Y acercándose el tentador le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan". Quien respondiendo dijo: "Está escrito, no de sólo pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios". (vv. 3-4)
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Porque el diablo, al ver que Jesús ayunaba cuarenta días, empezó a desesperar. Pero cuando vio que empezó a tener hambre, comenzó a esperar otra vez. De donde se sigue: y "acercándose el tentador". Si eres tentado cuando ayunas, no digas que has perdido el fruto de tu ayuno, porque aunque tu ayuno no evite que seas tentado, sin embargo te aprovechará para vencer la tentación.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 16,5
Pero si observamos el orden de la tentación, veremos con cuánta magnanimidad somos liberados de la tentación. El enemigo antiguo tentó al primer hombre por la gula, cuando le instó a que comiese de la fruta prohibida; y por la vanagloria, cuando le dijo: "Conoceréis el bien y el mal". La avaricia, no sólo es propia del dinero, sino también de la elevación cuando se ambiciona con exceso los honores. Del mismo modo que rindió al primer hombre, sucumbió el demonio cuando tentó al segundo. Lo tienta por la gula, cuando dice: "Di que estas piedras se conviertan en pan". Por la vanagloria, cuando dice: "Si eres hijo de Dios, arrójate". Por la avaricia de la grandeza, cuando le manifiesta todos los reinos del mundo: "Todo esto te daré".
San Ambrosio,
in Lucam, 4,3
Por esto empezó, por donde en otro tiempo había vencido, a saber, por la gula. De donde le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan". ¿Para qué estos preámbulos, sino porque sabía que el Hijo de Dios habría de venir? Pero no sabía que había venido por medio de la carne. Hace el oficio de explorador y de tentador: mientras confiesa que cree en Dios, se esfuerza por engańar al hombre.
San Hilario,
in Matthaeum, 3
Propuso esta operación tentando para conocer el poder de Dios en la conversión de piedras en pan y para engańar la paciencia del hombre hambriento, por la complacencia de la comida.
San Jerónimo
Pero eres contenido por dos, oh diablo. Si ya confiesas su imperio proponiendo la conversión de las piedras en pan, en vano tientas a Aquel que tiene tanto poder y si no puede hacerlo, en vano sospechas que es Hijo de Dios.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Así como el diablo cegaba a todos los hombres, así fue cegado por Cristo de una manera invisible. Conoció que tuvo hambre después de cuarenta días, pero no comprendió que no la tuvo en el espacio de los mismos. Cuando sospechó que no era Hijo de Dios, no pensó en que el fuerte puede descender hasta las cosas más débiles y el débil puede ascender hasta las cosas más fuertes. Mas habiendo observado que no tuvo hambre en tantos días, debió conocer que era Dios, aunque al ver que tuvo hambre después de los cuarenta días, pudo comprender que era hombre. Pero dirás: Moisés y Elías ayunaron cuarenta días y eran hombres. Pero ellos ayunando tenían hambre y se sostenían. Este no tuvo hambre en el espacio de cuarenta días, sino después. Tener hambre y no comer es propio de la paciencia humana; pero no tener hambre, sólo es propio de la naturaleza divina.
San Jerónimo
El propósito de Jesucristo era vencer por la humildad.
San León Magno,
sermones, 39,3
De donde venció al tentador con testimonios de la ley, no con potestad de valor para honrar en esto más al hombre y castigar más a su enemigo. Lo hizo con el fin de que el enemigo del género humano no sólo fuese vencido por El como Dios, sino como hombre. De donde se sigue: El cual respondiendo le dijo: "Está escrito: No de sólo pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de Dios".
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 16,5
Así, tentado el Seńor por el diablo, respondió con los preceptos de las Santas Escrituras: "el que pudo sumergir a su tentador en el abismo, no hizo ostentación de su gran poder y esto lo hizo con el fin de darnos ejemplo, para que cuantas veces tengamos que sufrir algo de los hombres malos, nos inclinemos más a su enseńanza que a su castigo.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
No dijo, pues: no de sólo pan vivo, para que no pareciese que hablaba de sí; sino, no sólo de pan vive el hombre, para que el diablo pudiese decir: Si es Hijo de Dios, se ha ocultado para que no se manifieste su poder. Si es hombre, se excusa de una manera astuta, para que no se conozca que es que no puede.
Rábano
Este testimonio está tomado del Deuteronomio. Por lo que, si alguno no se alimenta de la palabra de Dios, no puede vivir, porque así como el cuerpo humano no puede vivir sin el alimento terreno, así el alma no puede vivir sin la palabra de Dios. Se dice que la palabra procede de la boca de Dios, cuando manifiesta su voluntad, por medio de las Sagradas Escrituras.