"Id: he aquí que yo os envío, como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado, ni saludéis a nadie por el camino". (vv. 3-4)
San Cirilo
Dice San Lucas a continuación que los setenta discípulos aprendieron de Cristo la erudición apostólica, la modestia, la inocencia, la equidad. Aprendieron a no preferir cosa alguna del mundo a las santas predicaciones y a aspirar de tal modo a la fortaleza del alma que no temiesen ningún terror, ni la misma muerte. Por lo que dice: "Id".
Crisóstomo,
in Mat. hom. 34
La virtud del que los enviaba era su consuelo en todos los peligros. Por ello dice: "He aquí que yo os envío". Como si dijese: Esto basta para vuestro consuelo, esto es suficiente para esperar y no temer los males que puedan sobrevenir; lo que significa cuando ańade: "Como corderos entre lobos".
Isidoro Abad
Dando a conocer la sencillez y la inocencia de los discípulos, pues no llama corderos, sino cabritos, a los que son irascibles e injurian a la naturaleza con sus excesos.
San Ambrosio
Son contrarios entre sí estos animales, por lo que son devorados unos por otros, esto es, los corderos por los lobos. Pero el buen Pastor no quiere que su rebańo tema a los lobos. Por tanto, estos discípulos no fueron enviados como presa, sino a extender la gracia; pues la solicitud del buen Pastor hace que los lobos nada puedan emprender contra los corderos. Luego envía a los corderos entre los lobos para que se realizara aquella profecía: "Entonces los lobos y los corderos se apacentarán juntos" (
Is 65,25).
Crisóstomo hom. 14
Esto fue indicio manifiesto del gran triunfo, que, estando los discípulos rodeados de enemigos, como los corderos lo están de los lobos, sin embargo los convirtiesen.
Beda
O llama especialmente lobos a los escribas y a los fariseos, que son los sacerdotes de los judíos.
San Ambrosio
O los herejes se deben comparar a los lobos, pues los lobos son fieras que acechan los rediles y merodean cerca de las casas de los pastores. No se atreven a penetrar en ellas, pero exploran el sueńo de los perros y aprovechan la ausencia o la torpeza de los pastores para acometer a la garganta de las ovejas y ahogarlas inmediatamente. Son fieros, rapaces, rígidos de cuerpo por naturaleza, de modo que no pueden retornar fácilmente. Son llevados por cierto ímpetu propio y por eso se les burla muchas veces. Si ven antes a algún hombre, el instinto natural los lleva a ahogar su voz; pero si el hombre los ve a ellos antes, temen ser rechazados. Así los herejes asedian los rediles de Jesucristo. Aúllan junto a las casas de noche, porque es siempre de noche para los pérfidos, que oscurecen la luz de Cristo con las nubes de sus falsas interpretaciones. Sin embargo, no se atreven a penetrar en los rediles de Cristo y por ello no son sanados como aquel que fue curado en el establo, cuando cayó en manos de los ladrones. Acechan en ausencia de los pastores, porque estando ellos presentes, no se atreven a acometer a las ovejas de Cristo. Son duros y rígidos por su mala intención, y no acostumbran dejar sus propios errores, a quienes Cristo, verdadero intérprete de la Sagrada Escritura, burla, para que en vano derramen sus ímpetus y no puedan dańar. Si previenen a alguno con los artificios de su disputa, lo hacen enmudecer; pues mudo es el que no confiesa la palabra de Dios con la gloria que le es propia. Guárdate, pues, de que el hereje te quite la voz, si no le sorprendes primero, porque serpea mientras su perfidia está oculta. Mas si conoces las ficciones de su impiedad, no tendrás que temer la pérdida de la voz piadosa. Invaden la garganta y hieren los órganos vitales mientras atentan contra el alma. Si oyes también que alguno se dice sacerdote y conoces su rapińas, quede claro que es oveja en el exterior y lobo por dentro, que desea satisfacer su rabia con crueldad insaciable de matanza humana.
