Mas muchos de sus discípulos que esto oyeron, dijeron: "Duro es este razonamiento. ¿Y quién lo puede oír?" Y Jesús, sabiendo en sí mismo que murmuraban sus discípulos de esto, les dijo: "¿Esto os escandaliza? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha. Las palabras que yo os he dicho, espíritu y vida son. Mas hay alguno de vosotros que no cree". Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar, y decía: "Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado de mi Padre". Desde entonces, muchos de sus discípulos volvieron atrás y no andaban ya con El. Y dijo Jesús a los doce: "¿Y vosotros queréis también iros?" Y Simón Pedro le respondió: "Seńor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo Hijo de Dios". Jesús le respondió: "¿No os escogí yo a los doce, y el uno de vosotros es diablo?" Y hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón: porque éste, que era uno de los doce, le había de entregar. (vv. 61-72)
San Agustín In Ioannem tract., 27.
Diciendo esto Jesucristo, no creían que hablaba de cosas grandes y que encerraban algún misterio aquellas palabras; mas lo entendieron como quisieron (tal es la condición humana), creyendo que Jesús o podía o se disponía a distribuir la carne con que estaba vestido el Verbo, repartiéndola entre los que creyeran en El. Por esto dice el evangelista: "Mas muchos" de los que oían, no de sus enemigos sino "de sus discípulos", dijeron: duro es este razonamiento".
Crisóstomo in Ioannen hom. 46.
Esto es difícil de comprender porque sobrepasa la capacidad de los que oían. Entendían, por tanto, que el Salvador se refería a cosas más elevadas, que excedían sus posibilidades y dijeron: "¿Y quién lo puede oír?", como respondiendo por sí mismos lo que no debían.
San Agustín., ut supra.
Y si los discípulos consideraban como duro aquel razonamiento, ¿cómo lo considerarían sus enemigos? Y sin embargo, así convenía que se explicase y que no fuese entendido por todos. El misterio de Dios debe hacer a los hombres atentos y no enemigos.
Teofilacto.
Y cuando oímos que sus discípulos murmuraban, no creamos que se trataba de aquéllos que eran discípulos suyos en acto, sino de aquéllos que eran instruidos por El en el hábito y en la forma. En efecto, entre sus discípulos había algunos de la plebe que se llamaban sus discípulos únicamente porque estaban mucho tiempo con ellos.
San Agustín,
ut supra
Y por esto se expresaban en estos términos, hablando entre sí para no ser oídos por otro. Mas Aquél que conocía el interior de ellos, los oía dentro de sí mismo, por esto sigue: "Y Jesús, sabiendo en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿esto os escandaliza?"
Alcuino
Esto es, lo que os he dicho: comer mi carne y beber mi sangre.
Crisóstomo in Ioannem hom. 46
Esto equivalía a dar una seńal de su divinidad, poniendo de manifiesto los misterios más ocultos. Por esto sigue: "¿Pues qué si viereis al Hijo del hombre a donde estaba antes"?, a lo que ańado: ¿qué diríais? Esto hizo también con Natanael, diciéndole: "Porque te dije te he visto debajo de la higuera, crees: verás mayores cosas que éstas" (
Jn 1,50). No mezcla, pues, unas cuestiones con otras, sino que se propone interesarlos por la grandeza y la multitud de los misterios. Mas si hubiera dicho sencillamente que bajó del cielo y no hubiese ańadido cosa alguna, hubiese escandalizado más a los que lo oían. Pero disipó toda duda diciendo que su carne es la vida del mundo y que así como había sido enviado por el Padre vivo, así vive por el Padre y ańadiendo de nuevo a todo esto que bajó del cielo. Y no dijo esto queriendo escandalizar a sus discípulos, sino queriendo disipar su escándalo. Porque mientras lo consideraban como hijo de José, no entendían lo que se les decía, mas los que habían de creer que bajó del cielo y que a él subiría, atienden con más diligencia a las cosas que se les dicen.
San Agustín,
ut supra
Con esto deshizo las dudas que los agitaban, porque creían que el Salvador habría de destruir su propio cuerpo. Mas El les dijo que subiría entero al cielo, por esto les dice: "Cuando viereis al Hijo del hombre subir a donde estaba antes". En verdad que entonces veréis cómo no destruye su cuerpo como vosotros pensáis, porque su gracia no se corrompe, sino que el Hijo del hombre, Jesucristo, habiendo nacido de la Virgen María, empezó a existir aquí en el mundo cuando tomó carne de la tierra. Por lo tanto, ¿qué quiere expresar cuando dice: "Si viereis al Hijo del hombre subir a donde estaba antes", sino para que comprendamos que hay una sola persona en Cristo Dios y hombre y no dos, para que no versara nuestra fe en cierta cuaternidad, sino en la Trinidad? Por lo tanto, lo mismo estaba el Hijo del hombre en el cielo, que el Hijo de Dios estaba en la tierra. El Hijo de Dios en la tierra, en la carne que había tomado; el Hijo del hombre en el cielo, en la unidad de persona.
