En aquel día se llegaron a El los saduceos, que dicen no haber resurrección, y le preguntaron, diciendo: "Maestro: Moisés dijo: si muriere alguno que no tenga hijo, su hermano se case con su mujer y levante linaje a su hermano. Pues había entre nosotros siete hermanos; y habiéndose casado el primero, murió, y por no haber tenido sucesión, dejó su mujer a su hermano. Y lo mismo el segundo, y el tercero, hasta el séptimo. Y después de todos, murió también la mujer. ¿Pues en la resurrección de cuál de los siete será mujer? Porque todos la tuvieron". Y respondiendo Jesús, les dijo: "Erráis no sabiendo las Escrituras ni el poder de Dios. Porque en la resurrección, ni se casarán ni serán dados en casamientos; sino que serán como los ángeles de Dios en el cielo. Y de la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído las palabras que Dios os dice: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? No es Dios de muertos, sino de vivos". Y oyendo esto las gentes, se maravillaban de su doctrina. (vv. 23-33)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 70,2
Una vez confundidos los discípulos de los fariseos con los herodianos, se presentan los saduceos cuando les convenía aparecer más retraídos por la confusión de los primeros. Pero la presunción proyecta muchas veces cosas descabelladas, y es pertinaz en intentar cosas imposibles. Por esto el Evangelista, asombrado de su audacia, significa esto mismo, diciendo: "En aquel día se llegaron a él", etc.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Cuando se retiraban los fariseos vienen los saduceos, sin duda porque disputaban acerca de cuál de ellos atraparía más pronto al Salvador en alguna contradicción. Si no podían superar al Seńor con argumentos, al menos podrían molestarlo con su insistencia.
San Jerónimo
Había dos sectas entre los judíos
1: una de los fariseos y otra de los saduceos. Los fariseos hacían ostentación de la justicia de las tradiciones y de las observancias, por lo que el pueblo los llamaba divididos. Pero los saduceos, tomando este nombre que significa justos, pretendían ser lo que no eran. Mientras que los fariseos creían y confesaban la resurrección del cuerpo y la inmortalidad del alma, como también los ángeles y el espíritu, según se lee en el libro de los Hechos de los apóstoles, los saduceos lo negaban todo. Por esto se dice aquí: "Que dicen no haber resurrección".
Orígenes,
homilia 22 in Matthaeum
No sólo negaban la resurrección de la carne, sino también la inmortalidad del alma.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Viendo, pues, el diablo, que no podía extinguir el conocimiento de Dios, introdujo la herejía de los saduceos, que negaban la resurrección de los muertos, lo que estorbaba todo propósito de obrar bien. ¿Quién estará contento al tener que luchar todos los días contra sí mismo, si no esperase resucitar?
San Gregorio Magno,
Moralia. 14,39
Hay también algunos que creen que el espíritu desaparece con la carne, que la carne se pudre y que la podredumbre se reduce a polvo, y como los elementos del polvo se disuelven -de modo que ya nunca pueden ser vistos por los ojos humanos- desconfían de que pueda tener lugar la resurrección.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Para defender su error, creían los saduceos que habían encontrado un argumento muy poderoso
2. Sigue: "Y le preguntaron, diciendo: "Maestro, dijo Moisés", etc.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. non.occ
Como la muerte era un mal insoportable entre los judíos, todo lo reducían a la vida presente. Había ordenado Moisés en la ley que la mujer viuda sin hijos, debía casarse con el hermano del difunto, para que naciese a éste un hijo de su hermano y así no se extinguiese su nombre. Esto representaba cierto consuelo respecto de la muerte. Ningún otro mejor que el hermano o el pariente debía tomar la mujer del difunto. Porque de otra manera no podría suponerse, que el hijo que había nacido de tal unión fuese hijo del que había muerto. Por lo tanto no se le consideraba como un extrańo que no tenía obligación de sostener la casa del difunto, sino como su hermano a quien tocaba hacerlo así por el parentesco.
Prosigue: "Había entre nosotros siete hermanos", etc.
San Jerónimo
Los que no creían en la resurrección de los cuerpos y creían y admitían que el alma moría con el cuerpo, inventan una fábula que pone de relieve su desvarío respecto de lo que dicen acerca de la resurrección. Por esto concluyen: "¿Pues en la resurrección, de cuál de los siete será mujer?" Pudo suceder que esto acaeciese alguna vez entre ellos.
