Entonces, tomando Pedro la palabra, le dijo: "He aquí que nosotros todo lo hemos dejado, y te hemos seguido: ¿qué es, pues, lo que tendremos?" Y Jesús les dijo: "En verdad os digo que vosotros, que me habéis seguido, cuando en la regeneración se sentará el Hijo del Hombre en el trono de su Majestad, os sentaréis también vosotros sobre doce sillas, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que dejare casa, o hermanos, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras por mi nombre, recibirá ciento por uno, y poseerá la vida eterna. Mas muchos primeros, serán postreros; y postreros, primeros". (vv. 27-30)
Orígenes,
homilia 9 in Matthaeum
Pedro había entendido las palabras del Seńor: "Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que tienes" (
Mt 15,21), etc. Después vio que se marchaba triste el joven y comprendió la dificultad de que los ricos entraran en el Reino de los Cielos; de aquí la pregunta que hizo lleno de confianza que inspira a un hombre que ha puesto término a una empresa difícil. Porque si bien es cierto que lo que él y su hermano habían dejado valía muy poco, sabían, sin embargo, que Dios lo tenía en mucho a causa de la gran plenitud de caridad que dio origen a su desprendimiento. Y yo opino que el gran amor que profesaba al Seńor y no la cantidad de las cosas que dejaba, fue la causa de la pregunta tan confiada que hizo al Seńor: "Entonces, tomando Pedro la palabra, le dijo: He aquí que nosotros todo lo hemos dejado".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 63,1
Buen Pedro, ¿cuáles son tus bienes? Una cańa, una red y una barca. A esto llama Pedro todo lo nuestro, no por vanidad, sino para mover con su pregunta al pueblo pobre a que hiciera lo mismo. Porque dijo el Seńor: "Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes", etc. ¿Cómo, pues, si no tengo no puedo ser perfecto? Pedro hace la pregunta a fin de que sepáis que, aunque seáis pobres, no por eso desmerecéis. Porque el que recibió las llaves del Reino de los Cielos pregunta aquí por todo el género humano y toma la palabra por todos aquellos que ya le habían sido confiados y por todas las gentes de la tierra. Mirad, pues, con qué cuidado y cómo hace su pregunta en armonía con las palabras de Cristo. Mandó Cristo dos cosas al rico: el que diera a los pobres lo que tenía y el que le siguiera. Esto mismo dice Pedro: "Y te hemos seguido".
Orígenes,
homilia 8 in Matthaeum
Puede decirse según todo lo que el Padre reveló a Pedro sobre su Hijo: te hemos seguido a ti que eres la justicia, la santidad y otras cosas semejantes. Por eso pregunta Pedro, como el atleta victorioso, cuáles son los premios del combate.
San Jerónimo
Como no era suficiente el dejarlo todo, ańade lo que constituye la perfección: "Y te hemos seguido"; hemos hecho lo que mandaste, ¿qué premio nos darás, pues? Sigue: "Y Jesús les dijo: En verdad os digo que vosotros que me habéis seguido", etc.
San Jerónimo
No dijo: Que lo dejasteis todo (porque esto también lo hizo el filósofo Crates y otros muchos que despreciaron las riquezas), sino y que "me habéis seguido", que es propiamente de los apóstoles y de los creyentes.
San Hilario,
in Matthaeum, 20
Los discípulos han seguido a Cristo por la regeneración, es decir, por las aguas bautismales y por la santificación de la fe. Esta regeneración que han seguido los apóstoles no la pudo otorgar la Ley.
San Jerónimo
De este otro modo puede construirse este pasaje. Vosotros, que me habéis seguido, os sentaréis en la regeneración, esto es, en el día de la resurrección de los muertos (
1Cor 15), os sentaréis en los asientos de los jueces para juzgar a las doce tribus de Israel, porque no quisieron creer lo que creéis vosotros.
