Y Juan dio testimonio diciendo: "Que vi el Espíritu Santo que descendía del cielo como paloma, y reposó sobre El. Y yo no le conocía: mas Aquél que me envió a bautizar en agua, me dijo: Sobre Aquél que tú vieres descender el Espíritu y reposar sobre El, Este es el que bautiza en Espíritu Santo. Y yo le vi, y di testimonio que Este es el Hijo de Dios". (vv. 32-34)
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 16
San Juan había dicho cosas grandes del Salvador, lo que era muy suficiente para que se asombrasen cuantos oían (como aquello de que El solo podría quitar todos los pecados del mundo entero). Queriendo hacer esto más creíble, lo refería a Dios y al Espíritu Santo. Y como alguno podría preguntar a San Juan, ¿cómo has conocido tú a éste?, le responde que por la venida del Espíritu Santo. Por esto sigue: "Y Juan dio testimonio: diciendo que vi el Espíritu que descendía".
San Agustín,
De Trin., 15, 27
No fue ungido Jesucristo por el Espíritu Santo cuando bajó sobre El en forma de paloma después de bautizado, porque entonces se dignó prefigurar su cuerpo, esto es, su Iglesia, en la que especialmente los bautizados reciben el Espíritu Santo. Y es muy absurdo el creer que, teniendo ya treinta ańos (cuya edad tenía cuando fue bautizado por San Juan), recibiese el Espíritu Santo, y que éste viniese sobre El sin pecado, como sin pecado había recibido el bautismo. Y si bien es verdad que se ha escrito de su siervo y precursor: "que éste sería lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre" (
Lc 1,15), y éste que había sido engendrado por padre humano había recibido ya el Espíritu Santo al ser concebido en el vientre de su Madre, ¿qué deberá entenderse y creerse de Jesucristo en cuanto hombre, cuya concepción, aunque se verificó en la carne, no fue carnal, sino espiritual?
San Agustín,
De Agone christiano, cap. 22
Y no decimos con esto que Jesucristo tuviera únicamente verdadero cuerpo ni que el Espíritu Santo se dejase ver de los hombres de una manera engańosa. Porque así como no convenía que el Hijo de Dios engańase a los hombres, así tampoco debía engańarlos el Espíritu Santo. Pero no era difícil a la omnipotencia de Dios, que había sacado todo el universo de la nada, hacer que un verdadero cuerpo de paloma apareciese en realidad sin el concurso natural de otros animales de la misma especie, así como tampoco le había sido difícil formar un verdadero cuerpo en las entrańas de la Virgen, sin la cooperación del hombre.
San Agustín,
in Ioannem, tract. 6, sparsim
De dos maneras visibles manifiesta el Seńor al Espíritu Santo: por medio de la figura de una paloma, cuando baja sobre el Salvador después de bautizado, y por medio de fuego, cuando baja sobre los apóstoles el día que se encontraban reunidos. En el primer caso se nos representa la sencillez; en el segundo, el fervor. Por lo tanto, para que no sean engańados los que reciben la santificación, se les manifiesta por medio de una paloma, y para que la sencillez no permanezca fría se demuestra por medio del fuego. Y no llame la atención que las lenguas estuviesen separadas. No queramos temer la disipación, y conozcamos la unidad en la paloma. Y así debía darse a conocer el Espíritu Santo cuando venía sobre el Seńor, con el fin de que cada uno comprenda que cuando tiene el Espíritu Santo, debe ser sencillo como la paloma y tener con sus hermanos verdadera paz, significada por las caricias que se hacen las palomas. También se acarician los cuervos, pero se pican, mas la picada de las palomas es inocente por naturaleza; además, los cuervos se alimentan de carne muerta, y la paloma no tiene esta propiedad sino que se alimenta de las semillas de la tierra. Y si bien es verdad que las palomas parece que lloran cuando están en amores, no debe llamar la atención que el Espíritu Santo quiera darse a conocer en forma de paloma, porque El intercede por nosotros con gemidos inexplicables (
Rom 8,26). Mas el Espíritu Santo no gime en sí mismo, sino en nosotros, porque nos hace gemir. El que conoce que vive bajo la presión de esta mortalidad terrena, y que está errante lejos de Dios, en tanto que gime por esto, gime bien, porque el Espíritu Santo le enseńó a gemir. Mas hay muchos que gimen por el bienestar de la tierra, o por verse abrumados de dańos, o por enfermedad corporal, o por otra cosa parecida; en este caso no gimen con el gemido de la paloma. ¿De qué otra manera iba a representarse el Espíritu Santo para significar la unidad, sino por la paloma (
Ct 6,8)? De esta manera podría decir a su Iglesia una vez formada: mi paloma es una sola. ¿Y cómo debió figurar la humildad sino por la ave sencilla y que gime? Allí apareció toda la Beatísima Trinidad. El Padre en la voz que decía: "Tú eres mi Hijo muy amado" (
Lc 3,22), el Espíritu Santo en la forma de paloma. Y en esta Trinidad fueron enviados los Apóstoles a bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (
Mt 28,19).
