"No queráis poseer en vuestros cintos oro, ni plata, ni dinero: no llevéis en vuestros viajes alforja, ni dos túnicas, ni calzado, ni báculo, porque el operario merece que se le alimente". (vv. 9-10)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 32,4
El Seńor después de prohibir el comerciar con las cosas divinas, arranca la raíz de todos los males con las palabras: "No queráis poseer oro, ni plata".
San Jerónimo
Porque si ellos al predicar no reciben salario, demás está el poseer oro, plata o dinero. Si efectivamente lo poseyesen, darían lugar a creer que ellos predicaban, no por salvar a los hombres, sino por amor a la ganancia.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 32,4
Este precepto tiene por objeto, primero elevar a sus discípulos sobre toda sospecha; segundo, dejarles libres de todo cuidado, a fin de que puedan emplear todo el tiempo en la predicación; tercero el manifestarles su poder, por lo que después les dijo: "¿Por ventura cuando os mandé sin saco y sin bolsillo os faltó cosa alguna?" ( Lc 22,35).
San Jerónimo
Aquel que prohibió las riquezas representadas por el oro, la plata y el cobre, viene a prohibir casi hasta lo necesario para la vida, a fin de que los apóstoles de la verdadera religión, que establecía que todo era dirigido por la divina Providencia, se manifestasen sin preocupación de ningún género por su porvenir.
Glosa
Por eso ańade: "ni dinero en vuestros cintos". De dos maneras son las cosas necesarias: o porque son indispensables para comprar y en este sentido se toman las palabras "ni dinero en vuestros cintos", o porque las mismas cosas en sí son de absoluta necesidad y esto es lo que significa la alforja.
San Jerónimo
Con las palabras "ni alforja para el camino" confunde a los filósofos conocidos vulgarmente con el nombre de bactroperatas, que despreciando al mundo y teniendo como de ningún valor todas las cosas, viajan bien provistos de toda clase de provisiones. Sigue: "Ni dos túnicas", esto es, dos vestidos completos; no quiere que lleven dos vestidos, no porque crea que en la Escitia y en los climas fríos baste un solo vestido, sino que les prohibe el llevar más vestido que el puesto, a fin de que no se preocupen con las contingencias del porvenir. Sigue: "Ni calzado". El mismo Platón sostiene, que para evitar la molicie, es preciso dejar al descubierto las dos extremidades del cuerpo, la cabeza y los pies: porque cuanta más firmeza tienen estas dos partes, más robustez adquieren las demás. Sigue: "Ni báculo". ¿Para qué necesitan la defensa del báculo los que están protegidos por Dios?
Remigio
Nos manifiesta el Seńor con estas palabras, que El llama a los santos predicadores a la dignidad del primer hombre, que mientras poseyó los bienes celestiales, jamás deseó los terrenales y sólo pensó en éstos cuando perdió aquellos por el pecado.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 32,4
¡Dichoso cambio! en lugar del oro, de la plata y de otras cosas parecidas, recibieron el poder de dar la salud a los enfermos, de resucitar a los muertos y de otras cosas semejantes: por eso no les dice desde el principio: "No poseáis oro ni plata"; sino después de haberles dicho: "Limpiad los leprosos, arrojad los demonios". Por donde se ve que de hombres, por decirlo así, hizo ángeles, dejándoles libres de toda solicitud por las cosas de esta vida, a fin de que no tuvieran más cuidado que el de la predicación y aun quitándoles este cuidado con aquellas palabras: "No estéis inquietos por lo que habéis de hablar", porque lo que os parece pesado y difícil, os será muy ligero y fácil. Nada hay más dulce, que el no tener cuidado de ningún género y sobre todo si se puede tener la confianza de que lo podemos poseer todo sin desear nada, con la presencia de Dios que siempre está atento a todas nuestras necesidades.
San Jerónimo
Y porque mandó a los apóstoles casi desnudos y desembarazados para la predicación. Y porque parecía dura esta condición de los maestros, por eso suavizó la severidad de este mandato con las siguientes palabras: "Porque es digno el operario de su alimento"; que vale tanto como decir: No recibáis más que lo necesario para el vestido y para el alimento. Es lo que nos dice el Apóstol: "Teniendo qué vestir y qué comer estemos contentos" ( 1Tim 6,8) y en otra parte: "Aquel que es catequizado, debe dar de todo lo que posee al que le catequiza" ( Gál 6,6), a fin de que los discípulos que reciben los bienes espirituales, hagan a sus maestros partícipes de sus bienes temporales, no para enriquecerlos, sino para atender a sus necesidades.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 32,5
Era conveniente que los discípulos alimentasen a los Apóstoles, de quienes recibían la enseńanza, para que no despreciasen a estos últimos, con el pretexto de que ellos nada recibían y lo daban todo y para que no los abandonasen como cosa despreciable. Y para que los Apóstoles no dijeran que se les manda a vivir mendigando y de esta manera no se avergüencen, los llama operarios y les dice que el operario es digno de un salario. Y para que no se formasen ellos la idea de que porque su ministerio era verbal, carecía de importancia, les dice: "El operario es digno de su alimento". No determinan estas palabras la clase de recompensa de que es digno el trabajo apostólico, sino que dan una regla de conducta a los apóstoles, a fin de que puedan convencer a los que atienden a sus necesidades, que todo lo que dan lo dan por un derecho de justicia.
