"También el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en la mar, allega todo género de peces. Y cuando está llena la sacan a la orilla, y sentados allí, escogen los buenos y los meten en vasijas, y echan fuera a los malos. Así será en la consumación del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los meterán en el horno del fuego: allí será el llanto y el crujir de los dientes". (vv. 47-50)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 47,2
Después de haber recomendado el Seńor por las anteriores parábolas la predicación del Evangelio, a fin de que no nos confiemos solamente en esta predicación y de que no pensemos que para salvarnos basta la fe, ańade otra parábola, diciendo: "También el reino de los cielos es semejante a una red".
San Jerónimo
Después de cumplida la profecía de Jeremías: "Yo os enviaré muchos pescadores" (
Mt 16,16) y después que Andrés, Santiago y Juan oyeron aquellas palabras: "Seguidme y os haré pescadores de los hombres" (
Mt 4,19), tejieron para sí del Nuevo y del Antiguo Testamento la red de los dogmas evangélicos, y la lanzaron al mar de este mundo. Y esta red está aún tendida en medio de las olas, cogiendo todo lo que cae entre los remolinos engańosos y amargos, es decir, los hombres buenos y malos. Y esto es lo que significa: "De toda clase", etc.
San Gregorio,
homiliae in Evangelia, 11,4
O de otra manera, se compara la Iglesia Santa a una red porque ha sido entregada a unos pescadores, y todos mediante ella son arrastrados de las olas de la vida presente al reino eterno, a fin de que no perezcan sumergidos en el abismo de la muerte eterna. Esta Iglesia reúne toda clase de peces, porque llama para perdonarlos a todos los hombres, a los sabios y a los insensatos, a los libres y a los esclavos, a los ricos y a los pobres, a los fuertes y a los débiles. Estará completamente llena la red, esto es, la Iglesia, cuando al fin de los tiempos esté terminado el destino del género humano. Por eso sigue: "La cual cuando está llena", etc., porque así como el mar representa al mundo, así también la ribera del mar figura el fin del mundo, y es en este momento cuando son escogidos y guardados en vasijas los buenos, y los malos son arrojados fuera. Es decir, los elegidos serán recibidos en los tabernáculos eternos, y los malos, después de haber perdido la luz que iluminaba el interior del reino, serán llevados a las tinieblas exteriores, porque ahora contiene la red de la fe igualmente, como a mezclados peces, a todos los malos y buenos. Pero luego en la ribera se verá los que estaban dentro de la red de la Iglesia.
San Jerónimo
Porque cuando esté en la ribera la red, se verá con claridad la separación de los peces.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 47,2
¿En qué se diferencia esta parábola de la de la cizańa? Porque en ésta, lo mismo que en aquélla, unos se salvan y otros perecen. En esta última, a la verdad, perecen por la herejía de sus perversas doctrinas; en la primera parábola de la simiente, porque no hacían caso de las verdades que se les proponían, y en la parábola de la red por su mala vida. Porque, aunque han sido cogidos ellos en la red, esto es, aunque gozan del conocimiento de Dios, por sus iniquidades no pueden salvarse. Y con el objeto de que nadie juzgue que las palabras: "Los malos serán arrojados fuera" significan un castigo suave, el Seńor demuestra la gravedad de ese castigo exponiendo las referidas palabras, cuando dice: "Así será en la consumación del siglo: saldrán los ángeles y separarán los malos de entre los justos", etc. Aunque en otro lugar diga (
Mt 25) que El mismo los separará como separa el pastor las ovejas de los cabritos, dice aquí, sin embargo, lo mismo que en la parábola de la cizańa, que esto lo harán también los ángeles.
San Gregorio,
homiliae in Evangelia, 11,4
Mas todo esto es más bien para temer que para exponer; porque con el objeto de que nadie pueda alegar la excusa de que ignoraba esta doctrina, apoyándose en la oscuridad de los suplicios eternos, el Seńor dice sin rodeos los tormentos que experimentarán los pecadores.
Rábano
Cuando llegare el fin del mundo, entonces aparecerá con toda claridad la separación de los peces. Y los buenos, como en un tranquilísimo puerto, serán llevados a las vasijas de las mansiones celestiales, y la llama del infierno recibirá a los malos para tostarlos y desecarlos.