Y saliendo Jesús de allí, se fue a las partes de Tiro, y de Sidón. Y he aquí una mujer Cananea, que había salido de aquellos términos, y clamaba diciéndole: "Seńor, hijo de David, ten piedad de mí: mi hija es malamente atormentada del demonio". Y El no respondió palabra. Y llegándose sus discípulos, le rogaban y decían: "Despáchala, porque viene gritando en pos de nosotros". Y El respondiendo dijo: "No soy enviado sino a las ovejas que perecieron de la casa de Israel". Mas ella vino y le adoró diciendo: "Seńor, valedme". El respondió y dijo: "No es bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros". Y ella dijo: "Así es, Seńor; mas los perros comen de las migajas que caen de la mesa de su seńores": Entonces respondió Jesús, y le dijo: "Oh mujer, grande es tu fe: hágase contigo como quieres; y desde aquella hora fue sanada su hija". (vv. 21-28)
San Jerónimo
El Salvador, después de abandonar a los fariseos y a los calumniadores, pasa a los países de Tiro y Sidón para curar a sus habitantes y por eso se dice: "Y saliendo Jesús de allí, se fue a las partes de Tiro y de Sidón".
Remigio
Tiro y Sidón fueron dos ciudades habitadas por gentiles. Porque Tiro era la metrópoli de los cananeos y Sidón el término, mirando al norte, de los mismos cananeos.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,1
Es digna de atención la conducta del Seńor, quien en el momento en que separó a los judíos de la observancia sobre los alimentos, abrió la puerta a los gentiles. Así también Pedro recibió en una visión la orden de abolir esa ley, e inmediatamente fue enviado a Cornelio ( Hch 10,5). Pero si alguno pregunta: ¿Cómo es que después de haber dicho el Seńor a sus discípulos que no fueran por los caminos de los gentiles, ahora El mismo va por ese camino? Contestaremos en primer lugar, que el Seńor no estaba sujeto al precepto que dio a los discípulos, y además porque no fue allí a predicar y por eso dice San Marcos ( Mc 7,24) que se ocultó a sí mismo.
Remigio
Fue allí para curar a los de Tiro y Sidón, o para librar del demonio a la hija de esa mujer y condenar por su fe la perversidad de los escribas y de los fariseos. De esa mujer dice el evangelista: "Y he aquí una mujer cananea, que había salido de aquellos términos, etcétera".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 52,1
El evangelista la llama cananea, a fin de hacer ver la influencia que en ella ejercía la presencia de Cristo. Los cananeos que habían sido expulsados para que no pervirtieran a los judíos, se mostraron en esta ocasión más sabios que los judíos, saliendo fuera de sus fronteras y acercándose a Cristo. Mas esta mujer, luego que se hubo acercado a Cristo, no le pidió más que misericordia. Por eso sigue: "Y clamaba diciéndole: Seńor, hijo de David, ten piedad de mí".
Glosa
Gran fe se nota en estas palabras de la cananea: cree en la divinidad de Cristo cuando lo llama Seńor y en su humanidad cuando le dice hijo de David. No pide ella nada en nombre de sus méritos, invoca sólo la misericordia de Dios, diciendo: "Ten piedad". Y no dice ten piedad de mi hija, sino de mí, porque el dolor de la hija es el dolor de la madre y a fin de moverlo a compasión, le cuenta todo su dolor. Por eso sigue: "Mi hija es malamente atormentada por el demonio". En estas palabras descubre ella sus heridas al médico y la magnitud y características de su enfermedad. La magnitud, cuando dice: "Es atormentada malamente" y las características por las palabras: "por el demonio".
Orígenes, hom. 7 inter collectas ex diversis locis
Ved la sabiduría de esa mujer. No se fue a los hombres seductores, ni buscó fórmulas vanas, sino que dejando todas las supersticiones diabólicas, se va al Seńor y no pidió a Santiago, ni suplicó a Juan, ni se acercó a Pedro; sino que amparada en la protección de la penitencia, corrió sola al Seńor. Y mirad una escena nunca vista. Pide y manifiesta con gritos su dolor y el Seńor, que tanto ama a los hombres, no le responde y por eso sigue: "Y El no respondió palabra".
San Jerónimo
Y no le responde no por un acto de soberbia semejante a la de los judíos, ni por el orgullo propio de los escribas, sino por no parecer que estaban en contradicción su conducta y aquellas palabras suyas: "No vayáis por los caminos de los gentiles" ( Mt 10,5). No quería dar motivo a que le calumniaran y reservaba para el tiempo de su pasión y resurrección la completa salvación de los gentiles.
Glosa
Con esa dilación y falta de respuesta, nos manifiesta el Seńor la paciencia y la perseverancia de la mujer. También fue una de las causas para no responder, el que quisiera que los discípulos le suplicaran por ella a fin de hacernos ver lo necesarias que son para conseguir alguna cosa las súplicas de los santos. Por eso sigue: "Y llegándose los discípulos, le rogaban, etc."
