Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: "Padre, te doy gracias porque me has oído. Yo bien sabía que siempre me oyes: mas por el pueblo que está alrededor, lo dije: para que crean que tú me has enviado". Y habiendo dicho esto, gritó en alta voz: "Lázaro, ven fuera". Y en el mismo punto salió el que había estado muerto, atados los pies y las manos con vendas, y cubierto el rostro con un sudario. Jesús les dijo: "Desatadle y dejadle ir". Muchos, pues, de los judíos, que habían venido a ver a María y a Marta, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en El. Mas algunos de ellos se fueron a los fariseos y les dijeron lo que había hecho Jesús. (vv. 41-46)
Alcuino.
Como Cristo en cuanto hombre era menor que el Padre, le pide la resurrección de Lázaro, y por eso dice que ha sido oído: "Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre", etc.
Orígenes In Ioannem tom.28.
Elevó, en verdad, los ojos a lo alto, porque elevó su inteligencia, haciéndola subir por medio de la oración a su excelso Padre. Por eso para orar siguiendo el ejemplo de Cristo es necesario elevar a lo alto los ojos de su corazón, apartándolos de las cosas presentes tanto en su memoria como en sus pensamientos e intenciones. Si se ha hecho, pues, una promesa a los que oran como es debido, según aquellas palabras: "Clamarás, y dirá: Aquí estoy" (
Is 58,9), ¿qué habremos de pensar del Salvador? Iba a rogar por la resurrección de Lázaro, pero Aquel que sólo es buen Padre por excelencia, escuchó su oración antes de haberla concluido. Para terminar su oración, ańade la acción de gracias diciendo: "Padre, te doy las gracias, etc., para que crean que Tú me has enviado".
Crisóstomo In Ioannem hom., 63.
Esto es, que no hay nada contrario entre tú y yo. No manifiesta que es menos que su Padre y que no tiene tanto poder, porque esto se dice a los amigos y a los iguales en dignidad. Así, para mostrar que no está necesitado de la oración
1, ańade: "Yo bien sabía que siempre me oyes". Como si dijera: para que se haga mi voluntad no tengo necesidad de orar para persuadirte, porque una es nuestra voluntad. Pero El lo dice con palabras encubiertas, a causa de la necedad de los que lo escuchaban, porque Dios no mira tanto a su dignidad como a nuestra salvación. Por eso en sus predicaciones habla pocas cosas grandes -y ésas, ocultas-, mientras que abundan mucho las humildes.
San Hilario De Trin. lib. 10.
No tuvo necesidad de orar por sí, sino que rogó por nosotros, para que no ignorásemos que era Hijo del Padre. Por eso ańade: "Mas por el pueblo que está alrededor lo dije, para que crean que Tú me has enviado". Estas palabras que no eran para El de utilidad alguna, eran de gran provecho para aumento de nuestra fe. El no tenía necesidad de socorro, pero nosotros sí de enseńanza.
Crisóstomo ut supra.
No dijo, pues, para que crean que soy menor -porque sin la oración yo nada puedo hacer-, sino: "Que Tú me has enviado". No dijo: Tú me has enviado débil, reconociendo mi servidumbre y sin poder hacer nada por mí mismo; sino: Me has enviado para que no crean que soy contrario a Dios, para que no digan: no es de Dios, y para manifestar que hago esta obra según tu voluntad.
San Agustín De verb. Dom. serm., 52.
Cristo vino al sepulcro en que Lázaro dormía y al punto lo llamó del sepulcro, no como si estuviera vivo o dispuesto a oírle: "Y habiendo dicho esto, gritó en alta voz: Lázaro, ven fuera". Lo llama por su nombre para que los demás muertos no se vean obligados a resucitar.
Crisóstomo ut supra.
No dijo: Resucita tú, sino, ven fuera, como hablándole a un vivo, a aquel que hacía poco había muerto. Y por eso no dijo: en el nombre del Padre, ven fuera; o: Padre resucítalo; sino que uniendo todas estas cosas y después de haber orado, hace brillar su poder por el acto mismo; porque ésta es la seńal de su sabiduría: mostrar su poder por medio de sus acciones y su condescendencia por medio de sus palabras.
