"Y cuando oráis, no seréis como los hipócritas que aman el orar en pie en la sinagoga, y en los cantones de las plazas, para ser vistos de los hombres. En verdad os digo, recibieron su galardón. Mas tú cuando orares, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre, en secreto: Y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará". (vv. 5-6)
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 13
Dice Salomón: "Antes de la oración prepara tu alma" (
Eclo 18,23). Que es precisamente lo que hace el que habiendo dado limosna viene a hacer oración. Las buenas obras mueven la fe del corazón y dan confianza al alma para dirigirse a Dios. Luego la limosna es la preparación de la oración. He ahí por qué el Seńor nos instruye acerca de la oración inmediatamente después de habernos instruido sobre la limosna.
San Agustín,
de sermone Domini, 2, 3
No nos dice precisamente ahora que oremos, sino que nos dice cómo debemos orar, así como antes nos ha enseńado, no que demos limosna, sino cómo debemos darla.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 13
Es la oración una especie de tributo espiritual que el alma ofrece a Dios de lo más íntimo de sus entrańas. Cuanto más gloriosa es, con tanta más cautela debe cuidarse que no se envilezca por ser hecha a causa de los hombres. Y por ello dice: "Cuando oréis, no seáis como los hipócritas".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 19,2
Llama hipócritas a todos aquellos que, fingiendo orar delante de Dios, atienden sólo a los hombres, y por ello ańade: "Que aman orar en las sinagogas."
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 13
Yo creo que esto que dice el Seńor, no se refiere al lugar en que oran, sino al fin que se proponen cuando oran. Siempre es muy laudable el orar en unión de muchos fieles, según aquello que se ha dicho en el Salmo: "Bendecid al Seńor en las iglesias" (
Sal 67,27). El que ora así para ser visto por los hombres no atiende a Dios sino a los hombres, y por lo tanto ora en las iglesias con este fin. Pero de aquel que sólo mira en su oración a Dios, aun cuando ore en la iglesia, sin embargo parece que ora en secreto. Prosigue: "Y en los ángulos de las plazas", para que se crea que oran escondidos, y así son alabados doblemente: lo uno porque oran, y lo otro porque oran ocultamente.
Glosa
Y por ángulos de las plazas se entienden aquí aquellos sitios en que se cruzan dos o más calles, formando lo que se llama una encrucijada.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 13
Con este fin prohíbe el Seńor que se ore en unión de otros, cuando el que ora se propone ser visto por los demás. Y por esto ańade: "Para ser visto por los hombres". El que ore no haga ninguna cosa nueva que llame la atención de los hombres, como clamar, darse golpes de pecho o extender los brazos.
San Agustín,
de sermone Domini, 2,3
No es un pecado el ser visto por los hombres, sino el hacer esto con el fin de ser visto por los hombres.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom.19,3
Siempre es bueno separarse de la vanagloria, especialmente cuando se está en oración. Si aparte de este defecto tenemos el de dejarnos llevar de pensamientos y entramos a orar en la iglesia con tal enfermedad, ¿cómo entenderemos lo que se nos dice?
San Agustín,
de sermone Domini, 2,3
Debemos huir cuanto nos sea posible de que los hombres conozcan que hacemos esto, con el fin de esperar el fruto de agradar a los hombres, y por esto ańade: "En verdad os digo, recibieron su galardón".
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 13
Cada uno en donde siembra, allí recoge. Por lo tanto, los que oran por los hombres y no por Dios, no serán alabados por Dios sino por los hombres.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 19,3
Dice, pues, el Seńor: "Recibieron su galardón", aun cuando Dios quisiera darles la recompensa que parte de El, pero ellos han preferido usurpar la que procede de los hombres. Ańade la manera con que debemos orar, diciendo: "Mas tú, cuando orares, entra en tu aposento, y, cerrada la puerta, ora a tu Padre en secreto".
San Jerónimo
Esto instruye simplemente el entendimiento del que lo escucha para que huya de la vanagloria en la oración.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 13
A fin de que no haya allí más que el que ora, y aquel a quien ora. El testigo grava al que ora, no lo favorece.
Cipriano,
de oratione Domini, 6
El orar en sitios ocultos conviene más a la fe, para que sepamos que Dios está presente en todas partes y que penetra aun en lo más oculto con la plenitud de su Majestad.
San Juan Crisóstomo
Podemos también entender por puerta de la casa la boca del cuerpo, para que no oremos al Seńor con una voz clamorosa sino en el secreto de nuestro corazón, por tres causas: primero, porque Dios, oyente del corazón, no debe llamarse a gritos sino aplacarse por medio de una conciencia recta; segundo, porque no conviene que otro conozca tus oraciones secretas, sino sólo tú y Dios; tercero, porque cuando rezas fuerte, no permites que ore al que está junto a ti.
Casiano,
Collationes, 9, 35
Debemos orar con sumo silencio, a fin de que nuestros enemigos que nos rodean, sobre todo cuando oramos, ignoren la intención de nuestras oraciones.
San Agustín,
de sermone Domini, 2,3
Por nuestros aposentos deben entenderse nuestros corazones, de quienes se dice en el Salmo: "Lo que decís en vuestros corazones, lloradlo en vuestros aposentos" (
Sal 4,5). La puerta es el sentido de la carne. Fuera están todas las cosas temporales que penetran por medio de los sentidos del cuerpo a nuestro pensamiento, y muchas veces una multitud de vanas teorías distraen a los que oran.
San Cipriano,
de oratione Domini, 6
¿Qué abandono es ése, de divagar y dejarse llevar de pensamientos ineptos y profanos cuando habláis a Dios, como si existiese algún pensamiento que mereciera más vuestra atención que considerar que es con Dios con quien hablas? ¿Cómo deseas ser oído por el Seńor, cuando tú mismo no te oyes? Esto es no precaverse del enemigo. Esto es ofender al Seńor por la negligencia en la oración.
San Agustín,
de sermone Domini, 2,3
Debe cerrarse la puerta, esto es, debe resistirse a la tentación carnal, para que la oración espiritual se dirija al Padre, y por eso se hace en lo íntimo del corazón donde se ruega al padre en lo escondido. Y por ello sigue: "Y tu Padre que ve en el secreto, te dará la retribución".
Remigio
Este es el sentido: sea suficiente para ti que sólo conozca tu oración Aquel que conoce el secreto de todos los corazones, porque el único que puede oíros, es el mismo que ve el fondo de vuestra alma.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 19,3
No dijo: "Dará gratis", sino: "Te recompensará", porque El se constituye a sí mismo tu deudor.