Y al medio de la fiesta subió Jesús al templo y enseńaba. Y se maravillaban los judíos y decían: "¿Cómo sabe éste letras, no habiéndolas aprendido?" Jesús les respondió y dijo: "Mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me ha enviado. El que quisiere hacer su voluntad, conocerá de la doctrina si es de Dios, o si yo hablo de mí mismo. El que de sí mismo habla, busca su propia gloria: mas el que busca la gloria de Aquel que le envió, éste veraz es, y no hay en él injusticia". (vv. 14-18)
Crisóstomo,
ut sup
Deseando el Seńor hacer más atentos con su tardanza a los que le oían, no subió los primeros días, sino cuando estaba la fiesta a la mitad. Por esto sigue: "Y al medio de la fiesta, subió Jesús al templo", etc. Y entonces, los que lo buscaban en los primeros días, viéndolo presente de repente, prestaban más atención a sus palabras, tanto los que decían que era bueno, como los que decían que era malo, los primeros, en verdad, para ganar algo y admirarse; mas los segundos con el fin de encontrar ocasión para prenderlo.
Teofiactus
Porque al principio de la fiesta se fijaban más bien en lo que atańía a la misma fiesta, y de aquí el que después oían a Jesucristo con más atención.
San Agustín,
in Ioanem tract. 28
Se comprende que aquella festividad duraba muchos días, y por esta razón dice: "Y al medio de la fiesta", esto es, que faltaban tantos días para que concluyese la fiesta cuantos habían pasado ya; y así se cumplía lo que había dicho: "Yo no subo todavía a esta fiesta", esto es, en el día que vosotros queréis, al primero o al segundo; pero subió después, cuando la fiesta se encontraba a la mitad.
San Agustín,
de quest nov et testam qu 78
Y subió entonces, no a la fiesta, sino a ilustrar. Porque ellos habían subido como a gozar de las delicias de las fiestas; pero en verdad el día de fiesta fue para Jesucristo aquél en que redimió al mundo por medio de su pasión.
San Agustín,
in Ioanem tract. 29
Aquel que antes se escondía, ahora enseńaba y hablaba en público, y sin embargo no era detenido. Cuando se ocultaba, lo hacía para ejemplo, y cuando hablaba, para mostrar su poder.
Crisóstomo,
ut sup
No nos dice el evangelista lo que enseńaba, pero sí que enseńaba admirablemente; y era tanto el poder del que enseńaba que aquellos que antes habían dicho "engańa a las gentes", ahora se veían transformados a causa de la admiración. Por esto sigue: "Y se maravillaban los judíos y decían: ¿cómo sabe éste letras, no habiéndolas aprendido?" Obsérvese la admiración, llena de malicia, porque no dice que se admiraban de la doctrina, sino que cayeron en otra admiración, a saber, de dónde podía haber aprendido aquello, etc.
San Agustín,
ut sup
Y yo creo que todos se admiraban, pero no todos se convertían. ¿Y de dónde aquella admiración? Porque muchos sabían dónde había nacido y cómo se había criado. Nunca lo habían visto estudiar, y sin embargo, lo oían disputar acerca de la Ley, citando testimonios de ella, de tal forma que ninguno podría citarlos sin leerlos, y ninguno leerlos sin haber aprendido a leer. De esto nacía su admiración.
Crisóstomo,
ut sup
Por esta duda debían comprender que la ciencia que en El había no era humana, sino divina; mas esto no querían decirlo ellos, sino que se contentaban con admirarlo. Mas el Seńor lo dio a conocer en seguida. Prosigue: "Jesús les respondió y dijo: mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me ha enviado".
San Agustín,
ut sup
Parece que en esto hay alguna contradicción, porque dijo "
mía " y "
no mía ", pues si hubiese dicho, esta doctrina no es mía, no habría cuestión. Pero, ¿cuál es la doctrina del Padre, sino el Verbo del Padre? Y el mismo Jesucristo es la doctrina del Padre, porque es el Verbo del Padre. Pero como la palabra no puede dejar de ser de alguien, dijo que la doctrina era El mismo, y no que era suya, porque El es el Verbo del Padre. ¿Qué cosa hay más tuya que tú mismo? ¿Y qué cosa menos tuya que tú mismo, si ya tú eres de alguien? En mi concepto, dijo en obsequio de la brevedad: "Mi doctrina no es mía", como si dijere, yo no dependo de mí mismo. Este concepto destruye la herejía de los sabelianos, que se atrevieron a decir que el Padre y el Hijo son una misma cosa, dos nombres, pero una sola persona.
Crisóstomo,
in Ioanem hom. 48
O bien dice que es doctrina suya, porque la enseńaba, y no era suya, porque la doctrina era del Padre. Mas si todo lo que es del Padre era suyo, en el mero hecho de ser del Padre también debía ser suyo. Mas, en cuanto dice no es mía, demuestra con toda evidencia que la doctrina era suya y de su Padre; como si dijera, nada he modificado ni cambiado, sino que hago como digo, para que no se crea que yo digo o hago cosa alguna diferente del Padre.
San Agustín,
de Trin 1,11
Quizá en un concepto dijo que la doctrina era suya, y en otro que no era suya. En cuanto era Dios, era suya; pero en cuanto era hombre, la doctrina no era suya.
San Agustín,
in Ioanem tract. 29
Y si alguno entiende esto poco, oiga el consejo que da el Seńor a continuación, diciendo: "El que quisiere hacer su voluntad", etc. ¿Qué quiere decir "si alguno quisiere hacer su voluntad"? Esto es creer en El, porque el Salvador había dicho antes, "Esto es obra de Dios, el que creáis en Aquel que El ha enviado". ¿Y quién desconoce que es hacer la voluntad de Dios obrar como El obra? Y conocerlo es tanto como entenderlo. Luego no pretendas comprender para creer, sino antes cree para comprender, porque si no crees no puedes entenderlo (
Is 7,9).
Crisóstomo,
ut sup
Acaso habló así como diciéndoles: Prescindid de la ira, de la envidia, del odio que sin causa alguna tenéis contra mí, y entonces no habrá motivo alguno que os impida conocer que son palabras de Dios las que yo hablo. Después aduce otro argumento indestructible de lo que sucede entre los hombres, instruyéndonos por este medio. Por esto sigue: "El que de sí mismo habla, busca su propia gloria". Como diciendo, el que quiere establecer alguna doctrina propia, no quiere hacer esto por otra causa que por adquirir gloria. Y si yo busco la gloria de Aquel que me envió, ¿cómo querría enseńaros cosas ajenas de Aquél en cuyo obsequio predico? Y esto es lo que ańade: "Mas el que busca la gloria de Aquel que me envió, éste es veraz y no hay en él injusticia".
Teofiactus
Como si dijera: soy veraz, porque mi doctrina encierra la verdad, y no hay injusticia en mí, porque no usurpo la gloria de otro.
San Agustín,
ut sup
El que busca su propia gloria, es el anticristo. Mas nuestro Seńor nos ha dado grande ejemplo de humildad, porque mientras vivió como hombre buscó la gloria del Padre y no la suya; y tú, cuando haces algo bueno, buscas tu propia gloria, y cuando haces algo malo, tratas de atribuirlo a Dios.
Crisóstomo,
ut sup
Véase cómo busca el medio de hablar de sí humildemente, diciendo que crean que no desea su propia gloria, ni su propia elevación; y cómo también, por la ignorancia de los que le oyen, se propone enseńar a los hombres que sepan lo que puedan comprender, y que no hablen de sí cosas grandes, sino siempre las más humildes.