San Gregorio,
hom. 17, in Evang
Muchos hay que cuando reciben el cargo de pastores se enardecen para desgarrar a sus súbditos y hacerles sentir el terror de su poder. Y como no tienen entrańas de caridad, quieren mostrarse seńores y no se reconocen padres, mudando la humildad en orgullo de dominación. Contra todo lo cual debemos considerar que somos enviados como corderos en medio de los lobos, para que guardando el candor de la inocencia, evitemos la mordedura de la malicia. El que se dedica a predicar no debe hacer mal, sino sufrirle; y si el celo de la justicia exige que alguna vez proceda contra sus súbditos, debe amar interiormente a aquellos que castiga y parece perseguir exteriormente. Entonces el pastor aparecerá como tal, cuando no pone su alma bajo el pesado yugo de la codicia terrena. Por lo que sigue: "No llevéis bolsa, ni alforja".
San Gregorio Nacianceno Orat. 1
El resumen de todo esto es que deben ser tan virtuosos, que el Evangelio se propague no menos por el modelo de su vida que por su palabra.
San Gregorio,
ut sup
Tanta debe ser la confianza que el predicador ha de tener en Dios que, aunque no tenga lo necesario para vivir, no debe fijarse siquiera en si esto le falta, no sea que, mientras se ocupa en las cosas de la tierra, no cuide del bien eterno de los demás.
San Cirilo
Así, pues, había mandado no tener cuidado de su misma persona, cuando dijo: "Os envío como corderos entre lobos". Ni concedió tampoco que anduviesen solícitos acerca de las cosas extrínsecas para el cuerpo, cuando dijo: "No llevéis bolsa, ni alforja". Ni aún les permitió llevar algo de lo que no está unido al cuerpo. Por lo que ańade: "Ni calzado". No les prohibió solamente que llevasen bolsa y alforja, sino también todo cuidado o distracción, aún para saludar al que encontrasen; por lo que ańade: "Ni saludéis a ninguno en el camino". Lo que antes dijo también Eliseo. Como si dijera: "Id rectos a vuestra obra, sin cambiar saludos", porque es un dańo emplear en vano el tiempo de la predicación, a excepción de las cosas necesarias.
San Ambrosio
No prohibió esto el Seńor porque le desagradasen las obras de benevolencia, sino porque le agradaba más la intención de proseguir su obra.
San Gregorio Nacianceno
Les mandó también esto el Seńor en honor a la palabra; para que no pareciese que podían ser ya accesibles a las adulaciones, quiso que no se cuidasen de las palabras ajenas.
San Gregorio ut sup
Si se quiere considerar esto como una alegoría, diremos también que el dinero encerrado en la bolsa representa la sabiduría oculta. El que tiene la sabiduría y no quiere hacer participante de ella a su prójimo, la tiene como encerrada en un saco. Por alforja se entienden los cuidados de la vida; por el calzado, los ejemplos de las obras de los muertos. El que toma, pues, a su cargo la predicación, no debe cuidarse de las cosas mundanas; no sea que, preocupándose demasiado por ellas, no pueda elevarse a la predicación de la celestial doctrina. Ni debe fijarse tampoco en los ejemplos de las obras de los necios, para que no crea proteger sus actos con pieles muertas, y que, viendo a los otros obrar así, piense que puede hacer lo mismo.
San Ambrosio
El Seńor nos quiere desprender de todo lo terreno; por esto mandó a Moisés que se descalzase, cuando había de enviarle a libertar a su pueblo (
Ex 3). Mas si alguno desea saber por qué se mandó a los israelitas que comiesen el cordero de pie y con el calzado puesto, al salir de Egipto (
Ex 12), mientras que a los apóstoles se les manda ir a predicar el Evangelio sin calzado, ha de considerar que el que está en Egipto debe temer todavía la mordedura de la serpiente, porque el veneno abunda en Egipto; y el que celebra la Pascua figurativa puede ser herido, mientras que el ministro de la verdad no teme los venenos.
San Gregorio
Todo el que saluda en el camino saluda por la ocasión del viaje, no por el celo de desear la salud. Aquel, pues, que predica, no por amor de la vida eterna, sino por la ambición de los premios que pueden ofrecerle los oyentes, se parece al que saluda en el camino, porque desea la salvación a los oyentes con ocasión, no con intención.