Y cuando Jesús hubo pasado de la otra parte del lago a la tierra de los Gerasenos, le vinieron al encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros; fieros de tal manera, que ninguno podía pasar por el camino. Y empezaron luego a decir a gritos: "¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá a atormentarnos antes de tiempo?" Y no lejos de ellos andaba una piara de muchos puercos, paciendo. Y los demonios le rogaban, diciendo: "Si nos echas de aquí envíanos a la piara de los puercos". Y les dijo: "Id". Y ellos, saliendo, se fueron a los puercos. Y he aquí que con gran ímpetu se fue todo el rebańo por un precipicio al mar, y murieron en las aguas. Y los pastores huyeron; y, viniendo a la ciudad, contaron todo esto y el suceso de los endemoniados. Y he aquí que toda la ciudad salió al encuentro a Jesús. Y cuando le vieron, le rogaban que saliese de sus términos. (vv. 28-34)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom.28,2
Los hombres decían que Cristo era hombre, pero vinieron los demonios publicando su divinidad, para que, los que no habían oído hablar del mar alborotado y encalmado después, oyesen a los demonios clamando. Por ello prosigue el evangelista: "Y cuando hubo venido Jesús de la otra parte del lago a la región", etc.
Rábano
Gerasa es una ciudad de la Arabia, a la parte allá del Jordán, en las faldas del monte Galaad, que ocupó la tribu de Manasés, no lejos del lago de Tiberíades, en el que los puercos se precipitaron.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2, 24
Mientras que San Mateo dice que fueron dos los endemoniados, San Marcos y San Lucas sólo hacen mención de uno. Pero debe tenerse en cuenta que uno de ellos era persona de posición y de fama, a quien sentía mucho la región aquella, y por cuya salud el pueblo se interesaba, de ahí el que la fama de este hecho brillase más.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom.28,2-3
San Lucas y San Marcos eligieron uno de ellos, el que estaba más malo, y por ello expusieron su desgracia. San Lucas dice que, rotas las ligaduras con que se le sujetaba, se había ido al desierto. San Marcos, que se daba golpes contra las piedras, pero no dicen si fue uno solo, para que no apareciese que decían lo contrario que San Mateo. Por esto que se ańade: "Que salían de los sepulcros", querían insinuar un error pernicioso, a saber: que las almas de los que mueren se convierten en demonios. Por eso muchos desgraciados matan a los nińos, para tener como cooperadora el alma de ellos. No es el alma de un difunto quien clama, sino que el demonio finge esto, para engańar a los que le oyen. Pues si fuese dado al alma de un difunto entrar en el cuerpo de otro, mucho más preferiría entrar en el suyo. Pero no tiene razón de ser que el alma que padece cosas inicuas coopere con el que la hace inicuamente sufrir; ni que el hombre pueda cambiar una substancia incorporal en otra, esto es, el alma en sustancia de demonio; ni aun en los cuerpos puede ninguno hacer esto, o sea que el cuerpo de un hombre se convierta en cuerpo de un asno. Por otra parte, tampoco es racional que el alma, separada del cuerpo, ande ya errante por la tierra. Las almas de los justos están en manos de Dios (
Sab 3,1), luego también las de los nińos, que tampoco son malas, que las almas de los pecadores son también sacadas inmediatamente de este mundo, es manifiesto por el hecho de Lázaro y el rico Epulón. Como ninguno se atrevía a traer a Jesucristo los endemoniados, por temor de ser maltratados, va Jesucristo hacia ellos. Cuál sería la furia de éstos, nos lo dicen las palabras siguientes: "Fieros en demasía, de tal suerte, que ninguno se atrevía a pasar", etc. Mas los que prohibían pasar a otros hallaron quien les obstruyese el camino, pues eran invisiblemente flagelados, padeciendo intolerables tormentos con la presencia de Jesucristo; por eso se ańade: "Y he aquí que clamaron, diciendo", etc.
San Jerónimo
No es ésta la confesión voluntaria, a la que sigue el premio de los que confiesan, sino la extorsión de la necesidad que obliga a los forzados. Así como los esclavos fugitivos si ven a su seńor después de mucho tiempo no suplican otra cosa sino acerca de los azotes, así los demonios, viendo que el Seńor se hallaba de repente en la tierra creyeron que había venido a juzgarlos. Algunos estiman ridículo que los demonios conociesen al Hijo de Dios y que lo ignorase el diablo, porque aquéllos son de menor malicia que éste, del cual son satélites. Y además, porque la ciencia de los discípulos debe referirse al maestro, como al origen de donde procede.
San Agustín,
de civitate Dei, 9,21
Tanto se les manifestó Jesús, cuanto quiso, y tanto quiso, cuanto convino. Se les manifestó, no por el lado que es vida eterna y luz que ilumina a los piadosos, sino por medio de ciertos efectos temporales de su poder y signos muy ocultos de su presencia, más perceptibles a los espíritus angélicos, aunque sean malignos, que a la humana debilidad.
San Jerónimo
Sin embargo, debe entenderse aquí que tanto los demonios como el diablo sospechaban, más bien que conocían, que era Hijo de Dios.