San Agustín,
de civitate Dei, 20,5
Porque vuestro cuerpo será regenerado por la incorrupción, de la misma manera con que será regenerada vuestra alma por la fe.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 33
Acontecerá que en el día del juicio responderán los judíos: Seńor, no te hemos conocido como Hijo de Dios en carne mortal, ¿qué hombre podría ver un tesoro escondido en la tierra o al sol cubierto de nubes? Y los discípulos contestarán: Nosotros fuimos hombres sencillos e ignorantes del pueblo; vosotros sacerdotes y escribas. Pero nuestra buena voluntad ha venido a ser en nosotros como una lámpara que ha iluminado nuestra ignorancia, mientras que vuestra malicia ha sido para vosotros la noche donde quedó abismada vuestra ciencia.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 64,2
No dijo el Seńor: y a las naciones de todo el mundo, sino a las tribus de Israel; porque tanto los apóstoles como los judíos habían sido educados bajo las mismas leyes y costumbres. Por consiguiente, cuando digan los judíos que no pudieron creer en Cristo porque se los prohibía la ley, se presentarán los discípulos que recibieron la misma ley. Pero dirá alguno: ¿qué cosa considerable les ha prometido el Seńor si tendrán ellos lo mismo que tienen los ninivitas y la reina del sur? El Seńor les promete otras recompensas superiores a las que deben recibir los primeros, pero aquí insinúa veladamente algo más para ellos. Acerca de los judíos dijo simplemente que se levantarán y condenarán a esta generación, mientras que a ellos les dice: "Cuando se sentará el Hijo del hombre, os sentaréis también vosotros". Es, pues, bien manifiesto que participarán de la gloria y del Reino del Seńor y esta gloria y este Reino es lo que el Seńor significó con la palabra tronos. ¿Mas cómo se ha cumplido esta promesa? ¿Por ventura se sentará también Judas? De ninguna manera. Porque dice la Ley de Dios, promulgada por el profeta Jeremías (
Jer 18,9-10): "Yo hablaré sobre una nación y sobre un reino, para edificar y plantarlo; pero si hiciere el mal en mi presencia, yo me arrepentiré de los bienes de que he hablado para hacérselos"; que equivale a decir: Si se hacen indignos de mi promesa, no haré lo que he prometido, y Judas se hizo indigno del apostolado. Por esta razón, al dirigirse el Seńor a sus discípulos, no dijo simplemente: "Vosotros os sentaréis", sino que ańadió: "que me habéis seguido", para de este modo excluir a Judas y atraer a todos los que después debían seguir al Seńor. De manera que las palabras del Seńor fueron dirigidas no sólo a los apóstoles y excluyen a Judas, que ya era indigno.
San Hilario,
in Matthaeum, 20
Cristo, al colocar a sus doce apóstoles sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel, unió su gloria con la de los doce patriarcas.
San Agustín,
de civitate Dei, 20,5
De aquí debemos sacar como consecuencia que Jesús juzgará juntamente con sus discípulos. Por esto se dice a los judíos en otro lugar (
Mt 12,27;
Lc 11): "Y serán jueces vuestros". No debemos creer que porque el Seńor dice que se sentarán sus discípulos sobre doce tronos, no juzgarán en unión con el Seńor más que sólo doce hombres a todo el género humano, porque el número doce expresa toda una multitud de jueces, tomando en cuenta que las dos fracciones que constituyen el número siete -esto es, tres y cuatro- significan con frecuencia la universalidad de las cosas; y multiplicadas esas dos fracciones forman el número doce. De otro modo Matías, que fue elegido en lugar del traidor Judas, ni el apóstol San Pablo, que trabajó más que todos los otros, no tendrían donde sentarse en el tribunal. El mismo Pablo no deja lugar a dudas de que él, en unión con los otros santos, serán jueces, cuando dice (
1Cor 6,3): "¿Ignoráis que nosotros juzgaremos a los ángeles?"
