentan muchas veces algunas cosas por el estilo, que para los que reflexionan poco y juzgan temerariamente parecen contradictorias y no lo son.
Crisóstomo in Mat. hom. 1
Y como debía creerse que Cristo había venido del Padre, antes de hacernos aquel milagro, miró al cielo. Por ello prosigue: "Y tomando los cinco panes", etc.
San Cirilo
Esto lo hizo así para nuestra instrucción, con el fin de que aprendamos en ello que al principio de la comida, cuando vamos a partir el pan, debemos ofrecerle a Dios y pedir que venga sobre el pan la bendición de Dios. Y prosigue: "Y los bendijo, y los partió".
Crisóstomo in Mat. hom. 50
Se los da a la muchedumbre por medio de sus discípulos, honrándolos así, para que no olviden el milagro que se ha verificado. No hizo de la nada aquellos alimentos para dar de comer a la muchedumbre, a fin de cerrar la boca del maniqueo, el cual dice que es ajena a El toda criatura. Y también para demostrar que El es quien da de comer y el mismo que dijo: "Produzca la tierra" ( Gén 1,11). Multiplica también los peces, para dar a entender que no sólo se extiende su dominio a la tierra, sino que también a los mares. Ya había hecho milagros en beneficio de los enfermos, ahora los hace en beneficio de los que no están enfermos, pero que necesitan alimento. Por lo cual sigue: "Y comieron todos y se saciaron".
San Gregorio Niceno orat catequetica magna, cap. 23
El Seńor saciaba la gran necesidad de aquellos para quienes ni el cielo llovía maná, ni la tierra, según su naturaleza en aquel sitio, producía qué comer. Pero el beneficio afluía de los graneros inagotables del divino poder. El pan se prepara y se hace en las manos de los ministros y además se multiplica, saciando el hambre de los que lo comen. Tampoco el mar administraba a la necesidad de ellos el alimento de sus peces, sino el que puso los peces en el mar.
San Ambrosio
Consta, pues, que el pueblo fue saciado, no con escaso alimento, sino abundante y multiplicado. Se pudo ver los pedazos -multiplicados sin ser partidos- salir como de un manantial incomprensible de las manos de aquellos que los distribuían, así como los fragmentos intactos deslizarse por sí mismos bajo los dedos de aquellos que los partían.
San Cirilo
Y no se limita a esto el milagro. Por lo cual sigue: "Y alzaron de lo que sobró doce cestos de pedazos". En lo que se da a conocer que las obras de caridad que hacemos por nuestros hermanos merecen una gran recompensa por parte del Seńor.
Teofilacto
Y para que aprendamos cuánto puede la hospitalidad y cuánto se aumentan nuestros bienes cuando socorremos a los necesitados.
Crisóstomo in Mat. hom. 50
Hizo que sobrasen, no los panes, sino los trozos, para demostrar que eran los restos de los panes, los cuales se multiplicaron tanto, que sobraron tantos cestos cuantos eran sus discípulos.
San Ambrosio
Místicamente, después que aquélla -que representaba a la Iglesia- fue curada del flujo de sangre, y después que fueron destinados los apóstoles a predicar el reino de los cielos, se da el alimento de la gracia celestial. Pero date cuenta a quiénes se concede. Ni a los que están ociosos, ni a los que residen en la ciudad -como si estuviesen en su sinagoga u ocupando las dignidades seculares-, sino a los que buscan a Jesús en el desierto.
Beda
Después de haber dejado la Judea que, por su falta de fe en las profecías, se había como cortado la cabeza, dispensa el beneficio de su palabra en el desierto de la Iglesia que no tenía esposo. Y una gran multitud de fieles deja las ciudades de su antigua vida y diversas creencias para seguir a Cristo, que se retira a los desiertos de las naciones.
San Ambrosio
Los que no se desalientan son recibidos por Cristo. Y el Verbo de Dios habló con ellos no de cosas terrenas, sino del reino de Dios. Y si llevan en sí las llagas de alguna pasión temporal, les dispensa con largueza la medicina que necesitan. En todas las cosas se observa el orden del misterio, puesto que primero se conceden las medicinas necesarias para curar las heridas por medio del perdón de los pecados, y después se da con abundancia el alimento de la mesa espiritual.