San Jerónimo
Los discípulos, que aún no sabían en ese tiempo los misterios de Dios, rogaban por la mujer cananea, o bien movidos a compasión, o bien porque deseaban librarse de su importunidad.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,29
Parece haber una especie de contradicción entre lo dicho anteriormente y la narración de San Marcos que dice que cuando vino la mujer a suplicar por su hija, se encontraba el Seńor en una casa. Puede desde luego creerse que San Mateo no habló de la casa y sin embargo, contó el mismo hecho. Pero como él refiere que los discípulos dijeron al Seńor: "Despáchala, porque viene gritando en pos de nosotros", parece indicar que la mujer dirigió sus súplicas al Seńor cuando éste iba andando. Debe, pues, entenderse este pasaje en este sentido: La mujer entró en la casa donde estaba el Seńor, puesto que San Marcos dice que el Seńor estaba en una casa; pero después de las palabras que refiere San Mateo: "Y no la respondió". Durante este tiempo de silencio (puesto que ningún evangelista dice si continuó el Seńor en la casa) es de creer que el Seńor salió de aquella casa. Así se enlaza todo perfectamente y desaparece toda diferencia entre ambos evangelistas.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom, 52,1
Yo presumo que se entristecieron los discípulos ante la desgracia de la mujer pero no se atrevieron, sin embargo, a decir: Dale esa gracia, cosa que nos sucede a nosotros con frecuencia. Queremos persuadir a alguno y sin embargo, le decimos muchas veces lo contrario de lo que queremos. Mas, respondiendo Jesús mismo dice: "No soy enviado sino a las ovejas de Israel, etc."
San Jerónimo
No dice esto porque no hubiera sido enviado a las demás naciones, sino para indicar que fue a Israel, a donde primeramente había sido enviado y que después de que este pueblo rechazara el Evangelio, el Evangelio pasaría con justicia a los gentiles.
Remigio
Fue enviado, con especialidad, al pueblo de Israel, para que este pueblo recibiese su enseńanza, hasta con su presencia visible.
San Jerónimo
Y dice seńaladamente: "A las ovejas perdidas de Israel" para que con estas palabras comprendamos el significado de la oveja errante, de que se habla en otra parábola ( Lc 15).
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 52,2
Pero al ver la mujer que nada podían los apóstoles, perdió la vergüenza, dichosa vergüenza. Antes no se atrevía a presentarse delante del Seńor. Por eso sigue: "Porque viene gritando en pos de nosotros". Mas cuando parecía que se retiraría llena de angustia, entonces se acerca más al Seńor. Por eso sigue: "Mas ella vino y le adoró".
San Jerónimo
Notad cómo esta mujer cananea lo llama con perseverancia hijo de David, en seguida Seńor y por último le adora.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 52,2
Y por esto no dijo: Ruega, o suplica a Dios, sino, oh Seńor, ayudadme. Y cuanto más aumentaba la mujer sus súplicas, tanto menos atendía El a sus súplicas. Y no llama ovejas a los judíos, sino hijos. Mas a ella perro. "Y El respondiendo dijo: no es bien, etcétera".
Glosa
Hijos son los judíos engendrados y alimentados en el culto de un solo Dios por la ley. Su pan son el Evangelio, los milagros y cuanto pertenece a nuestra salvación. No es, pues, conveniente que se quiten todas estas cosas a los hijos y se den a los gentiles (que son los perros), mientras sean repudiados por los judíos.
Rábano
Los gentiles son llamados perros a causa de su idolatría, y los perros bebiendo sangre y devorando los cadáveres se vuelven rabiosos.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 52,2
¡Mirad la sabiduría de la mujer! No se atrevió a contradecir, ni se entristeció por las alabanzas de los otros, ni se abatió por las cosas sensibles que la echaron en cara. Por eso sigue: "Mas ella dijo: Es verdad, Seńor; pero también los perros comen de las migajas que caen de las mesas de sus seńores, etc.". Había dicho El: "No es bien" y ésta dijo: "Así es, Seńor". El llama hijos a los judíos y ella, seńores. El llamó perro a esta mujer y ella ańadió la cualidad de los perros, como si dijera: si soy perro, no soy extrańa; me llamas perro, aliméntame tú como a un perro. Yo no puedo abandonar la mesa de mi Seńor.