San Agustín,
quaestiones evangeliorum, 1,32
Estos siete hermanos representan místicamente a los hombres impíos que no pudieron practicar la virtud en la tierra durante los siete períodos que dura su existencia. Y después la tierra por la que aquellos siete habían pasado estérilmente también pasará.
Prosigue: "Respondiendo Jesús les dijo: Erráis no sabiendo las Escrituras, ni el poder de Dios"
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
En primer lugar, confunde muy sabiamente su necedad, porque no leían; en segundo lugar, su ignorancia, porque no conocían a Dios. Cuando se lee mucho, se conoce a Dios; la ignorancia es hija de la pereza.
San Jerónimo
Por lo tanto, se equivocan los que no conocen las Escrituras, y cuando las desconocen, desconocen también el poder de Dios.
Orígenes,
homilia 22 in Matthaeum
Dice el Seńor que desconocen dos cosas: las Escrituras y el poder de Dios, por el cual se verifica la resurrección y empieza en ella una nueva vida. El Seńor, arguyendo a los saduceos, porque desconocían el poder de Dios, les enseńaba que también a El le desconocían. El era la virtud de Dios, y no le conocían, porque ignoraban lo que decían las Escrituras acerca de El; por lo tanto, no creían en la resurrección que El había de inaugurar. Se pregunta cuando dice el Salvador: "Erráis desconociendo las Escrituras", si se refiere a algunas Escrituras en que se dice: "En la resurrección, ni se casan", etc. Esto no está escrito en el Antiguo Testamento, pero nosotros decimos que sí está escrito, aun cuando no se expresa con las mismas palabras, porque se indica entre misterios, para que pueda entenderse moralmente. Porque como la ley es la figura de los futuros beneficios, cuando dice algo de los hombres o de las mujeres, se refiere especialmente a las nupcias espirituales. Mas yo no encuentro en ninguna parte Escritura alguna que diga que los santos, después de su muerte, estarán como los ángeles de Dios, a no ser que se entienda en sentido moral aquello que se dice en las Escrituras: "Y tú irás a tus padres" (
Gén 15,15); y en otro lugar: "Ha sido agregado a su pueblo" (
Gén 25,8). Pero dirá alguno: les reprendía porque no leían las demás Escrituras que no hablan de la ley, y que por eso erraban. Otro dice que desconocían la Escritura de la ley mosaica desde que no se les explicaba el sentido espiritual de ella.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Cuando dice: "En la resurrección ni se casan ni serán casados", etc., se refiere a lo que había dicho: desconocéis el poder de Dios que dijo: "Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob", se refiere a lo que les dijo después; desconocéis las Escrituras. Y en realidad conviene en las cuestiones alegar primero la autoridad de las Sagradas Escrituras contra los calumniadores y explicar después el motivo. A los que preguntan por ignorancia, primero respondemos exponiendo las razones y confirmándolas después con la autoridad; porque conviene confundir a los calumniadores y enseńar a los que preguntan de buena fe. Por eso el Seńor contestó primero a los que le preguntaban por ignorancia y les expuso antes la razón diciendo: "En la resurrección".
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Así como morimos en este mundo también nacemos en él, por eso existe el matrimonio, para que el número que se pierde con la muerte se compense con los que nacen.
San Hilario,
in Matthaeum, 23
Se había atribuido a los saduceos la opinión de que los halagos de la vida corporal, una vez terminada la misión de cada uno en esta vida, se desvanecían. Por esto ańade: "Sino que serán como ángeles de Dios en el cielo".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 70,3
Con lo que contesta muy oportunamente a lo que se le pregunta. Esta era la causa que tenían para creer que no era posible la resurrección: porque creían que los que resucitasen resucitarían del mismo modo, lo cual rechazó el Salvador demostrando que resucitarían en diferente estado.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Debe advertirse que cuando hablaba de los ayunos y de las limosnas y de las demás virtudes espirituales, nunca hacía comparación con los ángeles; a no ser cuando hablaba de que no podrían cohabitar. Porque así como todos los actos de la carne son propios de los animales, especialmente los actos carnales, así todas las virtudes son propias de seres espirituales, especialmente la castidad, en la que se manifiesta que la naturaleza es vencida por las virtudes.
San Jerónimo
En cuanto a lo que sigue: "Serán como los ángeles de Dios en el cielo", se entiende que habla en sentido espiritual.
