Y decía Juan a las turbas que venían a recibir su bautismo: "Raza de víboras, ¿quién os ha enseńado que podréis huir de la ira que os amenazaba? Haced dignos frutos de penitencia, y no andéis diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque os digo que de estas piedras puede hacer Dios nacer hijos a Abraham. La segur ya está puesta en la raíz de los árboles; así que todo árbol que no da buen fruto, será cortado y echado al fuego". (vv. 7-9)
Orígenes
Todo aquel que permanece en su primitivo estado, no dejando sus antiguas costumbres ni sus hábitos, no viene en debida forma a recibir el bautismo. Por tanto, si alguno quiere bautizarse, que salga. Por lo cual dice terminantemente: "Y decía a las gentes que venían a recibir su bautismo"; es decir a las gentes que salían por el bautismo; porque si lo hubieran recibido ya, nunca les hubiese dicho: "Raza de víboras".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom.11
Este morador del desierto, viendo que los que habitaban la Palestina lo rodeaban y admiraban, no se doblegaba por tanto respeto, sino que levantándose contra ellos los reprendía. La Sagrada Escritura en el Génesis
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
, impone a los hombres, según las pasiones que los dominan, los nombres de algunas fieras. Así llama perros a los desvergonzados, caballos a los lujuriosos, asnos a los locos, leones y leopardos a los voraces y petulantes, áspides a los engańosos, y serpientes y víboras a los venenosos y astutos. De aquí que San Juan se atreva a llamar a los judíos raza de víboras.
San Basilio, Contra Eunomium, 2
Conviene saber que engendrado e hijo se dice de los animales, en tanto que "genimen" (germen o raza) puede llamarse al feto antes que se forme, también se llama germen al fruto de las palomas, pero rara vez se usa de estos nombres para los animales, y siempre en mal sentido.
Crisóstomo, in Matth., hom. 12
Dicen que la víbora mata al macho al fecundarla, cuya cría al nacer desgarra el vientre de su madre, como vengándose de la muerte de su padre; así que la prole de la víbora es parricida. Tales eran los judíos, que mataban a sus padres espirituales y a los doctores. Mas ¿por qué los llamaba así no hallándoles en el pecado, sino empezando a convertirse? ¿No debía acariciarlos en vez de injuriarlos? Debe creerse que no daba fe a lo que hacían exteriormente, porque conocía los secretos de su corazón, por habérselo revelado Dios. Se jactaban ellos demasiado de sus progenitores, y para destruir esta raíz los llama raza de víboras, sin vituperar por ello a los patriarcas, ni llamarlos víboras.
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia. 20
Porque envidiaban a los buenos y los perseguían, siguiendo el camino de sus padres carnales, como hijos envenenados nacidos de padres envenenados y ponzońosos. Y lo que precede se refiere a que toda carne verá a Jesucristo en el juicio final, ańade con razón: "¿Quién os ha enseńado que podréis huir de la ira que os amenaza?" La ira que os amenaza es la advertencia de la última venganza.
San Ambrosio
Se les recomienda la prudencia por la misericordia de Dios, para que teman con prudente sumisión el terror del juicio final, y hagan penitencia de sus pecados. O tal vez, según lo que se lee en San Mateo: "Sed prudentes como la serpiente" ( Mt 10,16), manifiestan tener prudencia natural los que preven lo que es útil y lo buscan espontáneamente; pero que aún no se separan de lo que es perjudicial.
San Gregorio, homilia in Evangelia 20
Como entonces no podrá huir de la ira de Dios el pecador, que no recurre ahora al llanto de la penitencia, ańade: "Haced dignos frutos", etc.
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12
No es bastante para los que hacen penitencia el renunciar a sus pecados, sino que necesiten también hacer frutos dignos de esa misma penitencia, según lo que se lee en el Salmo: "Sepárate de lo malo, y practica lo bueno" ( Sal 33,15), como no es bastante para curar una herida el sacar de ella la saeta, sino que además es preciso aplicar medicinas a la llaga. No dice fruto, sino los frutos, dando a entender que han de ser abundantes.
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Y no solamente dice frutos de penitencia, sino que han de ser dignos de penitencia. Así, pues, al que no haya hecho nada ilícito, se le concede que use de lo lícito; pero el que ha pecado debe abstenerse de lo lícito en tanto que se acuerde de haber cometido lo ilícito; porque los frutos de las buenas obras no son iguales para el que ha faltado menos que para el que ha faltado más, para el que no ha cometido culpa ninguna, que para el que ha cometido algunas. Por tanto, cada cual, según su conciencia, debe procurar adquirir tanto mayores méritos de buenas obras por la penitencia, cuanto más graves sean los dańos que se ha causado por la culpa.
Máximo
Se entiende por fruto de penitencia la impasibilidad del alma, de la que no gozamos plenamente mientras somos agitados por las pasiones, puesto que aún no hemos hecho dignos frutos de penitencia. Hagamos penitencia en realidad, para que libres de las pasiones obtengamos el perdón de los pecados.