San Agustín,
de quaestionibus novi et veteri testamentorum, 66
En cuanto a que los demonios claman: "¿Qué tenemos contigo, Jesús, Hijo de Dios?", debe creerse que lo dijeron, más por lo que sospechaban que por lo que conocían, porque si hubiesen conocido, nunca hubieran permitido que el Seńor de la gloria fuese crucificado.
Remigio
Todas las veces que eran atormentados por su virtud y veían los milagros y prodigios que hacía, sospechaban que sería el Hijo de Dios. Mas cuando veían que tenía hambre, sed, y que padecía otras cosas por el estilo, dudaban y le creían puro hombre. Debe considerarse que los judíos incrédulos, diciendo que Cristo arrojaba a los demonios por medio de Beelzebub, y los arrianos, diciendo que es una criatura, no sólo merecen ser condenados con el juicio de Dios, sino también con la confesión de los demonios, que llaman a Jesucristo Hijo de Dios. Dicen bien: "¿Qué tenemos contigo", etc.; esto es, nada de común hay entre nuestra malicia y tu gracia, porque según el Apóstol (
2Cor 6), ninguna sociedad hay entre la luz y las tinieblas.
San Juan Crisóstomo,
homiliar in Matthaeus, hom. 28,3
Para que no apareciese que decían esto por adulación, basados en la experiencia, exclamaban: "Has venido antes de tiempo a atormentarnos".
San Agustín,
de civitate Dei, 8,23
Ya porque les pareció prematuro lo que opinaban que sucedería ciertamente, pero más tarde, ya porque consideraban como su perdición esto mismo, por la que el conocimiento de ellos los hacía despreciables. Y esto antes del día del juicio, en el cual serán castigados con eterna condenación.
San Jerónimo
La misma presencia del Salvador es un tormento para los demonios.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom.28,3
No podían decir que no habían pecado, porque Jesucristo los había encontrado obrando mal y mortificando la obra de Dios. Por esto creían que, por la abundancia de males que habían hecho, no se les esperaría al día del juicio para aplicarles el castigo merecido.
San Agustín,
de consensu evangelistarum,2,24
Que las palabras de los demonios se hayan referido por los evangelios de diverso modo, no ofrece dificultad alguna, puesto que pueden reducirse a una sola sentencia, o entenderse que todas se han dicho. No porque San Mateo refiera este acontecimiento hablando en plural y los demás en singular, se ha de creer que digan cosas contradictorias, cuando ellos mismos dicen que, preguntado el demonio quién era, respondió que él era una legión, porque eran muchos demonios.
Prosigue: "Había no lejos de ellos un rebańo de muchos puercos paciendo".
San Gregorio Magno,
Moralia 2,10
Sabe el diablo que no se basta a sí mismo para obrar, sea lo que fuere, porque, ni en lo que es espíritu, existe por sí mismo.
Remigio
No pidieron que se les entrase en los hombres, porque veían que Aquel que los atormentaba tenía figura humana. Tampoco pidieron se les entrase en un rebańo de bueyes o corderos, porque eran animales limpios por precepto de Dios, y entonces se ofrecían en el templo del Seńor. Con preferencia a otros inmundos, pidieron se les entrase en los puercos, porque ningún animal hay más inmundo que el puerco. Es sinónimo de inmundo, porque se deleita con las inmundicias, así como los demonios se deleitan con las inmundicias de los pecados. No pidieron que se los lanzase al aire, a causa de su excesiva codicia de hacer dańo a los hombres. Prosigue: "Y les dice: Id".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 28,3
No hizo esto Jesús como persuadido por los demonios, sino para dispensar de aquí muchas cosas: primero, para demostrar la magnitud del dańo que causaban los demonios a aquellos hombres que asediaban; segundo, para que sepan todos que, sin su permiso, ni aun contra los puercos se atreven; tercero, para hacer ver que hubieran operado cosas más graves en aquellos hombres que en los puercos, si aquellos hombres, en medio de las calamidades, no fuesen ayudados de la divina Providencia, porque más odio tienen a los hombres que a los seres irracionales. En esto se manifiesta que ninguno hay que no reciba socorro de la divina Providencia, y si no todos de la misma manera, ni aun según el mismo modo, la bondad de la Providencia no brilla menos, porque se manifiesta para cada uno de nosotros según conviene. Infiérese también de lo que precede que la Providencia, no sólo provee a todo en general, sino también a cada uno en particular, lo cual manifiestamente podrá ver cualquiera en este acontecimiento de los endemoniados, que sin duda hubiesen sido ahogados en otro tiempo a no mediar la protección de la divina Providencia. También por esta razón permitió a los demonios invadir el rebańo de puercos, a fin de que los que habitaban en aquellas comarcas conociesen su gran poder. Y allí donde no había quien lo conociese, hacía brillar sus milagros, para traerlos al conocimiento de su divinidad.