Dionisio,
de divinis nominibus, 1
Cuando seamos incorruptibles e inmortales nos veremos en presencia de Dios mismo, inundados de purísimas contemplaciones; participaremos del don de la luz de la inteligencia en una disposición impasible y espiritual, a modo de las inteligencias celestiales; por esto dice que seremos iguales a los ángeles.
San Hilario,
in Matthaeum, 23
La misma falsedad que exponen los saduceos acerca del matrimonio, la suelen presentar muchos otros, a saber, de qué manera aparecerá en la resurrección el sexo femenino. Lo mismo que debe opinarse respecto de los ángeles según las Sagradas Escrituras, conviene opinar, a nuestro modo de entender, respecto de las mujeres en la resurrección.
San Agustín,
de civitate Dei, 22,17
Pero me parece más prudente que no debe dudarse que resucitará uno y otro sexo. Allí no habrá impureza, que es la causa de la confusión; porque antes que pecase la primera pareja, andaban desnudos. Por lo tanto la naturaleza se conservará, pero entonces no habrá unión carnal ni parto. Los miembros de la mujer no estarán acomodados al uso antiguo, sino que tendrán una nueva decencia, que no excitará la concupiscencia del que mire (la que estará anulada), pero se alabará la sabiduría y la clemencia de Dios, que hizo lo que no existía, y libró de la corrupción lo que hizo.
San Jerónimo
Nadie dice respecto de las piedras y de los árboles y de las demás cosas que no se reproducen naturalmente, que ni se casan ni son casados. Esto se dice de aquellos que, pudiendo casarse, no se casan por alguna razón.
Rábano
Todo esto que se ha dicho de las condiciones de la resurrección, resuelve la cuestión propuesta; habla, pues, de la resurrección muy oportunamente en contra de la infidelidad de aquéllos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 70,3
Y como citando aquéllos a Moisés habían argüido al Salvador, los confunde por medio de Moisés. Por esto ańade: "Y de la resurrección de los muertos ¿no habéis leído, yo soy el Dios de Abraham?" etc.
San Jerónimo
Para comprobar la verdad de la resurrección, pudo utilizar otros ejemplos más evidentes, uno de ellos el de Isaías, que dice: "Resucitarán los muertos y se levantarán los que estaban en los sepulcros" (
Is 26,9); y en otro lugar dice Daniel: "Muchos de los muertos resucitarán del polvo de la tierra" (
Dn 12,2). Se pregunta, pues, por qué querría el Seńor dar la preferencia a este testimonio que parece ambiguo y sin relación directa con la verdad de la resurrección. Y como si el aducido probase lo que se proponía, ańadió en seguida: "No es Dios de muertos, sino de vivos". Ya hemos dicho antes que los saduceos no admitían ni la existencia de los ángeles ni la de los espíritus, ni la de la resurrección de los cuerpos, y que por el contrario, predicaban hasta la muerte de las almas. Estos únicamente admitían los cinco libros de Moisés, menospreciando los vaticinios de los profetas; era, pues, inútil alegar testimonios, cuya autoridad no admitían. Por lo tanto, para probar la inmortalidad de las almas, pone el ejemplo de Moisés: "Yo soy el Dios de Abraham", etc., e inmediatamente ańade: "No es Dios de muertos, sino de vivos". Porque, después de haber probado que las almas subsisten después de la muerte (no podía ser que fuese Dios de ellas si no existiesen), por lo tanto, se trataría de la resurrección de los cuerpos que con sus almas habrían obraron bien o mal.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 70,3
Pero ¿cómo se dice en otro lugar que: "ha de ser Seńor de vivos muertos" (
Rom 14,9)? Y esto no se parece a lo que se dice aquí, pues se dice que existe el Dios de los muertos, a saber, de aquellos que habrán de vencer, y no de aquellos que vencidos una vez, no volverán a resucitar más.
San Jerónimo
Debe considerarse que estas palabras habían sido dirigidas a Moisés después de haber muerto los santos patriarcas, que ya descansaban en el sepulcro, de los cuales el Seńor era Dios: Y nada podían tener si no existían, porque en la naturaleza de la cosa está el ser necesariamente lo que es el otro de quien procede; y así tener Dios, es pertenecer al número de los vivos. Y como Dios es la eternidad (y no es propio de las cosas que han muerto poseer lo que es eterno), ¿cómo se negará que existen y existirán siempre, aquellos de quienes se confiese ser la eternidad?
