"Y cuando oyereis guerras y sediciones, no os espantéis; porque es necesario que esto acontezca primero, mas no será luego el fin". Entonces les decía: "Se levantará gente contra gente, y reino contra reino. Y habrá grandes terremotos por los lugares, y pestilencias, y hambres, y habrá cosas espantosas y grandes seńales del cielo". (vv. 9-11)
San Gregorio,
in evang. hom. 35
El Seńor dice los males que habrán de ocurrir antes del fin del mundo para que, anunciados así, se inquieten menos los hombres en lo futuro. Hieren menos las flechas que se previenen. Por esto dice: "Y cuando oyereis guerras y sediciones", etc. Las guerras son propias de los enemigos, y las sediciones de los ciudadanos, para que sepamos, pues, que seremos turbados exterior e interiormente, dice que tendremos que sufrir de nuestros enemigos y de nuestros hermanos.
San Ambrosio
Ninguno puede ser testigo de estas palabras divinas como nosotros que vemos el fin del mundo. ¿Cuántas guerras y cuántos anuncios de guerras hemos oído?
San Gregorio,
ut sup
Pero como a estos males no ha de seguir inmediatamente el fin, ańade: "Porque es necesario que esto acontezca primero, mas no será luego el fin", etc. La última tribulación será precedida de otras muchas, porque deben preceder muchos males que puedan anunciar el mal sin fin. Por esto sigue: "Entonces les decía: Se levantarán pueblos contra pueblos", etc. Porque es necesario que suframos muchas cosas, unas del cielo, otras de la tierra, otras de los elementos y otras de los hombres. Aquí, pues, se da a conocer la perturbación de los hombres. Sigue: "Y habrá grandes terremotos en muchos lugares", seńales de la cólera del cielo".
Crisóstomo,
hom. 11, in Acta
Los terremotos son algunas veces indicios de ira, pues cuando fue crucificado el Seńor la tierra tembló. Otras veces indican gracia, como sucedió que estando los apóstoles en oración, tembló el lugar en que estaban reunidos. Sigue pues: "Y pestilencia".
San Gregorio,
ut sup
He aquí la desigualdad de los cuerpos; "Y hambre", he aquí la esterilidad de la tierra; "Y habrá cosas espantosas y grandes seńales del cielo", he aquí el desequilibrio de la atmósfera. Deben referirse estas calamidades a las cosas que no guardan el orden de los tiempos; porque lo que sucede con orden no es seńal. Todo lo que recibimos para las necesidades de la vida lo convertimos en elemento de culpas; y todo lo que consagramos a la práctica del pecado se nos convertirá en motivo de castigo.
San Ambrosio
Varias desgracias del mundo habrán de preceder a la destrucción de la tierra, esto es, el hambre, la peste y la guerra.
Teofiactus
Dicen algunos que todo esto no sólo habrá de suceder al fin del mundo, sino que creen que ya se cumplió en la toma de Jerusalén. Una vez muerto el autor de la paz, debían estallar muchas revoluciones y guerras entre los judíos. Después de las guerras vienen la peste y el hambre; la primera porque todos los cadáveres infectan la atmósfera, y la última porque quedan sin cultivo los campos. Josefo dice que vendrán males intolerables por el hambre; y en tiempo del emperador Claudio hubo una gran hambre, como se lee en los Hechos apostólicos, y sucedieron cosas muy terribles que anunciaron la toma de Jerusalén, como refiere Josefo.
Crisóstomo
Dice también que no sucederá en seguida el fin de la ciudad (esto es, la toma de Jerusalén), sino después de muchas batallas.
Beda,
super Cum, audieritis
Advierte luego a los apóstoles que no se espanten por estas cosas y que no abandonen Jerusalén ni Judea. Un reino contra otro, y las pestes (de aquellos cuya palabra se extiende como un cáncer) y el hambre de escuchar la palabra de Dios, y el estremecimiento de toda la tierra, pueden entenderse de los que se separan de la verdadera fe, como los herejes, que peleando entre sí hacen el triunfo de la Iglesia.
San Ambrosio
Hay también otras batallas que sostiene el hombre cristiano, a saber: las luchas de las pasiones y de los deseos; porque son mucho más terribles los enemigos domésticos que los extrańos.