Y los once discípulos se fueron a la Galilea al monte, a donde Jesús les había mandado. Y cuando lo vieron, le adoraron: mas algunos dudaron. Y llegando Jesús les habló diciendo: "Se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y enseńad a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: enseńándolas a observar todas las cosas que os he mandado: y mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del siglo". (vv. 16-20)
Beda
Después que fue anunciada la resurrección por el ángel, San Mateo aseguró que los discípulos también se encontraron con el Seńor, diciendo: "Y los once discípulos se fueron a Galilea, al monte, a donde Jesús les había mandado". Porque cuando el Seńor iba a padecer había dicho a sus discípulos: "Después que resucite os precederé a Galilea" (
Mt 26,32). El ángel también había dicho a las mujeres: "Decid a sus discípulos, que va delante de vosotras a Galilea" (
Mc 16,7). Por lo que los discípulos obedecieron el mandato del Maestro. Puntualmente los once se presentan y le adoran; uno de los discípulos ya había perecido y fue el que había entregado a su Seńor y Maestro.
San Jerónimo
Por lo tanto, Jesús fue visto en el monte de Galilea después de su resurrección y allí fue adorado y aun cuando algunos lo duden, su duda aumentará nuestra fe: "Y cuando lo vieron, le adoraron; mas algunos dudaron".
Remigio
Esto lo refiere más extensamente el evangelista San Lucas. Dice, pues, que cuando el Seńor resucitó de entre los muertos y se apareció a sus discípulos, ellos asustados creían que veían un espíritu.
Beda
El Seńor se les apareció en un monte, para dar a entender que el cuerpo que había tomado de la tierra al nacer -como sucede con todos los hombres- ya estaba elevado sobre todas las cosas terrenas cuando resucitó y enseńaba a los fieles que si deseaban allí ver la magnificencia de su resurrección, debían esforzarse por pasar de las más bajas pasiones a los más elevados deseos. Además, Jesús precede a sus discípulos en Galilea porque Jesucristo resucitó de entre los muertos constituyéndose en primicias de los que mueren. Siguen también los que son de Jesucristo y pasan a su imitación, de la muerte a la vida, contemplando a la divinidad en su esencia. Por esta razón sucedió todo esto en Galilea, que quiere decir revelación.
San Agustín,
de consensu evangelistarum 3,25
Pero debe considerarse cómo pudo ser visto el Seńor en Galilea de una manera corporal, siendo así que no fue visto en el mismo día en que resucitó, a no ser que alguien diga que no fueron los once discípulos que ya entonces se llamaban apóstoles, sino que estuvieron allí otros once discípulos del gran número de los que Jesús tenía. Porque el Seńor fue visto en Jerusalén el mismo día, pero fue al principiar la noche, como dicen claramente San Lucas y San Juan, que en esto están conformes. Tampoco fue visto en los ocho días siguientes, después de los cuales dice San Juan que el Seńor se apareció a sus discípulos. Esto fue cuando se apareció por primera vez a Santo Tomás que no le había visto en el día de su resurrección. Pero en todo esto hay una dificultad. San Juan cuando lo refiere, no dice que estaban los once en el monte, sino junto al mar de Tiberíades y que fueron siete los que vieron al Seńor cuando estaban pescando: "Ya era ésta la tercera vez en que Jesús se aparecía a sus discípulos" (
Jn 21,14). Esto debe entenderse respecto del número de días y no respecto del número de manifestaciones y si queremos entender que dentro de los ocho días antes que Santo Tomás le viese, el Seńor fue visto por los once discípulos, ésta no era la tercera manifestación, la que tenía lugar junto al mar de Tiberíades, sino la cuarta y por esto debemos comprender que después de todas estas cosas sucedió el hecho de los once discípulos que vieron al Salvador en el monte de Galilea. Encontramos también que los cuatro evangelistas están conformes en decir que el Seńor fue visto diez veces después de su resurrección: una por las mujeres en el sepulcro; otra por las mismas cuando salían del sepulcro y en el camino; la tercera vez por San Pedro; la cuarta, por los dos discípulos que iban a Emaús; la quinta por muchos en Jerusalén donde no estaba Santo Tomás; la sexta, cuando fue visto por Santo Tomás; la séptima, junto al mar de Tiberíades; la octava, en el monte de Galilea, como refiere San Mateo; la novena, cuando estaban a la mesa, -como cuenta San Marcos- porque ya no pertenecían a la tierra sino que debían ser invitados por el Seńor; la décima, en el mismo día, no ya sobre la tierra sino elevado en las nubes cuando subía a los cielos, como refieren tanto San Marcos como San Lucas. Es importante tener presente en todo esto lo que dice San Juan, que no fueron escritas todas las cosas, de donde se deduce que el trato del Salvador con sus discípulos era frecuente en el espacio de cuarenta días antes de su ascensión a los cielos.
