Y muchas gentes iban con El: y volviéndose les dijo: "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer e hijos, y hermanos y hermanas, y aun también su vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz a cuestas, y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo". (vv. 25-27)
San Gregorio, homil. 37, in Evang
El alma se enardece cuando oye hablar de los premios de la gloria y quisiera encontrarse allí, en donde espera gozar eternamente. Pero los grandes premios no pueden alcanzarse sino por medio de grandes trabajos. Por esto se dice: "Y muchas gentes iban con El y volviéndose les dijo".
Teofilacto
Como muchos de los que le seguían no lo hacían con todo afecto, sino con tibieza, da a conocer cómo debe ser su discípulo.
San Gregorio, ut sup
Pero debe examinarse por qué se nos manda aborrecer a nuestros padres y a nuestros parientes carnales 1, cuando se nos manda amar a nuestros enemigos. Si examinamos el sentido del precepto, veremos que podemos hacer una y otra cosa con discreción, de modo que amemos a los que están unidos con nosotros por los vínculos de la carne y que conocemos como prójimos, e ignoremos y huyamos de los que encontremos como adversarios en los caminos del Seńor. Pues no escuchando al que, sabio según la carne, nos conduce al mal venimos a amarlo, por decirlo así, con nuestro odio.
San Ambrosio
Pero no manda el Seńor desconocer la naturaleza, ni ser cruel e inhumano, sino condescender con ella, de modo que veneremos a su autor y que no nos separemos de Dios por amor de nuestros padres.
San Gregorio, ut sup
El Seńor, para dar a conocer que este odio hacia los prójimos no debe nacer de la afección o de la pasión, sino de la caridad, ańadió lo que sigue: "Y aun también su vida". Porque es evidente que amando debe aborrecer al prójimo el que lo aborrece como a sí mismo, puesto que aborrecemos con razón nuestra vida cuando no condescendemos con sus deseos carnales, cuando contrariamos sus apetitos y resistimos a sus pasiones. Ahora, puesto que despreciada se vuelve mejor, viene a ser amada por el odio 2.
San Cirilo
No debe aborrecerse la vida, que aun el mismo San Pablo conservó en su cuerpo con el fin de poder anunciar a Jesucristo. Pero cuando convenía despreciar la vida para dar término a su carrera, confiesa que no es de ningún precio para él ( Hch 20,24).
San Gregorio, ut sup
Manifiesta cuál debe ser este aborrecimiento de la vida ańadiendo: "Y el que no lleva su cruz a cuestas", etc.
Crisóstomo
No dijo esto para que llevemos una verdadera cruz sobre nuestros hombros, sino para que tengamos siempre la muerte ante nuestros ojos. Así era como moría todos los días San Pablo ( 1Cor 15) y despreciaba la muerte.
San Basilio
Tomando la cruz anunciaba la muerte del Seńor, diciendo ( Gál 6,14): "El mundo está crucificado para mí y yo lo estoy para el mundo", lo cual anticipamos nosotros por el bautismo, en que nuestro hombre viejo es crucificado, para que se destruya el cuerpo del pecado.
San Gregorio, ut sup
O porque la palabra cruz quiere decir tormento, nosotros llevamos la del Seńor de dos maneras: cuando mortificamos la carne por la abstinencia, o cuando hacemos nuestras las aflicciones de nuestros prójimos por la compasión. Pero como algunos hacen ver las mortificaciones de su carne, no por Dios, sino por vanagloria y son compasivos, no espiritual, sino materialmente, con razón ańade: "Y viene en pos de mí". Llevar la cruz e ir en pos de Jesucristo, es lo mismo que guardar la abstinencia de la carne y compadecerse del prójimo con el afán de ganar la eterna bienaventuranza.
Notas
1. "Aborrecer"es un modo semítico (hebreo) de expresar un amor único, que no permite comparación en el plano de la igualdad. En este caso, se refiere al amor a Jesús, como se ve también en Mt 10, 37. Es claro que se refiere a que el amor al padre, a la madre y/o a los hijos no puede compararse con el amor que debemos tener al Seńor Jesús.
2. En un lenguaje que hoy nos podría sonar algo negativo, los Padres quieren indicar, con la palabra "odio", el rechazo del pecado que hay en el hombre, y el esfuerzo ascético por dar muerte al hombre viejo. "Aborrecerse a sí mismo" quizá podría traducirse hoy por: "amarse rectamente a sí mismo", en el sentido ascético antes mencionado.