Y estando sentado en el monte del Olivar, de cara al templo, le preguntaron aparte Pedro, Santiago, Juan y Andrés: "Dinos: ¿cuándo sucederá eso? y ¿qué seńal habrá de que todas estas cosas están a punto de cumplirse?" Jesús, tomando la palabra, les habló de esta manera: "Mirad que nadie os engańe. Porque muchos vendrán arrogándose mi nombre, y diciendo: yo soy el Mesías, y con falsos prodigios seducirán a muchos. Cuando sintiereis alarmas y rumores de guerras, no os turbéis por eso, porque si bien han de suceder estas cosas, mas no ha llegado con ellas el fin. Puesto que antes se armará nación contra nación, y reino contra reino, y habrá terremotos en varias partes, y hambres. Y esto no será sino el principio de los dolores". (vv. 3-8)
Beda,
in Marcum, 4, 42
Habiendo respondido con toda claridad el Seńor a algunos que elogiaban el edificio del templo que sería destruido en su totalidad, le preguntaron los discípulos en secreto cuándo ocurriría su destrucción, y qué seńales lo anunciarían. "Y estando sentado", etc. Se sentó el Seńor en el monte de los Olivos, de cara al templo, cuando habló de su ruina y destrucción, porque concordaba lo que iba a decir con el sitio y con la postura que adoptó. Con el ánimo apacible de los santos condena la necedad de los soberbios. Por otra parte el monte de los Olivos significa las fértiles alturas de la santa Iglesia.
San Agustín,
epistulae, 199, 9
El Seńor responde a los discípulos anunciándoles las cosas que habían de suceder a partir de aquel momento: la destrucción de Jerusalén (que fue el punto de partida de esta conversación); su venida por la Iglesia, por medio de la cual vendrá sin cesar hasta el fin (según se ve por los miembros que cada día nacen en ella); y el mismo fin, que es cuando aparecerá para juzgar a los vivos y a los muertos.
Teofilacto
Pero antes de contestarles los previene contra la seducción: "Jesús, tomando la palabra, les habló de esta manera: Mirad que nadie os engańe", etc. Dice esto porque al empezar los sufrimientos en Judea surgieron algunos que se presentaron como maestros. Por esto dice: "Porque muchos vendrán arrogándose mi nombre", etc.
Beda,
in Marcum, 4, 42
Cuando era ya inminente la destrucción de Jerusalén, se levantaron muchos usurpando el nombre de Cristo, diciendo que se aproximaba ya el tiempo de la libertad. Muchos también en la Iglesia, aun en tiempo de los Apóstoles, se hicieron príncipes de herejes, como muchos que tomaron el nombre de Cristo se hicieron anticristos, siendo el principal Simón el Mago, al cual, como se lee en los Hechos de los Apóstoles (8,10), escuchaban los de Samaria, diciendo: "Esta es la virtud grande de Dios".
Ańade: "Y seducirán a muchos". Después de la pasión del Seńor, a quien rechazaron los judíos eligiendo a un ladrón sedicioso, no cesaron en su pueblo las guerras con los enemigos ni las sediciones de los ciudadanos. "Cuando sintiéreis, prosigue, alarmas y rumores de guerra", etc. Así previene a los Apóstoles para que no se espanten cuando lleguen estos sucesos, ni huyan de Jerusalén y Judea, porque no está su fin tan inmediato, puesto que aun habían de mediar cuarenta ańos. "Porque si bien han de suceder estas cosas, dice, mas no ha llegado aún con ellas el fin", es decir, la desolación de la provincia y la total destrucción de la ciudad y del templo.
"Puesto que antes se armará nación contra nación".
Teofilacto
Esto es, los romanos contra los judíos, que es lo que sucedió, según Josefo (lib. 2,
De bello judaico), antes de la destrucción de Jerusalén. Porque, negándose los judíos a pagar el tributo, irritaron a los romanos hasta el extremo de que los saqueasen, a pesar de haberse suavizado ya por entonces sus costumbres. Jerusalén, sin embargo, no fue destruida. Ahora bien, cómo combatió Dios a los judíos se indica en estas palabras: "Y habrá terremotos en varias partes, y hambres".
Beda,
in Marcum, 4, 42
Consta que esto se cumplió al pie de la letra cuando tuvo lugar la sedición judía. Pero lo de "reino contra reino, etc." se puede tomar como una alusión a los herejes quienes, combatiéndose entre sí, dan el triunfo a la Iglesia. Estos son la peste, cuya lengua carcome como la gangrena (
2Tim 2). Es cuando aparecen éstos que toda la tierra se conmueve y hay hambre de oír la verdadera palabra de Dios (
Am 8).