Y habiendo ido al templo los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo, se llegaron a El a sazón que estaba enseńando, y le dijeron: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta potestad?" Respondiendo Jesús les dijo: "Quiero yo también preguntaros una palabra: y si me la dijereis, yo también os diré con qué potestad hago estas cosas. ¿El bautismo de Juan de dónde era? ¿del cielo o de los hombres?" Y ellos pensaban entre sí diciendo: "Si dijéremos del cielo, nos dirá: ¿Pues por qué no lo creísteis? Y si dijéremos de los hombres, tememos las gentes": porque todos miraban a Juan como un profeta. Y respondieron a Jesús diciendo: "No sabemos". Y les dijo El mismo: "pues ni yo os digo, con qué potestad hago estas cosas". (vv. 23-27)
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 39
Como habían visto los sacerdotes que Jesucristo había entrado en el templo con gran pompa, eran agitados por la envidia. Así, no pudiendo sufrir en su corazón el ardor de la envidia que les acosa, levantan la voz. Por esto sigue: "Y habiendo ido al templo, se llegaron a él", etc.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 67,2
Como no podían difamarle por sus milagros, se deciden a reprenderle porque había expulsado del templo a los que vendían, como si dijesen: ¿Acaso te has apoderado del trono de la sabiduría? ¿Eres sacerdote consagrado puesto que has demostrado tanto poder?
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 39
Y es por esto que ańaden: "¿Y quién te ha dado esa potestad?" Manifiestan en esto que hay muchas personas que dan sus poderes a otros hombres, ya en el orden material, ya en el espiritual. Como si dijesen: ¿has nacido de familia sacerdotal? El senado no te lo concedió; César tampoco te lo ha dado. Pero si hubiesen creído que todo poder viene de Dios, nunca le hubiesen preguntado: "¿Quién te ha concedido esa potestad?" Cada hombre juzga por sí mismo a los demás: el que fornica no cree que haya alguno que pueda ser casto; y el casto no sospecha fácilmente del lascivo. Así el que no es sacerdote según Dios, no cree en el sacerdocio de los demás respecto de Dios.
San Jerónimo
En estas palabras le hacen la misma ofensa que antes, cuando dijeron: "Arroja a los demonios en nombre de Belcebub, jefe de todos ellos" (
Mt 12,24). Pues cuando dicen: "¿En virtud de qué poder haces esto?", niegan terminantemente al Hijo de Dios, a quien consideran haciendo prodigios, no por sus propias fuerzas, sino en virtud de poderes ajenos. Podía el Seńor haber desechado aquella calumnia de sus tentadores por medio de una contestación sencilla, pero les preguntó con mucha prudencia, para que ellos se condenasen a sí mismos, o con su silencio o con su sabiduría. Por esto sigue: "Y respondiendo Jesús, les dijo: Quiero yo también preguntaros una palabra".
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 39
No pregunta para que los que responden le escuchen, sino para que confundidos, no le sigan preguntando. El Salvador había dicho: "No queráis dar lo Santo a los perros" (
Mt 7,6). Así, pues, aun cuando hubiese contestado, de nada aprovechaba, porque los deseos tenebrosos no pueden entender lo que procede de la luz. Conviene por lo tanto enseńar al que pregunta y confundir al que tienta por medio de razones contundentes, sin aclararle la virtud del misterio. Por lo tanto, el Seńor pone un lazo con una pregunta sencilla a la interrogación de ellos, y como no podían huir de él, ańade: "Y si me la dijereis, yo también os diré", etc. La pregunta es ésta: "El bautismo de San Juan, ¿de dónde procedía, del cielo o de los hombres?"
San Agustín,
in Ioanemm, 5-6
San Juan recibió el poder de bautizar de Aquél a quien bautizó después, luego el bautismo que administraba, se llama aquí bautismo de Juan. Sólo él recibió esta gracia, ninguno antes que él ni después de él ha recibido la facultad de bautizar con bautismo propio; porque Juan había venido a bautizar en el agua de la penitencia, preparando el camino al Seńor, pero no purificando interiormente, lo que un simple hombre no puede hacer.
San Jerónimo
Se conoce, pues, la malicia con que los sacerdotes preguntaron al Salvador, por lo que sigue: "Y ellos pensaban entre sí diciendo". Porque si respondían que el bautismo de Juan procedía del cielo era muy natural la respuesta: entonces ¿por qué no habéis sido bautizados por Juan? Y si se atrevían a decir que había sido inventado por engańo de los hombres, y nada tenía de divino, temían a las gentes, pues casi todos los que se hallaban allí reunidos habían recibido por grupos el bautismo de Juan, y en realidad lo respetaban como a un profeta. Responde también a la mala intención, y a las palabras de humildad que usan para ocultar su malicia, diciendo que no saben. Por esto sigue: "Y respondieron a Jesús diciendo: no sabemos". Mintieron al decir que no lo sabían. Era consiguiente también que el Seńor les dijera, ni yo tampoco sé, pero la divina verdad no puede mentir; sigue pues: "Y les dijo Jesús: pues ni yo os digo", etc. En lo que da a entender que ellos sabían, pero que no habían querido responder y que él lo había conocido y que por lo tanto no lo decía, para que entiendan lo que ellos saben.
Orígenes,
homilia 17 in Matthaeum
Dirá alguno contra esto que era ridículo preguntar en virtud de qué poder hacía Jesucristo prodigios, porque no podía suceder que respondiese que los hacía por autorización del diablo, porque ni un hombre pecador respondería que era verdad. Si alguno dice que preguntan los príncipes para asustarle, como sucede cuando alguno obra con los nuestros de un modo que nos desagrada, le decimos: ¿quién te ha mandado hacer eso? asustándolo así, para que no continúe obrando de aquel modo. ¿Pero por qué Jesucristo responde así? "Decidme vosotros esto, y yo os diré en virtud de qué poder hago estas cosas". Acaso este pasaje se entiende así. Generalmente hablando, hay dos potestades diferentes: una de parte de Dios y otra de parte del diablo. Pero especiales hay muchas. No era una misma potestad la que se había confiado a los profetas para que hiciesen prodigios, sino que una se les concedía a éstos, otra a los otros, y también algunas, aunque inferiores, al que había de hacer prodigios de poca importancia, y mayor al que había de hacerlos más superiores. Los príncipes de los sacerdotes veían que Jesús hacía muchos prodigios, y por esto querían oír de sus labios la clase y la propiedad del poder que se le había confiado. Los otros que habían hecho prodigios en verdad, habían recibido el poder para este fin, progresando hacia otro poder mayor. Sin embargo, el Salvador todo lo hace en virtud del poder que había recibido de su Padre. Pero como los príncipes no eran dignos de conocer tales misterios, no les da una respuesta, sino que les hace una pregunta.
Rábano
Por dos razones debe ocultarse el conocimiento de la verdad a los que la buscan: Porque el que lo desea no es capaz de comprender, y porque pregunta por odio o por desprecio, haciéndose indigno de conocer lo que desea.