Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos les bendijo; y aconteció, que mientras los bendecía, se apartó de ellos, y era llevado al cielo. Y ellos, después de haberle adorado, se volvieron a Jerusalén con grande gozo. Y estaban siempre en el templo, loando y bendiciendo a Dios. Amén. (vv. 50-53)
Beda
Omitiendo todo lo que el Seńor había hecho con sus discípulos en el espacio de cuarenta días, el evangelista pasa del primer día de su resurrección al último día en que subió a los cielos, diciendo: "Los sacó fuera, hasta Betania". Ante todo, por lo que dice el nombre de la ciudad -que quiere decir
casa de obediencia - entendemos que el que había bajado del cielo por la desobediencia de los malos, subió por la obediencia de los convertidos. Además, por el lugar que ocupaba la ciudad (que según se dice estaba a la falda del monte de los Olivos), porque la casa de la Iglesia obediente debía estar a la falda del monte mismo (esto es, de Cristo), en donde ha colocado los fundamentos de la fe, de la esperanza y de la caridad. Bendijo a quienes había mandado enseńar. Por ello sigue: "Y alzando las manos los bendijo".
Teófil
Les infundió la fuerza que conserva hasta la venida del Espíritu Santo. Nos enseńó que cuantas veces nos separamos, encomendemos a nuestros súbditos a Dios por medio de las bendiciones.
Orígenes
El acto de levantar las manos y bendecirlos, significa que el que bendice debe estar adornado de buenas y heroicas obras, para bien de los demás; por esto levantó las manos al cielo.
Crisóstomo
Obsérvese que el Seńor nos hace ver sus promesas. Había ofrecido que resucitarían los cuerpos; resucitó El de entre los muertos, y confirmó a sus discípulos en esta fe por espacio de cuarenta días. Ofreció también que seremos arrebatados al cielo, y probó esto también por medio de las obras. Prosigue: "Y aconteció, que mientras los bendecía", etc.
Teófil
Elías también parecía ser llevado al cielo, pero el Salvador mismo ascendió al cielo como precursor de todos para presentarse en su cuerpo sacratísimo como primicia ante el Padre. En este concepto, ya fue honrada nuestra naturaleza con todas las virtudes de los ángeles.
Crisóstomo
Pero dirás: ¿a mí en qué me interesa? Pues tú serás igualmente llevado a los cielos, porque tu cuerpo es de la misma naturaleza que el cuerpo de Jesucristo. Tu cuerpo, pues, será tan ágil, que podrá atravesar los espacios; porque así como la cabeza, es el cuerpo; como el principio, así el fin. Véase cómo fuimos honrados por este principio. El hombre era la clase más ínfima de las creaturas racionales, pero los pies se hicieron semejantes a la cabeza, fueron encumbrados en una torre real por virtud de Jesucristo, su cabeza.
Beda
Habiendo subido el Seńor a los cielos y habiendo adorado sus discípulos el último lugar que pisaron sus pies, volvieron apresuradamente a Jerusalén, en donde se les había mandado esperar la promesa del Padre. Prosigue: "Y ellos, después de haberle adorado, se volvieron", etc. Estaban embargados de una grande alegría, porque después del triunfo de la resurrección, habían visto a su Dios y Seńor penetrar en los cielos.
Griego
Y velaban, ayunaban y oraban, porque no descansando en sus propias casas, sino esperando constantemente la gracia de lo alto, estaban siempre en el templo, aprendiendo en él, entre otras virtudes, la piedad y la honestidad. Prosigue: "Y estaban siempre en el templo".
Teofilacto
Todavía no había venido el Espíritu Santo y ya hablaban espiritualmente. Al principio estaban encerrados, pero ahora ya no tenían inconveniente en presentarse delante de los príncipes de los sacerdotes, sin preocuparse de las cosas del mundo, antes bien, alababan todos a Dios, desestimando todo esto. Prosigue: "Loando y bendiciendo a Dios. Amén".
Beda
Obsérvese que San Lucas se distingue por el toro, entre los cuatro animales del cielo, porque el toro se ofrecía como víctima por los sacerdotes, y en atención a que se ocupó del sacerdocio más que los otros evangelistas. Además empezó su Evangelio por el ministerio sacerdotal de Zacarías en el templo, y lo concluyó con la reunión de los apóstoles en el templo, no ofreciendo sacrificios cruentos, sino como ministros del nuevo sacerdocio, alabando y bendiciendo a Dios, para prepararse así a recibir dignamente la venida del Espíritu Santo.
Teófil
Prosigamos imitándolos siempre en una vida santa, alabando y bendiciendo a Dios, de quien es la gloria, la dicha y el poder por los siglos. Amén.