Y cuando hubieron comido, dice Jesús a Simón Pedro: "¿Simón, hijo de Juan, me amas más que éstos?" Le responde: "Sí, Seńor, Tú sabes que te amo". Le dice: "Apacienta mis corderos". Le dice segunda vez: "¿Simón, hijo de Juan, me amas?" Le responde: "Sí, Seńor, Tú sabes que te amo". Le dice: "Apacienta mis corderos". Le dice tercera vez: "¿Simón, hijo de Juan, me amas?" Pedro se entristeció porque le había dicho la tercera vez: "¿Me amas?" Y le dijo: "Seńor, Tú sabes todas las cosas: Tú sabes que te amo". Y le dijo: "Apacienta mis ovejas". (vv. 15-17)
Teofilacto
Después de la cena, confía a Pedro el gobierno del rebańo universal, no a los otros. Por esto dice: "Cuando hubieron comido, dijo a Simón Pedro, Jesús," etc.
San Agustín, in Ioannem, tract 126
Sabiendo el Seńor, pregunta. Sabía el Seńor que Pedro no sólo le amaba, sino que le amaba más que todos.
Alcuino
Es llamado Simón de Juan, esto es, hijo de Juan, su padre por la carne. En sentido espiritual Simón quiere decir obediente, y Juan gracia. Y con razón es llamado así obediente a la gracia de Dios, para que se demuestre que el mayor amor de que está poseído, no es, en efecto, de un mérito humano, sino un don de la gracia divina.
San Agustín. In serm. Pass. 149
En la muerte del Seńor temió y negó, pero resucitando el Seńor, le quita el miedo y le infunde el amor. Porque cuando negó, temió morir, mas resucitando el Seńor, ¿qué había de temer, si veía en El muerta la muerte? Y sigue: "Le dijo: Tú, sabes, Seńor, que te amo". Entonces confía sus ovejas al que confiesa su amor. Por eso sigue: "Dice a Pedro: Apacienta mis corderos". Como si no pudiera Pedro manifestar su amor a Cristo de otro modo, que siendo pastor fiel sometido al príncipe de todos los pastores.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 87
El principal bien que nos resulta de este amor, es el de procurar la salvación del prójimo. Prescindiendo, pues, el Seńor de los demás Apóstoles, dirige a Pedro estas promesas, porque Pedro era el primero de los Apóstoles, y la voz de los discípulos y la cabeza del colegio. Por esto, después que fue borrada su negación, le invistió como prelado de sus hermanos. No le echa en cara su negación, sino que le dice: Si me amas, preside a tus hermanos, y da testimonio ahora del amor que por todas partes demostraste, sacrificando por mis ovejas esa vida que dijiste que darías por mí.
Sigue: "Vuelve a preguntarle: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?", etc.
San Agustín, ut supra
Con razón pregunta a Pedro: "¿Me amas?" y responde: "Te amo" y le dice: "Apacienta mis corderos". Con esto se demuestra que la dilección y el amor son un mismo sentimiento, pues el Seńor no le pregunta en la última vez: ¿Me estimas?, sino "¿Me amas?" Sigue pues: "Dícele por tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Esta es la tercera vez que el Seńor pregunta a Pedro si le ama, haciéndole confesar tres veces lo que negó tres veces, a fin de que la lengua no sirva menos al amor que lo que sirvió al temor, y que habló, más por conjurar la muerte que le amargaba, que por despreciar la vida presente.
Crisóstomo, ut supra
Le pregunta tres veces, y tres veces le encarga lo mismo, dando a entender lo que aprecia el gobierno de sus propias ovejas, y que en confiárselas le da la mayor prueba de su amor.
Teofilacto
De aquí viene la costumbre de la triple confesión que se hace en el bautismo.
Crisóstomo, ut supra
Después de la tercera pregunta, se turba. Por lo que sigue: "Pedro se contristó porque le preguntó por tercera vez: ¿Me amas?" Temiendo que sucediera otra vez como antes que, pareciéndole amar al Seńor, no le ame y sea reprendido como lo fue primero cuando se consideraba muy fuerte, se ampara al mismo Cristo. Por eso sigue: "Y le dice: Seńor, tú que sabes todas las cosas"; esto es, lo más secreto del corazón, presente y futuro.
San Agustín, De verb Dom
Se entristeció, porque preguntado repetidamente por aquel que sabía lo que preguntaba y le inspiraba la respuesta, contestó con toda veracidad, y de lo íntimo de su corazón profirió aquella palabra de amor: "Tú sabes que te amo".
San Agustín, in Ioannem, tract., 124
No ańade, empero, "más que estos", porque él respondió lo que sabía de sí mismo y no podía saber cuánto podría amarle otro, cuyo corazón no podía ver. Sigue: "Dícele: apacienta mis ovejas"; como si dijera: sea el ejercicio del amor el apacentar el rebańo del Seńor, así como fue indicio de cobardía el negar al pastor.
Teofilacto
Cualquiera puede seńalar la diferencia entre corderos y ovejas; corderos son los que entran, pero ovejas los perfectos.
Alcuino
Apacentar las ovejas es confirmar a los creyentes en Cristo para que no se aparten de la fe, socorrer sus necesidades, resistir a los contrarios y corregir a los súbditos descarriados.
San Agustín
Los que de tal modo apacientan las ovejas de Cristo que más quieren que sean suyas que de Cristo, queda demostrado que no aman a Cristo, sino que están poseídos de la ambición de gloria, de dominio y de riquezas, pero no de la caridad de obedecer, servir y agradar a Dios. Sea a Cristo al que amemos y no a nosotros mismos y en apacentar a sus ovejas busquemos lo que es de Dios, y no lo que es nuestro. Porque el que se ama a sí mismo y no a Dios, no se ama; pues el que no puede vivir de sí mismo, muere suponiendo que se ama. No se ama, pues, quien no se ama para vivir. Pero aquel que es amado por quien vive, no ama más amándose, porque no se ama para amar a aquel de quien se vive.
San Agustín, in serm. Pass
Han existido siervos infieles que dividieron el rebańo de Cristo e hicieron su peculio de lo que hurtaron, y oirás que dicen: Aquellas son mis ovejas. ¿Qué dices, mis ovejas? No te encuentro entre las mías, porque si decimos nosotros mías, y ellos dicen suyas, Cristo perdió sus ovejas.