Mas Pedro y los que con él estaban se hallaban cargados de sueńo. Y despertando, vieron la gloria de Jesús y a los dos varones que estaban con El. Y como se apartasen de El, dijo Pedro a Jesús: "Maestro, bueno es que nos estemos aquí y hagamos tres tiendas, una para ti y una para Moisés y una para Elías", no sabiendo lo que se decía. Y cuando él estaba diciendo esto, vino una nube y les cubrió, y temieron viéndolos entrar en la nube. Y salió una voz de la nube diciendo: "Este es mi hijo amado, oídle". Y cuando sonó la voz, se halló solo Jesús. Y ellos callaron, y a nadie dijeron en aquellos días cosa alguna de las que habían visto. (vv. 32-36)
Teofilacto
Cuando Cristo estaba en oración, Pedro se vio oprimido por el sueńo. Era débil y cumplió lo que era humano. Por ello se dice: "Mas Pedro y los que con él estaban se hallaban cargados de sueńo". Pero habiendo despertado, vieron la gloria de Jesús y a los dos varones que con El estaban. De donde sigue: "Y despertando, vieron su majestad y los dos varones que estaban con El".
Crisóstomo,
hom. 57, in Matth
Puede ser que llame sueńo al gran estupor que les produjo aquella visión. No era noche, en verdad, sino que, por el contrario, el excesivo brillo de la luz mortificaba la debilidad de los ojos.
San Ambrosio
El brillo de la divinidad incomprensible abruma nuestros sentidos corporales. Porque si los ojos de nuestro cuerpo no pueden resistir el resplandor de los rayos del sol, ¿cómo los miembros corruptibles del hombre podrán contemplar la gloria de Dios? Y acaso estaban dormidos para que viesen una especie de resurrección después del descanso. Y así, vigilantes, vieron la majestad de El. Porque ninguno ve la gloria de Cristo, si no vigila. Se entusiasmó San Pedro y, aquel que no conocía los atractivos de la vida, apeteció la gloria de la resurrección. Por lo cual prosigue: "Y cuando se apartaron de El", etc.
San Cirilo
Creía acaso San Pedro que se acercaba el tiempo de poseer el reino de los cielos, por lo que deseaba continuar allí en el monte.
San Juan Damasceno orat. de transfig. ut sup
No te conviene, Pedro, que Cristo permanezca allí. Porque si hubiera permanecido allí, no hubiese podido cumplirte lo que te había ofrecido, ni hubieses podido obtener las llaves del reino de los cielos, ni la tiranía de la muerte hubiese sido abolida. No busques antes de tiempo la felicidad, como Adán la deificación. Ya vendrá el día en que contemples sin cesar ese semblante y habites con Aquel que es la luz y la vida.
San Ambrosio
Pedro, como más sobresaliente, no sólo en el afecto, sino que también en las obras, promete el servicio de un común obsequio y, obrero laborioso, quiere construir tres tiendas. Prosigue, pues: "Y hagamos tres tiendas, una para ti", etc.
San Juan Damasceno ut sup
El Seńor no te ha constituido en constructor de tiendas, sino en organizador de la Iglesia universal. Tus palabras, tus discípulos, tus ovejas realizaron tu deseo construyendo un tabernáculo para el Cristo y sus siervos. Pedro no hablaba así con intención, sino por la inspiración del Espíritu Santo, que le revelaba lo que había de suceder. Por lo cual prosigue: "No sabiendo lo que decía".
San Cirilo
Y no sabía lo que decía, porque no había llegado el tiempo del fin del mundo, ni de participar los santos de las gracias ofrecidas. Y como ya había empezado a dispensar sus gracias el Seńor, ¿cómo podía convenir que Cristo dejase de amar al mundo y de querer padecer por él?
San Juan Damasceno ut sup
Convenía también no concretar las consecuencias de la encarnación a aquel monte, sino extenderlas a todos los creyentes. Es decir, todo lo que no podía obtenerse de otro modo que consumando el sacrificio de la cruz.
Tito Bostrense
Ignoraba también San Pedro lo que decía, porque no era conveniente hacer tres tabernáculos para los tres. No se pueden contar a la vez el Seńor y sus siervos, ni las criaturas pueden compararse con su Creador.
San Ambrosio
Tampoco puede la debilidad humana hacer en este cuerpo mortal un tabernáculo digno al Seńor, ni en su alma, ni en su cuerpo, ni en ninguna otra cosa. Y, aun cuando Pedro no sabía lo que decía, sin embargo, ofrecía sus servicios a quien distinguía con su afecto, no por una petulancia impremeditada, sino por una pronta devoción, fruto de su piedad. Su ignorancia venía de su condición y lo que prometía, de su devoción.
Crisóstomo,
ut sup
O de otro modo: había oído que convenía que El muriese y resucitase al tercer día. Veía mucha distancia y soledad y creyó que aquel lugar era el más seguro. Por lo que dijo: "Bueno es que estemos aquí". Estaba también allí Moisés -que había entrado en la nube (
Ex 24)- y Elías -que en el monte había traído el fuego del cielo (
2Re 1)-. Por eso el Evangelista, para expresar la confusión de su espíritu que lo hacía hablar así, dijo: "No sabiendo lo que decía".