Beda
Alimentó a la muchedumbre cuando ya declinaba la tarde, esto es, cuando ya se acerca el fin de los tiempos, o cuando el Sol de Justicia iba a morir por nosotros.
San Ambrosio
Aunque esta muchedumbre no es alimentada todavía con los manjares más nutritivos. Porque el primer alimento, a manera de leche, son cinco panes; el segundo siete; el tercero el Cuerpo de Cristo, que es el alimento más sólido. Si alguno se avergüenza de pedir pan, que deje todas sus cosas y acuda a la palabra de Dios. Pues cuando alguno empieza a oír la palabra de Dios, empieza a tener hambre. Empiezan los apóstoles viendo de qué tiene hambre. Y si aquéllos que tienen hambre aún no entienden de qué lo tienen, Cristo lo sabe: sabe que no tienen hambre de alimento temporal, sino del alimento de Cristo. Los apóstoles aún no habían comprendido que el alimento del pueblo fiel no era venal; pero Cristo sabía que nosotros seríamos redimidos y que sus banquetes serían gratuitos.
Beda
Todavía no tenían los apóstoles más que los cinco panes de la ley mosaica y los dos peces de uno y otro testamento, los cuales se ocultaban bajo la capa del misterio, como se oculta el agua en los fondos del abismo. Y como son cinco los sentidos corporales, los cinco mil hombres que siguieron al Seńor designan a aquellos que, colocados todavía en la vida del mundo, saben hacer buen uso de las cosas exteriores que poseen. Estos se alimentan de cinco panes, porque necesitan todavía ser gobernados por los preceptos de la ley. Pero los que renuncian enteramente al mundo se hacen robustos con el alimento evangélico. Las muchas reuniones de los convidados representan las diversas congregaciones de la Iglesia en toda la tierra, que constituye la Iglesia católica.
San Ambrosio
Este pan que distribuyó Jesús no es otro que la palabra divina. En sentido místico es la predicación de Cristo, que cuando se distribuye se multiplica; y con pocos sermones suministró alimento abundantísimo a todos los pueblos. Nos dio sermones como panes, que se multiplican cuando salen de nuestra boca.
Beda
El Seńor no crea nuevas viandas cuando da de comer a la muchedumbre hambrienta, sino que bendijo las que sus discípulos le presentaron. Porque viniendo en carne mortal, no predica más que lo que ya había anunciado. Pero nos demuestra los misterios de la gracia contenidos en las palabras proféticas. Mira al cielo, para enseńarles a dirigir allí el espíritu y a buscar allí la luz de la ciencia. Parte y distribuye aquellas viandas a los discípulos, para que las repartan entre la muchedumbre, a fin de dar a entender que por medio de ellos se proponía distribuir a todo el mundo los misterios de la ley y de los profetas, en virtud de la predicación a que los disponía.
San Ambrosio
No sin razón recogen los discípulos lo que sobra a la muchedumbre, porque las cosas divinas se encuentran con más facilidad entre los escogidos del Seńor que entre las gentes del pueblo. ¡Bienaventurado aquel que puede recoger aún lo que sobró a los sabios! Mas ¿por qué razón llenó Jesucristo los doce cestos, sino para cumplir a los judíos lo que ya les había prometido en el salmo, en que se decía: "Que sus manos sirvieron con el cesto" ( Sal 80,7)? Esto es, el pueblo, que antes recogía tierra en cestos, trabaje ahora para obtener el pan de la vida celestial por medio de la cruz de Cristo. Y esta gracia no es para pocos, sino para todos. Porque los doce cestos figuran el establecimiento de la fe en cada tribu.
Beda
También se representan por medio de los doce cestos los doce apóstoles y todos los doctores que los siguieron, en el exterior despreciados por los hombres, pero en el interior repletos de las reliquias de un alimento saludable.