Teofilacto.
La voz alta del Salvador que resucitó a Lázaro es el signo de la gran trompeta que ha de sonar en la resurrección universal (
1Cor 15,52). Elevó más la voz para refrenar la lengua de los gentiles, que imaginaban que las almas de los difuntos se encontraban en los sepulcros. Por eso lo llama fuera con un grito, como si estuviera algo distante. Y así como la resurrección universal se hará en un abrir y cerrar de ojos, así también se hizo esta resurrección singular. Por eso ańade el evangelista: "Y en el mismo punto salió el que había estado muerto", etc. Lo cual no es más que una preparación para que se verifique lo que dice San Juan (
Jn 5,25): "Viene la hora, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren vivirán".
Orígenes In Ioannem tom. 28.
No se dice que un grito lo despertara, y así se cumplió lo que acababa de decir (
Jn 2): "Voy a despertarlo del sueńo". Mas el Padre, que escuchó la oración de su Hijo, resucitó a Lázaro y de este modo la resurrección de Lázaro es la obra común del Hijo y del Padre que lo escuchó. Porque así como el Padre resucita a los muertos y los vivifica, así también el Hijo da la vida a aquellos que quiere.
Crisóstomo ut supra.
Lázaro salió atado (ligado) para que no se creyera que era un fantasma. En el hecho de salir ligado hace resplandecer una maravilla tan grande como la de su resurrección. "Jesús les dijo: Desatadle", a fin de que los que lo tocasen y se acercasen a él, se persuadieran de que era él y no otro. "Y dejadle ir". Esto lo hace por humildad, pues no lo conduce ni lo lleva consigo como prueba del milagro.
Orígenes ut supra.
El Seńor había dicho más arriba (
Jn 11,42): "Mas por el pueblo que está alrededor lo dije, para que crean que tú me has enviado". Si ninguno de los que estaban presentes hubiera creído, entonces habría dicho esto como hombre que no conoce el porvenir. Para evitar esto ańade el evangelista: "Muchos, pues, de los judíos creyeron en El; mas algunos de ellos se fueron a los fariseos y les dijeron lo que había hecho Jesús". Estas palabras son ambiguas, y no dicen claramente si los que fueron a los fariseos eran parte de aquella multitud que había creído en El y que fueron a proponer a los enemigos de Cristo que se reconciliaran con El, o bien eran de los que no creían, y que fueron para excitar contra Cristo la tenaz envidia de los fariseos. Yo creo que el evangelista quiso decir esto último, porque llama
multitud a aquellos que habían creído en fuerza de los hechos de que habían sido testigos, como si fuesen pocos todos los demás, de los cuales ańade: "Mas algunos de ellos", etc.
San Agustín Lib. 83 quaest. qu. 65.
Aunque nosotros creamos con fe sincera que la resurrección de Lázaro sea real en el sentido histórico, sin embargo yo no dudo que aquí se encierre una verdad en el sentido alegórico, pues cuando a los hechos se da un sentido alegórico, no por eso dejan de ser verdaderos.
San Agustín In Ioannem tract., 49.
Todo el que peca, muere; pero Dios, por su misericordia infinita, resucita las almas a fin de que no mueran por toda la eternidad. Así, pues, nosotros creemos que en los tres muertos que el Salvador resucitó en sus cuerpos, se nos da a entender algo relativo a la resurrección de las almas.
San Gregorio Moralium 4,
29
Porque resucita a la nińa en la casa, al joven fuera de la puerta, y a Lázaro en el sepulcro. En efecto, yace muerto en la casa el que está en pecado, y es conducido como fuera de la puerta el que comete el pecado en público sin pudor alguno.
San Agustín ut supra
O bien, la muerte está dentro cuando el pensamiento del mal no se ha convertido en acto exterior por la obra; pero si pusiste por obra el mal pensamiento, llevaste la muerte fuera de la puerta.
San Gregorio ut supra
El que a la perpetración del crimen ańade la costumbre del pecado está oprimido bajo el peso de la sepultura, pero la gracia divina ilumina con frecuencia a estos pecadores con los resplandores de su luz.