San Agustín,
de cons. evang. 2, 56
En cuanto a lo que San Lucas dice aquí de Moisés y Elías: "Y cuando se apartaron de El, dijo Pedro a Jesús: Maestro, bueno es que nos estemos aquí", no debe creerse que allí esté en contradicción con lo que dicen San Mateo y San Marcos, que unieron lo que dijo San Pedro con lo que hablaban con el Seńor Moisés y Elías. No expresaron que lo dijera entonces, sino que más bien pasaron en silencio lo que éste ańadió, es decir, que Pedro habló así al Seńor cuando Moisés y Elías se retiraron.
Teofilacto
Diciendo Pedro: "Hagamos tres tiendas", el Seńor fabrica un tabernáculo, que no es obra de la mano del hombre, y entra en él con sus profetas. Por ello sigue: "Y cuando El estaba diciendo esto, vino una nube y los cubrió", para dar a entender que no era menor que el Padre. Porque así como en el Antiguo Testamento se decía que el Seńor habitaba en una nube, así ahora una nube tomó al Seńor, no tenebrosa, sino clara y resplandeciente.
San Basilio
Porque la oscuridad de la ley había pasado ya, y así como el humo procede del fuego, así la nube procede de la luz. Mas como la niebla es seńal de calma, se da a conocer el descanso de la eterna mansión por medio de la nube.
San Ambrosio
Esta sombra es del Espíritu Santo, que no oscurece los afectos de los hombres, sino que revela los misterios.
Orígenes in Mat. tract. 3
No pudiendo soportar los discípulos tanta gloria, se postraron humillados bajo la poderosa mano de Dios, sobrecogidos de temor, sabiendo lo que se había dicho a Moisés: "No verá el hombre mi cara mientras viva" (
Ex 33,20). Por lo cual prosigue: "Y tuvieron miedo, viéndole entrar en la nube".
San Ambrosio
Téngase entendido que esta nube no fue formada por los negros vapores del aire y no cubría el cielo de horror y de tinieblas; sino que era una nube luminosa, que no los inundó con la lluvia de las aguas, sino que derramó el rocío de la fe y regó las inteligencias de los hombres con la voz de Dios Omnipotente. Prosigue, pues: "Y vino una voz de la nube, diciendo: Este es mi Hijo amado". No es Elías este hijo, no es Moisés este hijo, sino que mi Hijo es éste a quien veis solo.
San Cirilo in Tesauro,
lib. 12 cap 14
¿Cómo, pues, podría creerse que el que es verdaderamente el Hijo sea hecho o creado cuando Dios el Padre tronó desde arriba: "Este es mi Hijo"?. Como si dijere: No uno de los hijos, sino el que verdadera y naturalmente es Hijo, a semejanza del cual otros son adoptivos. Así manda obedecerlo, cuando ańade: "A El oíd". Ymás que a Moisés y a Elías, porque Cristo es el fin de la Ley y de los Profetas. Por lo que el Evangelista prosigue: "Y al salir esta voz, hallaron solo a Jesús".
Teofilacto
Para que no creyese alguien que aquellas palabras: "Este es mi Hijo el amado", se referían a Moisés o a Elías.
San Ambrosio
Estos se retiraron al punto que el Seńor empezó a ser designado. Tres se vieron al principio, uno al fin: uno son en la fe perfecta; luego ellos son, por decirlo así, recibidos en el cuerpo de Cristo, porque nosotros también seremos uno en Cristo o quizá porque la Ley y los Profetas vienen del Verbo.
Teofilacto
Así, lo que comenzó en el Verbo termina en el Verbo. Esto nos insinúa que la Ley y los Profetas no eran más que por su tiempo -como Moisés y Elías- y que luego desaparecerían para dejar solo a Jesús; pues ahora queda solo el Evangelio, y los legales pasaron.
Beda
Y observa que tanto en el momento en que Jesús es bautizado en el Jordán, cuanto en el que aparece transfigurado en el monte, se da a conocer el misterio de la Santísima Trinidad; porque habremos de ver la gloria de Aquél, que confesamos en el bautismo, en el día de la resurrección. Y no aparece aquí en vano el Espíritu Santo en una nube brillante y allí bajo la forma de paloma. Porque el que ahora guarda en la simplicidad de su corazón la fe que ha recibido, contemplará entonces con la luz de una clara visión las cosas que había creído.
Orígenes
El Seńor no quiere que antes de su pasión se digan las cosas que pertenecen a su gloria. Por lo que prosigue: "Y ellos callaron", etc. Porque se hubieran escandalizado (y especialmente el vulgo) si hubiesen visto crucificar a Aquel que había sido así glorificado.
San Juan Damasceno orat. de tranfigur. ut sup
También mandó esto mismo el Seńor, conociendo las imperfecciones de sus discípulos, que todavía no habían recibido la plenitud del Espíritu Santo, con el fin de que no tuviesen tristeza los que no lo habían visto, y para que no se excitase la envidia del que lo había de vender.