San Agustín,
sermones, 351,8
Se cuentan, pues, en el número de jueces todos los que, por el Evangelio, han dejado todas sus cosas y han seguido al Seńor.
San Gregorio Magno,
Moralia, 10,30
Todo el que movido por el estímulo del amor de Dios dejare aquí cuanto posee, indudablemente obtendrá luego lo más elevado de la potestad judiciaria, de suerte que el que por consideración del juicio se someta a la dura necesidad de una pobreza voluntaria, vendrá entonces a juzgar con el que juzga.
San Agustín,
de civitate Dei, 20,5
Las mismas observaciones se deben hacer sobre el número doce en lo que concierne a aquellos que deben ser juzgados. Es indudable que el Seńor no excluye de este número a la tribu de Leví, así como tampoco quiso comprender sólo al pueblo judío, con exclusión de los demás pueblos.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 33
O bien por las palabras: "En la regeneración", Cristo quiso expresar la primera época del cristianismo, que siguió inmediatamente después de la Ascensión, porque realmente en esa época fueron regenerados los hombres por el bautismo y El estuvo sentado en el trono de su Majestad. Ved cómo no se refieren sus palabras al último juicio sino a la vocación de todas las naciones. Porque no dijo: Cuando viniere el Hijo del hombre sentado sobre el trono de su Majestad; sino: En la regeneración cuando se sentare en el trono de su Majestad. Cosa que se verificó desde que comenzaron las gentes a creer en Cristo, según aquellas palabras (
Sal 46,9): "Reinará el Seńor sobre las naciones, Dios está sentado sobre su trono santo". Desde entonces comenzaron los apóstoles a sentarse sobre sus doce tronos, es decir, sobre todos los cristianos. Porque todo cristiano que recibe la palabra de Pedro forma el trono de Pedro, y así de los demás apóstoles. Porque los apóstoles están sentados sobre tronos divididos en doce categorías, según las diferencias de las almas y la diversidad de los corazones, que sólo Dios conoce. Porque así como el pueblo judío estuvo dividido en doce tribus, así también todo el pueblo cristiano está dividido en doce tribus, de suerte que unas almas pertenecen a la tribu de Rubén, y así las demás, según sus distintas virtudes. No todas las virtudes son iguales en todos, sino que unos sobresalen en una y otros en otra. Los doce apóstoles juzgarán a las doce tribus de Israel, esto es, a todo el pueblo judío, en el mismo hecho de haber sido recibidas sus palabras por todas las naciones. Y todos los cristianos constituyen los doce tronos de los apóstoles. Pero para Cristo no hay más que un solo trono, porque todas las virtudes son como un solo trono de Cristo, pues sólo El es perfecto en todas las virtudes. Entre los apóstoles cada uno sobresale en alguna virtud en particular, como Pedro en la fe, Juan en la inocencia. Por esta razón Pedro tiene su trono en la fe y Juan en la inocencia y de este modo los otros apóstoles. Las palabras siguientes demuestran que Cristo se ocupaba también de la recompensa de los apóstoles en este mundo: "Y todo el que dejare su casa, o a sus hermanos", etc. Porque si reciben un céntuplo en este mundo, claro está que a los apóstoles también les estaba prometida, aun en este mundo, esta recompensa.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 64,2
O también esta promesa se hacía a los discípulos que estaban allí presentes, porque los apóstoles eran ya superiores a tales promesas, no buscaban nada que fuese terrenal.
Orígenes,
homilia 9 in Matthaeum
O de otro modo, si alguno lo dejare todo y siguiere a Cristo, recibirá lo que se prometió a Pedro; pero si no lo dejare todo, sino solamente ciertas cosas que se mencionan especialmente, éste recibirá un céntuplo y poseerá la vida eterna.
