El ańo décimoquinto del imperio de Tiberio César, gobernando Poncio Pilato la Judea, siendo Herodes tetrarca de la Galilea, y su hermano Filipo tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene, hallándose Sumos Sacerdotes Anás y Caifás, el Seńor hizo entender su palabra a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. (vv. 1-2)
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 20
Se designa el tiempo en que el precursor de nuestro Redentor recibió la misión de predicar el Divino Verbo, haciendo mención del jefe de la República de Roma y de los reyes de Judea, cuando se dice: "El ańo décimo quinto de Tiberio César, gobernando Judea Poncio Pilatos, siendo Herodes tetrarca de Galilea", etc. Como venía para anunciar a Aquel que había de redimir a muchos, tanto de entre los judíos como entre los gentiles, se seńala el tiempo de su predicación con el nombre del rey de las naciones y de los príncipes de los judíos. Pero como que los gentiles habían de ser reunidos, se dice que gobernaba uno solo la República romana con estas palabras: "Del imperio de Tiberio César".
Griego
Muerto el monarca Augusto, de quien los príncipes tomaron el nombre de Augusto, le sucedió Tiberio en el gobierno de la monarquía, y se encontraba en el ańo décimoquinto de su gobierno.
Orígenes,
in Lucam, 21
Y en las profecías anunciadas sólo a los judíos se describe únicamente el reino de ellos. "La visión, dice, de Isaías en tiempo de Osías, Joatán, Achám y Ezequías, reyes de Judá" (
Is 1,1). Pero en el Evangelio, que debía predicarse a todo el mundo, se hace mención del dominio de Tiberio César, que era quien mandaba en todo el orbe. Porque si hubieran de salvarse solamente los que eran gentiles, era lo suficiente el haber hecho mención de solo Tiberio. Pero como convenía que los judíos creyesen, era preciso describir también los reinos de los judíos, o sea las tetrarquías, como se expresa en las palabras siguientes: "Gobernando Poncio Pilatos la Judea, siendo Herodes tetrarca", etc.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 20
Como Judea debía ser disuelta por su perfidia, eran muchos los que gobernaban las distintas regiones en que se había dividido, conforme a la siguiente sentencia (
Lc 11,17): "Todo reino dividido en partidos contrarios quedará destruido".
Beda
Pilatos, enviado el ańo duodécimo del imperio de Tiberio César a Judea, se encargó del gobierno del pueblo, y allí permaneció por espacio de diez ańos continuos hasta casi el fin de Tiberio. Herodes, Filipo y Lisanias, eran hijos de aquel Herodes en cuyo tiempo nació el Seńor, entre los que se encontraba el mismo Herodes Arquelao, hermano de éstos, que reinó diez ańos, y que, acusado por los judíos ante Augusto, fue desterrado a Viena, en donde murió. Este mismo Augusto fue el que dividió el reino de Judea en tetrarquías para hacerlo menos fuerte.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 20
Como San Juan anunciaba al que había de ser a la vez Rey y Sacerdote, el evangelista San Lucas seńaló el tiempo en que predicó, no sólo con los nombres de los reyes, sino con el de los sacerdotes. Dice, pues: "Hallándose Sumos sacerdotes Anás y Caifás".
Beda
Los dos (esto es, Anás y Caifás) eran príncipes de los sacerdotes, cuando San Juan empezó su predicación, pero Anás ejerció en aquel ańo, y Caifás, cuando fue crucificado Nuestro Seńor. En medio del pontificado de estos, hubo otros tres sumos sacerdotes, pero el evangelista sólo hace mención de los que mandaban en el tiempo de la pasión del Seńor. Suspendidos los preceptos de la ley, no se concedía el honor del pontificado al mérito ni a la clase, confiriéndose el sumo sacerdocio por la potestad romana. Refiere Josefo, que Valerio Grato nombró pontífice a Ismael, hijo de Bafo (cuando se le quitó el sumo sacerdocio a Anás), pero que también a éste se le quitó poco después, nombrando en su lugar a Eleázaro, hijo del pontífice Ananías. Un ańo después, separándolo del cargo, nombró para que le sucediese a un tal Simón, hijo de Caifás, quien lo desempeńó no más de un ańo, teniendo por sucesor a Josefo, (a quien también se le da el nombre de Caifás). Y así se describe todo el tiempo en que Nuestro Seńor Jesucristo estuvo predicando, o sea el periodo de cuatro ańos.
San Ambrosio
Antes de congregar a la Iglesia, obra el Hijo de Dios en su siervo, y por ello se dice oportunamente: "El Seńor hizo entender su palabra a Juan", etc. Con el objeto de que la Iglesia no empezase por un hombre, sino por el mismo Divino Verbo. Con toda oportunidad lo compendia así San Lucas, para expresar que Juan era profeta diciendo: "El Seńor hizo entender su palabra a Juan", sin ańadir ni una palabra más, porque el que está lleno de la palabra de Dios, no necesita de su propio juicio. De este modo, con una sola palabra lo declaró todo. Pero San Mateo y San Marcos quisieron seńalar al profeta por el vestido, por el ceńidor y por el alimento.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 10
Se dice aquí que fue enviado el Verbo de Dios, porque el hijo de Zacarías no vino por su voluntad, sino movido por Dios.
Teofilacto
San Juan estuvo oculto en el desierto todo el tiempo que precedió a su manifestación, que es por lo que dice: "en el desierto", para que los hombres no tuviesen ninguna clase de sospecha, de que si atestiguaba tales cosas de Cristo, era a causa de su parentesco, o de una amistad contraída desde sus más tiernos ańos; y esto lo atestigua él mismo diciendo (
Jn 1,31): "Yo no le conocía".
San Gregorio Niceno,
de Virginitate, 6
El que había venido a la vida en el espíritu y la virtud de Elías, estaba separado del trato de los hombres, y entregado a la contemplación de las cosas invisibles, para no acostumbrarse a los engańos de este mundo, que entran por los sentidos, y de este modo evitar incurrir en alguna confusión o error, respecto del conocimiento del varón bueno, a quien él precedía. Y por tanto, fue elevado a tal altura de gracias divinas, que mereció de ellas más que los profetas; porque limpio y exento de toda pasión natural, desde el principio hasta el fin, se consagró a la contemplación divina.
San Ambrosio
El desierto es también la misma Iglesia, porque ya son muchos más los hijos de la que había sido desechada, que de aquélla que tenía marido (
Is 54,1). Y ahora ha venido el Verbo divino para que la tierra, que antes estaba desierta, produzca frutos para nosotros.