Y acaeció otra vez que andando el Seńor por unos sembrados en el día de sábado, sus discípulos se adelantaron, y comenzaron a arrancar espigas, y los fariseos le decían: "Mira: ¡cómo hacen en sábado lo que no es lícito!" Y El les dijo: "¿No habéis leído jamás lo que hizo David cuando se halló en necesidad, y tuvo hambre él mismo y los que con él estaban? ¿Cómo entró en la casa de Dios en tiempo de Abiatar, príncipe de los sacerdotes, y comió los panes de la proposición, de los cuales no era lícito comer, sino a los sacerdotes, y aun dio a los que con él estaban?" Y les decía: "El sábado fue hecho por el hombre, no el hombre por el sábado. Así que el Hijo del hombre es Seńor también del sábado". (vv. 23-28)
Pseudo Crisóstomo Vict. Ant. e Cat in Marc
Los discípulos de Cristo, libres de lo aparente y unidos a la verdad, no guardan la fiesta del sábado, entendido como mero formalismo legal por apariencia. "En otra ocasión, caminando el Seńor", etc.
Beda,
in Marcum, 1,13
Leemos en lo que sigue que eran muchos los que iban y venían, y no tenían ni tiempo para comer, y por tanto tenían hambre como hombres que eran.
San Juan Crisóstomo
Hambrientos, pues, comían frugalmente por necesidad y no por gula. Sin embargo, los escribas, dados a la apariencia y a la sombra, acusaban a los discípulos de obrar mal. "Sobre lo cual, continúa, le decían los fariseos: ¿Cómo es que hacen?", etc.
San Agustín de opere monach. cap. 22
Se ordenaba al pueblo de Israel por la ley escrita que no se considerase ladrón en sus campos sino al que quisiera llevarse algo consigo, y que se dejara ir libre y sin castigo al que no tocase más que lo que comiera. Así los judíos acusaron a los discípulos del Seńor diciendo que habían quebrantado la fiesta del sábado, y no porque hubieran cometido un hurto comiendo las espigas.
Pseudo Crisóstomo Vict. Ant. e Cat in Marc
El Seńor libra a sus discípulos de esta acusación, con el ejemplo de David, el cual faltó a la ley alguna vez comiendo de lo destinado a los sacerdotes. "Y El les respondió: ¿No habéis vosotros jamás leído lo que hizo David?"
Teofilacto
Huyendo David de Saúl, fue a casa del Príncipe de los sacerdotes, comió de los panes de proposición, y cogió la espada de Goliat, ofrendas todas hechas a Dios (
1Sam 21). Pero preguntan algunos cómo el Evangelista llama ahora Abiatar al príncipe de los sacerdotes, cuando en el libro de los Reyes (lib. 1,
ut supra) se le llama Abimelech.
Beda
No hay ninguna contradicción en esto, puesto que cuando llegó David y, pidiendo los panes comió, estaban allí ambos: Abimelech, príncipe de los sacerdotes, y Abiatar su hijo. Muerto Abimelech por Saúl, huyó Abiatar con David, y fue su compańero durante su destierro. Después, reinando David, recibió la investidura de sumo sacerdote. Y como fue mucho mejor que su padre, se hizo digno en vida de que el Seńor lo hiciese sumo sacerdote. "Y ańadióles: El sábado se hizo para el
hombre", etc.
Beda
El cuidado que merece la salud y la vida del hombre es mayor que la observancia del sábado. Así es que está mandado guardar el sábado, pero, si hay necesidad, no debe considerarse reo al que lo quebrante; por esta razón no estaba prohibido circuncidar en ese día, porque era necesario hacerlo. Por lo mismo los macabeos peleaban en sábado. Por eso los discípulos que tenían hambre podían hacer, obligados por esta necesidad, lo que estaba prohibido por la ley; así como no habría razón hoy para considerar culpable al enfermo que no ayunase. "En fin el Hijo del hombre -continúa- aun del sábado es dueńo", que es como si dijera: Si David, rey, es excusado por haber comido el pan de los sacerdotes, ¿cuánto más deberá serlo el Hijo del hombre, verdadero Rey y Sacerdote y Seńor del sábado, por haber permitido arrancar espigas en sábado?
Pseudo Crisóstomo Vict. Ant. e Cat in Marc
El se llama Seńor del sábado e Hijo del hombre, cuando, siendo verdaderamente Hijo de Dios, se digna llamarse Hijo del hombre por amor nuestro. La ley no obliga al legislador ni al rey, siéndole permitido al rey más que lo que prescriben las leyes que han sido dictadas para los que las necesitan, no para los que están sobre ellas.
Beda
En sentido místico los discípulos pasan por los campos sembrados, cuando los santos doctores, llenos de una piadosa solicitud, observan a los que han educado en la fe, y cuya hambre debemos interpretar por su deseo de salvar a los hombres. El arrancar las espigas es sacar al hombre de las intenciones mundanas; el refregarlas entre las manos es librar a la pureza del espíritu -con el ejemplo de las virtudes- de la concupiscencia de la carne, como de ciertas cáscaras. El comer los granos es incorporar a los miembros de la Iglesia al que se purifica de sus vicios por la palabra de la predicación. Y con razón, adelantándose hacia su maestro los discípulos recuerdan haber hecho esto, porque es necesario que la palabra del que enseńa preceda, y así se ilustra el corazón del oyente: siguiendo a la gracia de la visita superior de arriba. Y está bien que sea en sábado, porque los mismos maestros trabajan predicando por la esperanza del futuro descanso, y amonestan a sus oyentes a que trabajen por el descanso eterno.
Teofilacto
O porque cuando los maestros dominan sus pasiones se hacen aptos para arrancar a los demás de los intereses mundanos.
Beda
Los que se deleitan meditando en las pláticas sagradas marchan también por los sembrados con el Seńor: tienen hambre, cuando desean hallar en ellas el pan de vida. Y esto en sábado cuando el descanso es un gozo para el hombre libre de pensamientos turbulentos. Restregan las espigas y las limpian de las cáscaras hasta poder comerlas, cuando llegan leyendo y meditando los testimonios de las Escrituras, las discuten hasta encontrar en ellas la médula del amor: alimento del espíritu desagradable a los necios, pero aprobado por el Seńor.