Orígenes,
homilia 22 in Matthaeum
Dios es también quien dice: "Yo soy el que soy" (
Ex 3,14). Por lo tanto, es imposible que sea Dios de los que no existen. Y obsérvese que no dijo: Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, sino: el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob; pero en otro lugar dice: "El Dios de los hebreos me ha enviado a ti" (
Ex 7,16). Todos los que están perfectísimamente cerca de Dios, en cuanto se refiere a los demás hombres, llevan a Dios en sí: por lo tanto, no se llama Dios de ellos en general, sino en particular. Como cuando decimos: aquel campo es de aquéllos, damos a entender que cada uno de aquéllos no es el dueńo absoluto de todo el campo. Si decimos este campo es de aquél, damos a entender que lo posee en absoluto. Cuando dice: "el Dios de los hebreos". Se manifiesta la pequeńez de éstos; porque cada uno de ellos sólo tiene algún poco de Dios. Pero se llama Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, porque cada uno de ellos tenía a Dios en absoluto; esto cede en no pequeńa alabanza de los patriarcas, porque vivían para Dios.
San Agustín,
contra Faustum 16, 24
Los maniqueos son confundidos aquí del mismo modo que antes lo habían sido los saduceos. Porque negaban también la resurrección como aquéllos, aunque de un modo diferente.
San Agustín,
in Ioannem, 11
Por lo tanto, se llama Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, porque en estos tres se encuentran representados de cierto modo todas las generaciones de los que se llaman hijos de Dios. Dios engendra muchas veces por medio de un buen predicador a un buen hijo, o de un mal predicador un mal hijo. Esto se da a conocer por medio de Abraham, quien tuvo un hijo fiel, Isaac, de su mujer libre, Sara, y un hijo infiel, Ismael, de su esclava, Agar. Alguna vez sucede que Dios engendra por medio de un buen predicador un hijo bueno y uno malo; lo cual se da a conocer por medio de Isaac, que de la mujer libre, Rebeca, tuvo un hijo bueno, Jacob, y otro malo, Esau. También sucede que en algunas ocasiones engendra hijos buenos, por medio de un predicador bueno y malo; lo cual se demuestra por medio de Jacob, que engendró hijos buenos de las libres (Lía y Raquel), y de sus esclavas (Zelfa y Bala).
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Y véase cómo la agresión de los judíos en contra de Jesucristo se va haciendo más débil: la primera, fue presentada por medio del terror, diciendo: "¿En virtud de qué poder haces estas cosas?" (21,23). Contra la que fue necesaria la fortaleza del corazón del Salvador; la segunda, fue con engańo, contra la que fue necesaria sutil sabiduría, y ésta fue con presunción e ignorancia, y por lo tanto, de menos fuerza que la anterior. Cuando es un ignorante el hombre que tiene la presunción de saber algo, le es muy fácil al varón sabio el convencerle. La oposición del enemigo es de importancia al principio; pero si alguno resiste con ánimo varonil, encontrará que su enemigo es más débil.
Prosigue: "Y cuando esto oyeron las turbas, se maravillaron", etc.
Remigio
No eran los saduceos, sino las turbas las que se admiraban. Esto sucede también todos los días en la Iglesia, porque cuando son vencidos sus enemigos en virtud de la divina inspiración, los fieles se alegran.
Notas
1.
Ya San Juan Crisóstomo decía, como que era cierto: "Porque es de saber que entre los judíos había muchas sectas". Flavio Josefo en sus esfuerzos apologéticos por presentar al judaísmo como una filosofía, seńala a lo que se llama "sectas", bajo el nombre de
hairesis, distinguiendo tres principales: los fariseos -a la que él pertenecía-; los saduceos; y los esenios.
2.
(Reboli) Los saduceos presentan un caso por el que siete hermanos se casaron sucesivamente con la misma mujer, según la ley. Con ello buscaban argumentar contra la resurrección de los muertos. "Como ya en esta vida la poliandria es cosa repugnante, y como los siete hermanos tienen derecho a la misma mujer, y ésta no puede darse solamente a uno de ellos, sin que se violen los derechos de los demás, no puede darse la resurrección de los muertos; porque entonces, o habría poliandria o violación de los derechos de los demás". Jesús les hace manifiesta su ignorancia sobre la Escritura y el poder de Dios. Les evidencia su concepción materialista de la resurrección, y les abre la posibilidad de comprender su auténtico sentido.