San Agustín, sermones 46,2
No es, pues, el Evangelio una cosa venal, que se predica por un salario temporal. Porque si así fuera vendible, a muy bajo precio sería vendida una cosa tan grande. Exijan, pues, del pueblo los predicadores el sustento indispensable para las necesidades de la vida y de Dios la recompensa de su ministerio. Lo que el pueblo da a los que lo evangelizan, no lo hace por caridad, sino que se lo da como un deber, a fin de que atiendan a sus necesidades y de esta manera puedan continuar evangelizando.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,30
Cuando el Seńor dice a los Apóstoles: "No queráis poseer oro" les ańade a continuación: "porque es digno el operario de su sustento". Por estas palabras se ve claramente la razón de por qué no quiere el Seńor que sus discípulos posean ni lleven dinero; no porque no sea éste necesario para las necesidades de la vida, sino para darles a entender que El los envía de tal manera, que sus necesidades debían cubrirlas aquellos a quienes anunciaban el Evangelio, como si fueran soldados a quienes se paga su justo estipendio. No fue la voluntad del Seńor, en este pasaje, el que los Apóstoles viviesen pendientes únicamente de lo que les ofrecían aquellos a quienes evangelizaban, porque esto estaría en oposición con lo que practicaba San Pablo, que vivía del trabajo de sus manos. Sino que quiso darles un poder, e indicarles que este poder era la razón del deber en que estaban aquellos a quienes evangelizaban, de cubrir sus necesidades. Cuando el Seńor impone un precepto, es preciso, si no se ha de cometer una falta por desobediencia, cumplirlo; pero no es lícito no usar o abandonar un derecho propio que el Seńor ha concedido. Mandando, pues, el Seńor que el que predica el Evangelio viva del Evangelio, estas palabras dirigidas a los apóstoles, tenían por objeto indicarles, que llenos ellos de seguridad, no poseyesen ni llevasen las cosas necesarias a la vida, ni grandes, ni pequeńas, o como dice el Seńor: "ni bastón", puesto que los fieles estaban en la obligación de darles, no lo superfluo, sino todo lo que necesitasen. La palabra bastón significa autoridad, según aquellas palabras de San Marcos: No toméis para el camino más que el bastón ( Mc 6), San Mateo no prohibió, al decir que se viajara descalzo, el uso del calzado, sino la preocupación de que no faltara el calzado. Esta misma interpretación debe darse a la prohibición de llevar para el camino más túnica que la puesta y la de poseer dos túnicas, que no necesitaban, puesto que tenían autoridad para recibir otra cuando la primera quedaba inservible. Las palabras de San Marcos, de que los Apóstoles se calzaran con sandalias, tienen un sentido místico: este calzado deja descubierto el pie por arriba y cubierto por abajo: de esta manera el Evangelio no se debe ocultar ni se debe apoyar en los intereses temporales. Y al prohibir que se lleven dos túnicas y más expresamente el cubrirse con ellas, nos aconseja que nuestra conducta debe ser sencilla y no debemos vivir con doblez. Es indudable que todo lo que el Seńor dijo, lo dijo parte en sentido figurado, parte en sentido propio y que los evangelistas dan en sus escritos esos dos sentidos a las palabras del Seńor. Quien tuviera la opinión de que el Seńor no pudo hablar en un mismo pasaje ya en sentido figurado o ya en el propio, que mire las demás partes del Evangelio y verá cómo su opinión es atrevida e irreflexiva. Cuando el Seńor dice que al dar la limosna o cualquiera otra cosa, debe hacerse con tanto sigilo que no se aperciba la mano izquierda de lo que hace la derecha ( Mt 6), es indudable que estas palabras deben tomarse en sentido figurado.
San Jerónimo
Parte de estas palabras tienen un sentido histórico y parte un sentido anagógico. No es conveniente el que los maestros posean oro, plata, o el dinero que se suele llevar en los cintos: la palabra oro significa el sentido; la plata la palabra y el cobre el metal de la voz. No debéis, dice a los discípulos, tomar cosa alguna de éstas de los hombres, sino como venidas de Dios, así como no debéis dar oídos a la doctrina de los filósofos y a las perversas herejías de los herejes.
San Hilario, in Matthaeum, 10
El cinto es el medio de que nos servimos para guardar el dinero y prohibiéndonos el Seńor llevar dinero en el cinto, nos aconseja que debemos evitar llevar cosa alguna temporal, por el ejercicio de nuestro ministerio. Nos previene que no llevemos alforja para el camino, es decir, que no tengamos solicitud por nuestra subsistencia material; porque todo tesoro en la tierra es perjudicial, porque donde esté nuestro tesoro, estará nuestro corazón. Dice también: "Ni dos túnicas". Porque a los que nos hemos vestido de Cristo una vez, nos basta una sola túnica y después de habernos envuelto en la verdad incontestable, debemos rechazar la vestidura de la herejía y de toda ley que no sea la de Dios. "Ni calzado", porque debemos caminar por una tierra santa y libre de las espinas y aguijones de los pecados, como se mandó a Moisés ( Ex 3) y defender nuestros pies con las sandalias que hemos recibido de Cristo.
San Jerónimo
O bien: el Seńor nos previene que no tengamos atados nuestros pies con las ligaduras de la muerte, a fin de estar desnudos al entrar en la tierra santa, ni llevar báculo, que se podría convertir en serpiente, ni apoyarnos en defensa alguna de la carne. Porque el bastón y semejantes apoyos son cańas frágiles, que se rompen al menor esfuerzo y hieren la mano que se apoya en ellos.
San Hilario, in Matthaeum, 10
No somos indignos de poseer el derecho de un poder extrańo, si tenemos la vara de la raíz de Jesé.