San Jerónimo
No para conceder a los demonios lo que pedían dijo el Salvador: "Id", sino para procurar la salvación de los hombres por medio de la muerte de los puercos. Prosigue: "Mas ellos, saliendo (esto es, de los hombres), se fueron a los puercos. Y he aquí que con gran ímpetu se fue todo el rebańo a precipitarse en el mar, y murieron en las aguas". Avergüéncese maniqueo: si las almas de los hombres y de las bestias reconocen un mismo origen, ¿cómo fueron ahogados dos mil cerdos sólo por la salvación de uno o de dos hombres?
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom.28,3
Los demonios mataron a los puercos, porque por todos los medios y en todas partes procuran entristecer a los hombres, alegrándose de su perdición. La magnitud del dańo aumenta la fama del que lo había causado. Por muchos se divulgaba el hecho: por aquellos que habían sido curados, por los dueńos de los puercos y por los pastores. Así, continúa el evangelista: "Los pastores huyeron, y, viniendo a la ciudad, lo contaron todo, y lo que había pasado con los endemoniados. Y he aquí que toda la ciudad sale al encuentro de Jesús". Mas entonces que debieron adorarlo y admirar su poder, lo despedían de sí. Y prosigue: "Y cuando le hubieron visto, le rogaban que saliese de sus términos". Admiremos, pues, la mansedumbre de Jesucristo después de la obra de su poder. No resiste a aquellos que, después de haber recibido el beneficio, lo despiden de sí, sino que retrocedió y abandonó a los que se declararon indignos de recibir su doctrina, dejándolos, para enseńarlos, a los que había librado de la posesión de los demonios y a los pastores de los puercos.
San Jerónimo
O le ruegan que salga de sus términos, no impulsados por la soberbia, sino por la humildad, considerándose como indignos de tener consigo al Salvador, como decía San Pedro: "Retiraos de mí, Seńor, porque soy un hombre pecador" (
Lc 5,8).
Rábano
La palabra
Gerasa se interpreta:
el que arroja al colono o el forastero que se acerca, esto es, la gentilidad, que arroja de sí al diablo, y la que antes estaba lejos, ahora está cerca, visitada por Jesucristo después de la resurrección, por medio de predicadores.
San Ambrosio,
in Lucam, 9
Los dos endemoniados figura son también del pueblo gentil, porque, habiendo tenido Noé tres hijos, Sem, Cam y Jafet, solamente la familia de Sem fue llamada a poseer la verdadera fe. Los pueblos descendientes de los otros dos fueron repudiados.
San Hilario,
in Matthaeum, 8
Por eso detenían los demonios a dos hombres en los sepulcros, fuera de la ciudad, esto es, fuera de la sinagoga de la ley y de los profetas, a saber: habían poseído los orígenes de las dos naciones entre las moradas de los difuntos y los restos de los muertos, haciendo fatal a los que pasaban, el camino de la vida presente.
Rábano
No sin razón significó que aquéllos habitaban en los sepulcros. ¿Qué otra cosa son los cuerpos de los malos que ciertos sepulcros de difuntos, en donde está conservada, no la palabra de Dios, sino el alma muerta por el pecado? Dice, pues: "De tal modo que nadie podía pasar por aquel camino", porque había ido por aquel camino la gentilidad antes de la venida del Salvador. También puede entenderse que están figurados en estos dos hombres poseídos por el demonio, los judíos y los gentiles, que no habitaban en su casa, esto es, en su conciencia. Permanecían en los sepulcros, esto es, se complacían en las obras de los muertos, ni dejan pasar alguno por el camino de la fe, el cual camino impugnaban los judíos.
San Hilario,
in Matthaeum, 8
Con el encuentro de aquéllos se significa la voluntad de los que concurren a la salvación. Viendo los demonios que ya no se les deja lugar entre los gentiles, piden que se les permita habitar en los herejes, y una vez que los han ocupado, por el impulso que les es natural, los precipitan en el mar, esto es, en las pasiones humanas, para perecer como infieles.
Beda,
in Lucam, 8
O se llaman puercos los que se complacen en las acciones cenagosas, porque, cuando alguno no vive como los puercos, no tienen poder los demonios sobre él, o si lo reciben, sólo es para probarlo, nunca para perderlo. En cuanto a que los puercos se precipitasen en el lago, significa que, aun después de libertado el pueblo de los gentiles de la dominación de los demonios, ejercen sus ceremonias sacrílegas en sitios ocultos los que no quisieron creer en Jesucristo, cegados y en profunda curiosidad sumergidos. En cuanto a que anuncian esto los pastores de los puercos cuando huyen, significan a ciertos jefes de los impíos, que, aunque huyen del cumplimiento de la ley de Cristo, no cesan de predicar, asombrando el gran poder de Jesucristo. En cuanto a que aterrados le ruegan que se separe de ellos, significa la multitud, deleitada con la antigua desidia, no queriendo honrar la fe cristiana, alegando que no pueden cumplirla.
San Hilario,
in Matthaeum, 8
Aquella ciudad significa al pueblo judío, que habiendo oído los milagros de Cristo, salió al encuentro de su Seńor, prohibiéndole que se acercase a sus confines y a su ciudad, y ni recibió siquiera la ley evangélica.