Remigio
Y cuando los discípulos vieron al Seńor, lo reconocieron y postrándose en tierra lo adoraron. Por esto el piadoso y clemente Maestro, se aproximó a ellos para arrancar de sus corazones toda clase de dudas y los confirmó en la fe. "Y llegando Jesús les habló diciendo: se me ha dado toda potestad en los cielos y en la tierra".
San Jerónimo
Le había sido dada esta potestad a Aquél que poco antes había sido crucificado, que había sido encerrado en su sepulcro y que resucitó después.
Beda
No puede decirse esto en cuanto a la divinidad, por la que es coeterno con el Padre, sino respecto de la humanidad que había tomado en la tierra y en virtud de la cual se había rebajado hasta ser poco menos que los ángeles.
San Severo
Por lo tanto, el Hijo de Dios comunicó al Hijo de la Virgen, Dios al hombre, la divinidad a la carne, lo que siempre posee con el Padre.
San Jerónimo
Se le dio toda potestad en el cielo y en la tierra, porque Aquél que antes sólo reinaba en el cielo, por la fe de los creyentes debía reinar ahora en la tierra.
Remigio
Esto ya lo había dicho el Salmista cuando se refería a la resurrección del Seńor: "Lo has constituido sobre todas las obras de tus manos" (
Sal 8,7) y esto es lo que ahora dice el Seńor: "Me ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra". Y aquí debe entenderse que los ángeles ya sabían que estaban sujetos al Dios hombre antes que el Seńor resucitase de entre los muertos. Y queriendo Jesucristo dar también a conocer a los hombres que se le había dado toda potestad en el cielo y en la tierra, les mandó predicadores para que anunciasen la palabra divina a todas las naciones. Por esto sigue: "Id, pues y enseńad a todas las gentes".
Beda
El que había dicho antes de su pasión: "No vayáis por el camino de los gentiles" (
Mt 10,5), cuando resucitó de entre los muertos, les dijo: "Id y enseńad a todas las gentes", por lo que se equivocan los judíos diciendo que Jesucristo había de venir únicamente para su salvación. Avergüéncense también los donatistas
1, que deseando encerrar en una localidad la misión de Jesucristo, dijeron que únicamente había venido para salvar a los africanos y no a los habitantes de las demás naciones.
San Jerónimo
En primer lugar enseńan a todas las gentes y después de instruirlas las bautizan con agua. No puede suceder que el cuerpo sea quien reciba el sacramento del bautismo, a no ser que el alma reciba antes la verdad de la fe
2. Por esto dice: "Bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Porque siendo una misma la divinidad de las Personas, debía ser una misma la gracia que concediesen. La palabra Trinidad significa un solo Dios.
San Severo
Por lo tanto, todas las naciones son dirigidas hacia su salvación por la misma potestad que las creó para la felicidad eterna.
Dídimo,
De Spiritu sancto, l. 2
Aun cuando puede existir algún demente que se empeńe en bautizar suprimiendo algunos de los tres nombres antedichos -esto es, oponiéndose a la ley de Jesucristo- bautizará pero sin validez y por eso no podrá librar del pecado a aquellos a quienes creyese bautizados. De esto se deduce cuán indivisible es la esencia de la Trinidad y que el Padre es verdadero Padre del Hijo, que el Hijo es verdadero Hijo del Padre y que el Espíritu Santo es verdaderamente el Espíritu del Padre y de Dios Hijo y que además lo es de la Sabiduría y de la Verdad, que es el Hijo. Este es el fundamento de la felicidad de los creyentes y todo el Plan de la salvación está basado en esta Trinidad.
San Hilario
¿Qué hay que pueda contribuir a la salvación de los hombres que no esté contenido en este sacramento? Todo lo necesario está pleno en él, pues proviene de Aquel que es pleno y perfecto. En efecto, dicho sacramento tiene el nombre de su naturaleza en el Padre, en el sentido en que sólo el Padre es padre, porque su paternidad no proviene de otro al modo humano: El es ingénito, eterno y subsiste siempre en sí de modo que sólo es conocido por el Hijo. Y el Hijo es como la descendencia del ingénito, uno del uno, verdadero del verdadero, vivo del vivo, perfecto del perfecto, potencia de la potencia, sabiduría de la sabiduría, gloria de gloria, imagen de Dios invisible, forma
3 del Padre ingénito. El Espíritu Santo no puede separarse de la confesión esencial del Padre y del Hijo y en verdad, en ninguna parte falta este consuelo de nuestra esperanza. En los efectos de sus dones está la prenda de las futuras promesas. Es la luz de las inteligencias y el esplendor de las almas. Todo esto, aun cuando los herejes no pueden cambiarlo, lo quieren acomodar a la humana inteligencia, porque Sabelio
4 dice que el Padre está en el Hijo y cree que la distinción entre el Padre y el Hijo es cuestión de nombres más que de realidades, porque imagina que el Hijo es el mismo que el Padre. Ebión
5 se esfuerza en demostrar que en María está exclusivamente el origen del Hijo de Dios, y en realidad no hace proceder al hombre de Dios sino a Dios del hombre. Los arrianos dicen que la forma, la sabiduría y el poder de Jesucristo, en cuanto Dios, proceden de la nada y han principiado en el tiempo. ¿Qué de extrańo tiene que piensen también del Espíritu Santo de diferente modo, si son tan temerarios que invierten y cambian tales cosas respecto del Hijo de quien también procede el Espíritu Santo?