San Gregorio,
Moralium, 2, 41
Y dice que descansó sobre El, porque el Espíritu Santo viene sobre todos los fieles. Pero permanece siempre de una manera especial únicamente sobre nuestro mediador, porque el Espíritu Santo nunca se separa de la humanidad de Jesucristo, de cuya divinidad procede. Mas como dice a sus discípulos respecto del mismo Espíritu Santo: "Con vosotros permanecerá" (
Jn 14,17), ¿cómo es que permanece sobre Jesucristo como una figura especial? Esto lo comprenderemos más rápido si conocemos los dones del Espíritu Santo. Porque Este permanece siempre en sus escogidos por medio de sus dones: la mansedumbre, la humildad, la fe, la esperanza y la caridad, sin los cuales no puede llegarse a la vida eterna. Mas en aquellos en quienes a través de la manifestación del Espíritu no se guarda nuestra vida, sino que se va detrás de otros asuntos, no siempre permanece, sino que algunas veces deja de manifestar sus signos para que sus virtudes sean tomadas con mayor humildad. Mas Jesucristo siempre le tuvo presente en todas las ocasiones.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 16
Y para que no se crea que Jesucristo necesitó que viniese el Espíritu Santo, como nos sucede a nosotros, destruye también esta sospecha, dando a conocer que la venida del Espíritu Santo únicamente tiene por objeto la manifestación de Jesucristo. Por esto sigue: "Y yo no le conocía; mas Aquél que me envió a bautizar con agua, me dijo: sobre Aquél que tú vieres descender el Espíritu Santo, y reposar sobre El, Este es, etc.".
San Agustín,
in Ioannem, tract. 5
¿Y quién envió a San Juan? Si decimos que el Padre, no mentimos, lo mismo que si decimos que el Hijo. Pero es mejor decir que el Padre y el Hijo. ¿Y cómo decía entonces que no conocía a Aquél que le había enviado? Y si aún no conocía a Aquél por quien quiso ser bautizado, dijo temerariamente: "Yo debo ser bautizado por ti". Por tanto lo conocía. ¿Y entonces por qué dice: "yo no le conocía"?
Crisóstomo,
ut sup
Pero cuando dice: "no le conocía", se refiere a un tiempo anterior y no al tiempo que estaba cerca del bautismo cuando no quería bautizarle, diciendo: "Yo debo ser bautizado por ti".