San Jerónimo
Valiéndose de estas palabras dicen algunos que, pasados mil ańos después de la resurrección, recibiremos el céntuplo de lo que hemos dejado y la vida eterna; no comprendiendo que si en todo es aceptable y digna esta promesa, con respecto a las esposas es vergonzosa, porque el que dejare una esposa por el Seńor, no va a recibir después cien. Consiguientemente el sentido del pasaje es este: El que dejare por Cristo los bienes de la carne, recibirá los del espíritu, que serán con respecto a los primeros, por su valor y mérito, lo que es el número cien a un número pequeńo.
Orígenes,
homilia 9 in Matthaeum
Además en esta vida, en lugar de los hermanos carnales, encontrará un gran número de hermanos en la fe y tendrá por padres a los obispos y a los presbíteros; y por hijos, a todos los que estuvieren en la edad de la infancia. Los ángeles serán también sus hermanos, y sus hermanas todas las vírgenes que han consagrado su virginidad al Seńor, tanto las que viven sobre la tierra como las que ya están en el cielo. Comprended que en la eternidad y en la ciudad de Dios tendrá él muchos campos y casas y sobre todo, poseerá la vida eterna.
San Agustín,
de civitate Dei, 20,7
El apóstol hace un comentario de las palabras: "Recibirá centuplicado", diciendo (
2Cor 6,10): "Vivamos como si nada tuviéramos y como si lo poseyéramos todo". La palabra ciento se pone muchas veces por un número universal e indeterminado.
San Jerónimo
Las palabras: "Y todo el que dejare", etc., están íntimamente relacionadas con aquellas otras (
Mt 10,35): "He venido a separar al hombre de sus padres", etc. Porque el que por la fe de Cristo y la predicación del Evangelio despreciare todos los afectos del corazón, las riquezas y los placeres del siglo, éste recibirá centuplicado y poseerá la vida eterna.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 64,2
Cuando dice el Seńor: "El que dejare a su mujer", no quiere decir que se rompa el lazo del matrimonio, sino que debemos preferir el sentimiento de la fe a todo lo que existe y aun me parece que va envuelto en esas palabras de una manera insinuante el tiempo de la persecución, en el que habrá muchos padres que arrastrarán a sus hijos a los templos de la idolatría. Quien hiciere tal cosa no debe reputarse ni como hombre.
Rábano
Como sucede con frecuencia que el hombre no continúa en la virtud con el mismo celo con que principió, sino que, o se entibia o se deja caer con rapidez, ańade el Seńor: "Muchos que están los últimos serán los primeros y muchos que están los primeros serán los últimos".
Orígenes,
homilia 9 in Matthaeum
El Seńor exhorta por estas palabras a quienes se han acercado a la Palabra divina hace poco tiempo, a que se apresuren a llegar a la perfección mucho más que aquellos que parece que han envejecido en la fe. También pueden servir estas palabras para educar en la humildad a aquellos que se glorían de haber sido educados en el cristianismo por sus padres cristianos y para dar valor a aquellos que han sido recientemente iniciados en los dogmas del cristianismo. También se puede dar a este pasaje el sentido de que los israelitas, que fueron los primeros, llegaron a ser por su infidelidad los últimos; y los gentiles, que eran los últimos, los primeros. Con toda precaución dice el Seńor: "Muchos", porque no todos los primeros serán los últimos, ni todos los últimos los primeros. Aún hay hombres que siendo inferiores a los ángeles por su naturaleza, se han hecho superiores a algunos ángeles por su vida angelical; y algunos ángeles que fueron los primeros, son los últimos por su culpa.
Remigio
Estas palabras también pueden referirse especialmente a la tristeza del rico, que creía ser el primero porque había cumplido los mandamientos y luego fue el último por haber preferido sus riquezas terrenales a Dios. Y los santos apóstoles, que eran tenidos por los últimos, fueron hechos los primeros, dejándolo todo por efecto de la gracia de la humildad. Hay, en fin, muchos que después de tener mucho celo por las buenas obras, se abstienen de ellas y son los últimos después de haber sido los primeros.