"Para alumbrar a los que yacen en las tinieblas y en la sombra de la muerte: para enderezar nuestros pasos por el camino de la paz". (v. 79)
Beda
Jesucristo se llama Oriente y con mucha propiedad, porque nos dio a conocer el nacimiento de la verdadera luz. Por esto dice: "Para alumbrar a los que yacen en las tinieblas y en la sombra de la muerte", etc.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, 14
Aquí no llama tinieblas a las materiales, sino al error y a la separación de la fe, o sea, a la impiedad.
San Basilio
Los gentiles vivían entre tinieblas -las que aumentaban con la adoración de los ídolos- hasta que apareció la luz que disipó aquella oscuridad, haciendo brillar el esplendor de la verdad.
San Gregorio Magno,
Moralia, 4, 17
Se entiende por sombra de la muerte el olvido del espíritu. Porque así como la muerte hace que no tenga ya vida lo que mata, así el olvido hace que aquello que invade no exista más en la memoria. Por esto se dice que el pueblo judío, que se había olvidado de Dios, yacía en la sombra de la muerte. Entiéndese por esta sombra la muerte de la carne, porque así como la verdadera muerte es la que separa al espíritu de Dios, así la sombra de la muerte es la que separa al espíritu del cuerpo. De aquí que por voz de los mártires se diga en el Salmo: "Donde nos cubrió una sombra de muerte" (
Sal 43,20). También se entiende por sombra de muerte la imitación del diablo, al cual se llama muerte en el libro del Apocalipsis (
Ap 6). Porque así como la sombra se extiende en proporción de lo que es el cuerpo, así las acciones de los impíos se expresan por cierta especie de imitación del diablo.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, 14
Dice con toda propiedad que yacen porque no andábamos en tinieblas, sino que permanecíamos inmóviles, como no teniendo esperanza de quedar libres de ellas.
Teofilacto
El Seńor, cuando nace, no sólo alumbra a los que yacen en las tinieblas. Como se ve por lo que sigue, dice algo más: "Para enderezar nuestros pasos por el camino de la paz". El camino de la paz es el de la justicia, al que ha dirigido nuestros pasos, esto es, los afectos de nuestras almas.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 33
Dirigimos nuestros pasos por el camino de la paz cuando recorremos el de las buenas obras, sin separarnos de la gracia de nuestro Seńor.
San Ambrosio
Advertimos también que Isabel profetiza para pocos y Zacarías para muchos, aun cuando uno y otro están inspirados por el Espíritu Santo. Pero en esto se observa el debido orden, que quiere que la mujer procure conocer las cosas divinas más bien que enseńarlas
1.
Notas
1.
Afirmación condicionada por la cultura del autor.