San Agustín,
in Ioannem, tract. 4, 5 et 6, sparsim
Léanse los otros evangelistas, que dijeron esto con más claridad, y encontraremos terminantemente que bajó la paloma cuando el Salvador salía del bautismo. Por tanto, si la paloma bajó después del bautismo y antes de él dijo San Juan al Seńor: "Yo debo ser bautizado por ti", entonces le conocía antes del bautismo. Y ¿cómo dice ahora: "yo no le conocía, mas Aquél que me envió a bautizar me dijo: sobre Aquél que tú vieres descender el Espíritu", etc.? ¿Oyó San Juan esto para conocer a aquél a quien no conocía? Había conocido, en verdad, que el Seńor era el Hijo de Dios, y él sabía que El bautizaba en el Espíritu Santo. Y antes de que Jesucristo viniese al río, estando muchos alrededor de San Juan, les dijo: "El que ha de venir en pos de mí es mayor que yo: El os bautizará en Espíritu Santo y en fuego". Pero qué, ¿no conocía que el poder de bautizar lo tenía el Seńor y que se lo habría de retener? (No fuera que San Pablo o San Pedro dijese: mi bautismo, como encontramos que dijo San Pablo: mi Evangelio.) Pero igualmente se trataba de conceder, a los buenos y a los malos, la administración de este sacramento. ¿Qué dańo te puede hacer un mal ministro, cuando el Seńor es bueno? He aquí que fue bautizado por Juan, pero ¿acaso no podría haber sido bautizado por un homicida? Pues San Juan dio su bautismo, pero homicidas han dado el bautismo de Cristo, cuyo sacramento es tan santo que no puede mancharse aun cuando sea administrado por un homicida. Pudo también el Seńor (si hubiera querido) conceder su
potestad a algún siervo suyo para que hiciera sus veces, de tal modo que le diese igual eficacia a la facultad de bautizar delegada al siervo, que no se distinguiese del administrado por el mismo Seńor. Pero no quiso esto, para que en El se conservase la esperanza de los bautizados, que debían conocer por quién eran bautizados. Y no quiso poner esta esperanza de un siervo en otro siervo. Y si hubiese concedido este poder a sus siervos, habría tantos bautismos cuantos siervos. Y así como se ha dicho: el bautismo de San Juan, así se diría también: el de Pedro o el de Pablo. Mas por esta potestad, que sólo se reservó Jesucristo, se conserva la unidad de la Iglesia, de la que se ha dicho: "Mi paloma es una sola" (
Ct 6,8). Puede también suceder, que alguno tenga un bautismo distinto del de la paloma, pero no puede aprovechar a nadie otro más que el de la paloma.
Crisóstomo,
ut sup
Y como el Padre dejó oír su voz dando a conocer al Hijo, vino el Espíritu Santo emitiendo su voz sobre la cabeza de Jesucristo, no fuese que alguno de los presentes creyese que se hablaba de San Juan lo que se decía de Jesucristo. Pero dirá alguno: ¿Y cómo no creyeron los judíos si vieron al Espíritu Santo? Porque estos portentos no requieren únicamente ser vistos con los ojos de la carne, sino que además deben contemplarse con los ojos del alma. Porque si vieron que hacía tantos milagros, y se mantenían como ebrios por la envidia diciendo lo contrario de lo que veían, ¿cómo hubiesen dejado y abandonado su incredulidad por sólo la venida o la aparición del Espíritu Santo? Pero algunos dicen que no todos vieron al Espíritu Santo sino únicamente San Juan y aquellos que estaban mejor dispuestos. Pero aunque era posible ver, con los ojos de la carne, bajar al Espíritu Santo en forma de paloma, no fue necesario que esto lo vieran todos. Porque el profeta Zacarías vio muchas cosas, en figura sensible. Lo mismo Daniel y Ezequiel. Además Moisés vio también muchas cosas que ninguno de los que estaban con él había visto. Por esto ańade San Juan: "Y yo lo oí, y di testimonio que Este es el Hijo de Dios". Lo había llamado Cordero y había dicho que debía bautizar en Espíritu, pero nunca le había llamado Hijo antes de este momento.
San Agustín,
in Ioannem, tract. 7
Convenía, pues, que bautizase Aquél que es el Hijo Unigénito de Dios y no es adoptado. Los hijos adoptados ejercen de ministros para con el Hijo Unico. De aquí que el Unico tiene
potestad; los adoptados tienen
ministerio.