San Jerónimo
Este orden se considera como esencial. Mandó a sus Apóstoles que enseńasen primero a todas las gentes, después que los bautizasen con el sacramento de la fe y que después de la fe y del bautismo les enseńasen todo lo que debían hacer. Por esto sigue: "Enseńándolas a observar todas las cosas que os he mandado".
Rábano
Así como el cuerpo está muerto cuando carece de espíritu, la fe está muerta cuando carece de obras.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 90,2
Y como les había hecho encargos de mucha importancia, queriendo animarlos les dice: "Y mirad que yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación de los siglos". Como diciendo: "y no digáis que es difícil cumplir lo que se os manda, porque estoy yo con vosotros, que todo lo facilito". No dijo que estaría con ellos, sino con todos los que creyesen después de ellos. Por lo tanto, hay que decir que los Apóstoles no vivirían hasta la consumación de los siglos, en atención a que estas palabras deben entenderse como dirigidas a todo el cuerpo de fieles.
Rábano
De aquí se desprende que no habrán de faltar fieles que sean dignos de la eterna felicidad hasta la consumación de los siglos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 90,2
Les recuerda la consumación de los siglos para atraerlos mejor y para que no sólo vean lo presente, sino que además conozcan aquellos beneficios que habrán de permanecer siempre, como diciendo: "la aflicción que sufriréis concluirá con esta vida, pero vendrá después la otra que no tendrá fin y los beneficios de que disfrutaréis, subsistirán siempre".
Beda
Se pregunta cómo dice: "Yo estoy con vosotros", cuando dice en otro lugar: "Voy a Aquél que me envió" (
Jn 16,5). Porque unas cosas son las que pertenecen a la humanidad y otras las que pertenecen a la divinidad. Irá al Padre por la humanidad y permanece con sus discípulos, en cuanto a la divinidad. Respecto de lo que dijo: "Hasta la consumación del siglo", pone lo finito por lo infinito. Porque el que en la vida presente permanece con sus escogidos protegiéndolos, también estará con ellos después que ésta haya concluido, premiándolos.
San Jerónimo
El que promete estar con sus discípulos hasta el fin de los tiempos, manifiesta que ellos habrán de vencer siempre y que El nunca se habrá de separar de los que crean.
San León Magno,
sermones 72
Y el que sube a los cielos, no abandona a los adoptados sino que los alienta a la paciencia, a la vez que los invita a la gloria; de cuya gloria nos haga participantes el mismo Jesucristo, Rey de la gloria, que es Dios bendito, por todos los siglos. Amén.
Notas
1.
Herejía norafricana que toma su nombre de Donato, obispo cismático de Cartago en el siglo IV. Los donatistas sotenían que los sacramentos administrados por ministros indignos eran inválidos, negando así su eficacia "ex opere operato" en virtud del poder de Cristo, el único y verdadero ministro de los sacramentos. Fueron refutados por San Agustín.
2.
La misión de bautizar está implicada en la misión de evangelizar, porque el sacramento es preparado por la Palabra de Dios y por la fe que es consentimiento a esta Palabra. Ver
Catecismo de la Iglesia Católica, 1122.
3.
"Forma" tiene aquí probablemente el mismo significado que "imagen". Estos dos términos aparecen juntos en muchos pasajes de
La Trinidad de San Hilario.
4.
Sabelio, fundador de la herejía conocida como sabelianismo en el siglo III. Sostenía que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son personas distintas realmente entre sí, sino manifestaciones del único Dios existente.
5.
Ebión es el nombre del supuesto fundador de de la llamada secta de los ebionitas. Estos negaban la divinidad del Seńor Jesús, considerándolo un simple hombre, aunque nacido de manera extraordinaria. Sus orígenes se remontan al siglo I y San Hilario (310-367) la considera aún viva en su tiempo.