San Jerónimo
Son ensalzadas la fe, la humildad y la paciencia admirables de esta mujer. La fe, porque creía que el Seńor podía curar a su hija. La paciencia, porque cuantas veces era despreciada, otras tantas persevera en sus súplicas. La humildad, porque no se compara ella sólo a los perros, sino a los cachorrillos. Sé -dice- que no me merezco el pan de los hijos, ni puedo tomar sus alimentos enteros, ni sentarme a la mesa con el Padre; pero me contento con lo que da a los cachorrillos, a fin de llegar, mediante mi humildad, hasta la mesa donde se sirve el pan entero.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 52,2-3
Por esta razón, se retardaba el Seńor, El sabía que ella le hablaría de esa manera y no quería que quedara oculta tan grande virtud. Por eso sigue: "Entonces respondió Jesús y le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe: hágase contigo como quieres!" Como si dijera: tu fe puede comprender cosas mayores que éstas, pero entretanto hágase contigo como tú quieres. Observad que esta mujer influyó no poco en la curación de su hija y por eso no dijo Cristo: Sea curada tu hija, sino: "Tu fe es grande: hágase contigo como quieres". De esta manera nos da a entender la sencillez de corazón con que hablaba esa mujer, no para adular al Seńor, sino para manifestarle su gran fe. Esta palabra de Cristo es parecida a aquella otra: "Hágase el firmamento y fue hecho" ( Gén 1,6). Por eso sigue: "Y desde aquella hora fue sanada su hija". ¡Mirad cómo alcanza la mujer, lo que no obtuvieron los apóstoles. Tan gran poder tiene la insistencia en la oración! y Dios prefiere que le dirijamos a El nuestras súplicas por nuestros pecados, a que nos valgamos de las súplicas de otros.
Remigio
Estas palabras nos ofrecen un ejemplo de la necesidad que hay de catequizar y bautizar a los nińos. Porque no dice la mujer: salva a mi hija, o ayúdala, sino ten compasión de mí y ayúdame. De aquí viene la costumbre en la Iglesia de prometer los fieles la fe a Dios en lugar de sus hijos pequeńos, por no tener éstos la razón y la edad suficientes para hacer a Dios esa promesa y así como por la fe de esa mujer fue sanada su hija, así también por la fe de los fieles se perdonan los pecados a los nińos.
Esta mujer significa, en sentido alegórico, a la Iglesia Santa, formada por todas las naciones. La venida del Seńor, después de abandonar a los escribas y a los fariseos, a los países de Tiro y de Sidón, nos figura el abandono en que después dejaría a los judíos y que se pasaría a los gentiles. Y salió esta mujer de los confines de su tierra, porque la Iglesia santa salió de los errores y vicios antiguos.
San Jerónimo
Yo pienso que la hija de la cananea representa las almas de los fieles, que eran cruelmente maltratadas por el demonio, cuando no conocían a su Creador y adoraban las piedras.
Remigio
El Seńor designa con la palabra "hijos" a los patriarcas y profetas de aquel tiempo, con la palabra "mesa" a la Sagrada Escritura y con "migas" a los preceptos leves o a los misterios íntimos que dan el alimento a la Iglesia y con "cortezas" a los preceptos carnales que observaban los judíos. Se dice que son comidas las migas debajo de la mesa porque la Iglesia se somete con humildad al cumplimiento de los preceptos divinos.
Rábano
Los perros pequeńos no comen las cortezas, sino las migajas del pan de los nińos, porque los que eran despreciados entre las naciones, convirtiéndose a la fe, buscan, no la superficie literal de la Escritura, sino el sentido espiritual, con el que pueden adelantar en sus buenas obras.
San Jerónimo
¡Admirable transformación de las cosas! En otro tiempo estaban en Israel los hijos de Dios y nosotros éramos los perros. La diversidad de la fe cambia algún tanto este orden. Después (en el tiempo en que se cumpla el misterio de la pasión) se dirá a los judíos: Muchos perros me han rodeado ( Sal 21,13) y nosotros oiremos con la mujer cananea estas palabras: "Tu fe te ha salvado".
Rábano
Con razón se llama grande a esta fe, porque las naciones, sin haber sido imbuidas en la ley, ni haber sido instruidas por los profetas, obedecerán prontamente a las primeras palabras que les dirijan los apóstoles, por cuya obediencia merecerán la salud y si el Seńor difiere la salud de sus almas y no atiende a las primeras lágrimas de las súplicas de la Iglesia, nunca esas almas deben desesperarse o dejar de suplicar, sino antes al contrario, deben insistir en sus plegarias.
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,18
El no venir el Seńor a las casas del hijo del centurión y de la mujer cananea, significa que las naciones a donde El no fuere, alcanzarán la salvación por medio de su palabra. La curación del hijo del centurión y de la hija de la mujer cananea mediante las súplicas de sus padres, es figura de la Iglesia, que es madre de todos los miembros, que son sus hijos. Porque se la llama madre de todos los hombres que la componen y éstos llevan, por lo mismo, el nombre de hijos.
San Hilario, in Matthaeum, 15
O también, esta mujer, que salió fuera de los límites de su país, es la primera de los prosélitos. Es decir, salió de entre las naciones para ir al medio de un pueblo que le era extrańo, suplica por su hija (esto es, por la plebe de las naciones, sometidas a la dominación de los espíritus inmundos) y llama al Seńor hijo de David, porque lo conoció por la ley.
Rábano
Además, si alguno tiene manchada su conciencia por la suciedad de algún vicio, ése tiene, indudablemente, a su hija malamente atormentada por el demonio y si alguno ha viciado sus buenas obras con el veneno del pecado, éste también tiene a su hija agitada por las furias del espíritu impuro y necesita, por consiguiente, acogerse a las súplicas y a las lágrimas y acudir a la intercesión y al auxilio de los santos.