San Agustín Lib. 83 quaest. qu. 65
O bien, en Lázaro que yace en el sepulcro, vemos al alma agobiada bajo el peso de sus pecados.
San Agustín In Ioannem tract., 49.
Y sin embargo, el Seńor amaba a Lázaro, porque si no amara a los pecadores, no hubiera bajado del cielo a la tierra. La expresión "ya hiede" cuadra perfectamente a aquel que tiene hábito de pecar, porque empieza a exhalar una reputación detestable y un hedor insufrible. Con razón dijo: "Es muerto de cuatro días", porque el último de los elementos es la tierra. Esta expresión significa el abismo de los pecados terrenales, esto es, de los apetitos carnales.
San Agustín Lib. 83 quaest. qu. 65.
El Seńor gimió en sí mismo, lloró, gritó en alta voz, porque con dificultad se levanta aquel a quien oprime el peso de la costumbre. Cristo se turba a sí mismo para que aprendas cómo debes turbarte cuando te veas agobiado bajo el peso de tantos pecados. Porque la fe del hombre que se disgusta a sí mismo debe gemir en la acusación de sus malas acciones, para que la costumbre de pecar ceda a la violencia del arrepentimiento. Cuando dice: yo hice aquello y Dios me lo ha perdonado, oí el Evangelio y lo menosprecié, ¿qué hago? Entonces gime Cristo, porque gime la fe. En la voz del que gime está la esperanza de la resurrección.
San Gregorio Moralium 13.
Se dice a Lázaro: "Ven fuera", para excitarlo a pasar de su pecado oculto a la confesión de su pecado por su propia boca, de manera que el que yace envuelto en su conciencia por el pecado, salga de él por medio de la confesión.
San Agustín Lib. 83 quaest. qu. 65.
Lázaro, saliendo del sepulcro, representa al alma separándose de sus apetitos carnales. El salir atados los pies y las manos con vendas, nos enseńa que aun los que abandonan las cosas carnales y sirven de corazón la ley de Dios, mientras están revestidos de este cuerpo no están libres de las tentaciones de la carne. Y el estar su rostro cubierto con un sudario nos enseńa que en esta vida no podemos tener plena inteligencia. "Desatadle y dejadle ir". Estas palabras nos anuncian que después de esta vida desaparecerán todos los velos para que podamos ver cara a cara.
San Agustín In Ioannem tract., 49.
O bien, de otra manera: cuando desprecias, yaces muerto; cuando confiesas, sales adelante. ¿Qué otra cosa es salir adelante, sino manifestarse saliendo de lugar oculto? Pero Dios hace que te confieses gritando en voz alta, esto es, llamándote por una gracia singular. El muerto que se adelanta está aún atado de pies y manos; es reo aún. Por eso, para que se desataran los pecados dijo a los ministros: "Desatadle y dejadle ir", es decir, lo que desatareis en la tierra será desatado en el cielo.
Alcuino.
Cristo resucita porque El es quien por sí mismo vivifica interiormente; los discípulos desatan porque por medio del ministerio de los sacerdotes, son absueltos los que son vivificados.
Beda.
Los que van a anunciar a los fariseos son aquellos que viendo las buenas obras de los siervos de Dios, los persiguen con su odio y se esfuerzan en infamarlos.
Notas
1.
No debe entenderse que la oración fuese accesoria a Jesús: "El Hijo de Dios hecho Hijo de la Virgen aprendió a orar conforme a su corazón de hombre. Y lo hizo de su madre que conservaba todas las 'maravillas' del Todopoderoso y las meditaba en su corazón (cf.
Lc 1,49; 2,19; 2,51). Lo aprende en las palabras y en los ritmos de la oración de su pueblo, en la sinagoga de Nazaret y en el Templo. Pero su oración brota de una fuente secreta distinta, como lo deja presentir a la edad de los doce ańos: 'Yo debo estar en las cosas de mi Padre' (
Lc 2,49). Aquí comienza a revelarse la novedad de la oración en la plenitud de los tiempos: la
oración filial, que el Padre esperaba de sus hijos va a ser vivida por fin por el propio Hijo único en su Humanidad, con los hombres y en favor de ellos" (
Catecismo de la Iglesia Católica, 2599).