Y saliendo, se fue, como solía, al monte de las Olivas, y le fueron también siguiendo sus discípulos. Y cuando llegó al lugar les dijo: "Haced oración para que no entréis en tentación". Y se apartó El de ellos, como un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba, diciendo: "Padre; si quieres, traspasa este cáliz; mas no se haga mi voluntad, sino la tuya". (vv. 39-42)
Beda.
Como el Seńor había de ser entregado por su discípulo, se marchó al lugar donde pudiera encontrarlo fácilmente. Por esto sigue: "Y habiendo salido se fue, como solía, al monte de los Olivos".
San Cirilo.
De día estaba en Jerusalén; pero cuando llegaba la noche se retiraba al monte de los Olivos, donde hablaba con sus discípulos. Sigue: "Y le fueron siguiendo", etc.
Beda.
Muy oportunamente llevó al monte de los Olivos a los que estaban instruidos acerca de los misterios referentes a su cuerpo, porque bautizados todos en su preciosa muerte, daba a entender que después serían confirmados por el crisma del Espíritu Santo.
Teófil.
Después de la cena, no retienen al Seńor ni la pereza, ni el lugar, ni el sueńo, sino la enseńanza y la oración. Por esto sigue: "Y cuando llegó al lugar, les dijo: Haced oración", etc.
Beda.
Es imposible que deje de ser tentado el hombre; por ello dice: "Orad", no para que no seáis tentados, "sino para que no caigáis en tentación". Esto es, para que no os venza la tentación.
San Cirilo.
Pero no contentándose con decirlo de palabra, arrodillándose un poco más adelante, oraba. Por lo que sigue: "Y se apartó El de ellos", etc. En todas las ocasiones le encontrarás orando en la soledad; para que aprendas que debe hablarse con Dios altísimo, con atención y corazón tranquilo. No oraba porque necesitase de la ayuda de otro, El que es la virtud omnipotente del Padre; sino para que aprendamos que no debemos dormirnos en la tentación, sino que debemos insistir con más fervor en nuestras oraciones.
Beda.
Solo oraba por nosotros, Aquel que solo por nosotros había padecido, dándonos a conocer, que tanto su oración como su pasión, se diferenciaban mucho de las nuestras.
San Agustín., De cuaest Evang., 2,
50
"Y se apartó de ellos como un tiro de piedra"; como para exhortarlos, en forma figurada, a que refirieran hacia El la piedra; es decir, que a El aplicaran la intención de la ley que estaba escrita en piedra.
San Gregorio Niceno. Vel Isidorus in Cat. graec. Patr
¿Qué quiere decir doblando la rodilla? puesto que se dice: "Y puesto de rodillas, oraba". Es costumbre entre los hombres rogar de rodillas a los que son más que los que oran; dando a entender que son mucho más los que son rogados. Bien evidente es, que la naturaleza humana no tiene cosa alguna que sea digna de Dios; por eso le veneramos con las demostraciones respetuosas que mutuamente nos prestamos, confesando que somos menos respecto de la grandeza de nuestros prójimos. Por ello, Aquel que llevó sobre sí todos nuestros pecados e intercedió por nosotros, dobló las rodillas de su humanidad para orar, enseńándonos que debemos alejar todo orgullo en los momentos en que estemos orando, y que en todo nos debemos conformar con la humildad; porque Dios resiste a los soberbios, y da su gracia a los humildes (St 4, y
1Pe 5,5)
Crisóstomo
Todo arte es demostrado por aquel que enseńa, tanto con las palabras como con las obras; y como el Seńor había venido a enseńarnos, no cualquier virtud, por esto dice y hace. Por lo tanto, como había mandado orar con palabras para que no cayésemos en tentación, ahora nos enseńa esto mismo con las obras. Prosigue: "Diciendo: Padre; si quieres, aparta de mí este cáliz"; no dice, si quieres, como ignorando si agradaría esto al Padre; no hay cosa más difícil que conocer la divina esencia, que El sólo puede comprender en realidad, según las palabras de San Juan (cap 10,15): "Como me conoce el Padre, yo conozco al Padre"; y no dice esto porque le repugne padecer; ya había reprendido al discípulo que se había opuesto a ello, llamándole Satanás después de haberle distinguido mucho (
Mt 16), ¿cómo puede decirse que no quería ser crucificado? No puede decirse esto si se tiene en cuenta, que nuestro inefable Dios -superior a cuanto se puede comprender- quiso bajar al seno de una Virgen, amamantarse con su leche y sufrir toda clase de sufrimientos en la tierra. Como era casi increíble que todo esto había de suceder, envió primero a sus profetas para que lo vaticinasen así. Después El mismo se vistió de carne, viniendo a la tierra; y para que no se creyera que era aparente, permitió que su carne sufriese todos los accidentes de la humana fragilidad: tener hambre, sed, dormir, trabajar, cansarse y afligirse. Por esto rehusa la muerte, para dar a conocer que tiene consigo una verdadera humanidad.
San Ambrosio
Dice, pues: "Si quieres, aparta de mí este cáliz"; pero es sólo como hombre que rehusa la muerte, ya que como Dios, sigue firme en su propósito.
Beda
Pide que pase de El aquel cáliz, no en verdad porque tema padecer, sino compadecido del pueblo de Israel, que debería beber el cáliz que se le había pronosticado. Por esto no dijo terminantemente, aparta de mí el cáliz, sino este cáliz, esto es, el del pueblo judío que no puede tener excusa si me mata, puesto que tiene la Ley y los Profetas, que me han anunciado con tanta frecuencia.
San Dionisio Alejandrino. In Cat. graec. Patr
Cuando dice aparta de mí este cáliz, no es para que no le venga, sino porque no podría pasar si no viniere; por lo tanto, cuando se dio cuenta de que lo tenía presente, empezó a afligirse, a entristecerse, y al aproximarse dice: "Haz pasar este cáliz". Como lo que pasa ya no se toca ni permanece, así el Salvador -cuando se ve tentado- insta para que la tentación se desvanezca; lo que es no caer en tentación -porque vela cuando ora-. Enseńa el mejor modo de huir de las tentaciones, cuando dice: "Mas no se haga mi voluntad, sino la tuya". Dios es incapaz de obrar mal; quiere, pues, concedernos en abundancia los bienes que pedimos o comprendemos; luego pide que se cumpla la voluntad absoluta del Padre -que El conocía perfectamente-, y que es su misma voluntad en cuanto a la divinidad; rehusó que se cumpliese la voluntad humana, que llama suya, y que es menor que la del Padre.
San Atanasio., De incarnatione contra arrianos,
vel, De natura humana suscepta, versus finem.
Aquí manifiesta que pide de dos modos: en sentido humano, que es carnal, y en sentido divino; la humanidad rehúsa el padecer, porque es de carne; pero el amor de Dios le alienta para que sufra, porque no era posible que prescindiese de la muerte.
San Gregorio Niceno
Asegura Apolinar que Jesucristo no tuvo voluntad propia según lo humano, sino que sólo había voluntad divina en Cristo, que descendió del cielo.
Beda
Al acercarse el Salvador a la pasión, tomó la voz de los que están afligidos; porque cuando va a suceder lo que no queremos que suceda, debemos pedir -por nuestra flaqueza- que no suceda, mientras que con nuestra firme voluntad debemos estar preparados a cumplir las disposiciones de nuestro Creador, aun en contra de nuestros deseos.