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Pero los judíos, vanagloriándose por la nobleza de su origen, no querían reconocerse como pecadores, porque descendían de Abraham; por lo cual el Evangelista les dice oportunamente: "Y no andéis diciendo: Tenemos por padre a Abraham".
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12
No da a entender con esto que no descendiesen de Abraham según el orden de la naturaleza, sino que de nada les aprovecharía el descender de él, si no honraban su parentesco según la virtud. La Sagrada Escritura acostumbra a llamar leyes de parentesco, no aquéllas que consisten en la naturaleza, sino las que proceden de la virtud o del vicio. Así, pues, se llama hijo o hermano al que se parece a ellos.
San Cirilo
¿Qué es en efecto la nobleza carnal, si no se sustenta con hechos semejantes? Es, pues, en vano el vanagloriarse de tener antepasados nobles, si no se tiene las virtudes.
San Basilio
La ligereza del padre no hace que un caballo sea veloz en su carrera; que así como en los demás animales se considera como bueno aquél que se distingue de los de su clase, así también tiene el hombre su propia alabanza en la prueba que da de sus méritos presentes. Es torpe querer adornarse con honores ajenos, cuando falta la virtud propia.
San Gregorio Niceno
Una vez publicado el destierro de los judíos (o vaticinada su reprobación), trata inmediatamente el evangelista de la vocación de los gentiles, a quienes llama piedras, por lo cual sigue: "porque os digo", etc.
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12
Como diciendo: No creáis que, aun cuando perezcáis vosotros, el patriarca quedará sin hijos; porque Dios también puede presentarle hombres sacados de las piedras, y hacerlos de su sangre. Así sucedió desde el principio; porque hacer salir hombres de las piedras equivale a hacer nacer hijos del seno estéril de Sara.
San Ambrosio
Y si bien Dios puede convertir y transformar las naturalezas, con todo veo en ello mas bien un misterio que un milagro: ¿qué otra cosa más que piedras eran aquéllos que adoraban a las piedras? Sus ídolos eran semejantes a aquéllos que las habían labrado. Profetiza, pues, que la fe habría de infundirse en los corazones de piedra de los gentiles, y les promete por medio del oráculo divino, que habrán de convertirse en hijos de Abraham. Para que se comprenda que los hombres son comparados con las piedras, los compara también con los árboles, cuando ańade: "la segur ya está puesta en la raiz de los árboles". Cambia, pues, de ejemplo, para hacernos entender por estos grados de comparación un progreso ya del hombre más noble.
Orígenes, in Lucam, 23
Y ciertamente, si la consumación se acercase y también el fin de los tiempos, no habría dificultad para mí, pues diría que se anunciaba esto porque iba a cumplirse entonces. Pero habiendo pasado tantos siglos después de haber dicho esto el Espíritu Santo, juzgo que se profetizó respecto del pueblo de Israel, porque estaba próxima su destrucción. Entre otras cosas decía a aquellos que iban a él para que los bautizase, lo que sigue.
San Cirilo
Llama segur en el caso presente, a la ira mortífera que había de venir de Dios sobre los judíos, por haber saciado su impiedad sobre Jesucristo. Y no dice que la hoz haya penetrado en la raíz, sino que está puesta en la raíz (esto es, junto a ella), porque ramas fueron cortadas, sin que la planta quedara extirpada de raíz, puesto que los restos de Israel han de salvarse.
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
De otro modo, el árbol de este mundo es todo el género humano. La hoz es nuestro Redentor, quien como por el mango y el hierro es asido por la humanidad, aun cuando corta por la Divinidad. Y está puesta la hoz en la raíz del árbol, porque aun cuando espera con paciencia, se ve, sin embargo, lo que ha de hacer. Y debe advertirse que dice que la hoz está puesta, no junto a las ramas, sino junto a la raíz, porque cuando los hijos de los malos son sacrificados, ¿qué otra cosa se hace más que cortar las ramas infructuosas del árbol? Pero cuando se sacrifica a toda una raza con su padre, se corta de raíz el árbol infructuoso. Además, todo el que es perverso encuentra preparado el fuego del infierno, porque no ha querido hacer frutos de buenas obras.
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12
Con suma propiedad dice: "Que no da fruto", y ańade "bueno", porque Dios crió al hombre para que trabajase, y el trabajo constante es natural en él (o lo que es lo mismo, es natural que trabaje), así como el ocio es contra su naturaleza, porque es perjudicial a todos los miembros del cuerpo, y aun más al alma, puesto que como ella es naturalmente movible, no puede sufrir el ocio. Pero así como el ocio es malo, también lo es el ejercicio cuando se emplea en hacer el mal, y por esto, después de hablar de la penitencia, anuncia que la hoz está puesta; no que está cortando, o que ya ha cortado, solamente para inspirar terror o amenazando.
San Ambrosio
Haga fruto de gracia aquel que pueda, haga penitencia el que deba hacerla, porque está presente el Seńor que busca el fruto, vivifica a los fecundos y reprende a los estériles.