Teofilacto
Y no se crea por esto que el cuerpo de Jesucristo bajó del cielo (como dijeron los herejes Marción y Apolinar), sino que es uno y el mismo el Hijo de Dios y el Hijo del hombre.
Crisóstomo,
ut supra
A causa de esto presenta otra solución, diciendo: "El espíritu es el que da vida: la carne nada aprovecha". Lo que El dice es esto: conviene oír con el espíritu las cosas que me conciernen, porque quien las entiende de una manera carnal, nada aprovecha. Equivale a entender de una manera carnal el ver sencillamente lo que el Salvador había dicho, sin elevar el pensamiento. Mas conviene no juzgar de este modo, sino ver todos los misterios con los ojos del espíritu, lo que siempre debe entenderse en sentido espiritual. Y era carnal el dudar acerca de cómo podría darnos a comer su carne. ¿Qué, no es verdadera carne? Sí, en verdad, y por esto dice: "La carne nada aprovecha", no refiriéndose a su carne, sino a aquéllos que entendían en sentido carnal lo que El les decía.
San Agustín In Ioannem tract., 27.
También puede entenderse esta frase: "La carne nada aprovecha", en el sentido que aquéllos la comprendieron, porque creyeron que se trataba de la carne que se corta en un cadáver, o de la que se vende en la plaza, y no en cuanto es vivificada por el espíritu. Unase el espíritu con la carne y ésta aprovechará mucho. Mas si la carne nada hubiese aprovechado, el Verbo no se hubiese hecho carne para habitar entre nosotros, pero el espíritu ha hecho bastante por medio de la carne en beneficio nuestro y por nuestra salvación.
San Agustín De civ. Dei 3,
24
Y no es que la carne santifica por sí misma, sino por medio del Verbo, por quien fue tomada, el cual (como es el principio de todo), al haber tomado alma y cuerpo, santifica el alma y el cuerpo de los que creen. Por lo tanto, el espíritu es el que da vida, la carne nada aprovecha, en el sentido que aquéllos entendieron la carne. No es así como doy yo a comer mi carne, ni debemos saborear esta carne como tal carne. Por esto dice: "Las palabras que yo os he dicho, espíritu y vida son".
Crisóstomo,
ut supra
Esto es: son espirituales, no teniendo nada carnal, ni consecuencia natural, porque están exentas de la necesidad que rige a la cosas de la tierra y de las leyes a que están sometidas.
San Agustín In Ioannem tract., 27.
Luego si las habéis entendido en sentido espiritual, serán para vosotros espíritu y vida. Y si las entendéis en sentido carnal, ellas en sí son espíritu y vida, pero no para vosotros. Hemos dicho, pues, que el Seńor ha invitado a comer su carne y a beber su sangre, para que existamos en El y El en nosotros: ¿quién puede hacer esto sino la caridad? Porque la caridad de Dios se encuentra extendida en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que nos ha sido dado, como dice el Apóstol: luego el espíritu es quien vivifica (
Rom 5,5).
Crisóstomo,
ut supra
Y como había hablado de un modo que excedía a la comprensión carnal, ańadió: "Mas hay algunos de vosotros que no creen". Diciendo algunos exceptuó a sus discípulos y da a conocer su alta dignidad, descubriendo las cosas más ocultas.
San Agustín,
ut supra
Y no dijo hay algunos entre vosotros que no entienden, sino que explica la causa por qué no entiendan. Pues el profeta dijo: "Si no creyereis, no entenderéis" (
Is 7,9), porque quien se resiste, ¿cómo podrá ser vivificado? Este adversario no vuelve el rostro ante el rayo de luz con que debe ser penetrado, sino que cierra su inteligencia. Crean, abran y serán iluminados.
Crisóstomo,
ut supra
Y para que se comprenda, que Jesucristo había conocido esto antes de estas palabras y no después que murmuraron y se escandalizaron, lo da a entender por lo que dice a continuación su evangelista: "Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían", etc.
Teofilacto
El Evangelista se proponía manifestarnos con estas palabras que lo conocía todo antes de la creación, lo cual es propio únicamente de la divinidad.
San Agustín,
ut supra
Y después que el Seńor distinguió los que creían y los que no creían, expuso la razón por qué no creen. Por esto sigue: "Y decía: por esto os he dicho que ninguno puede venir a mí, si el Padre no le trae".
Crisóstomo,
ut supra
Como diciendo: no me asustan ni me llaman la atención los que no creen, porque sé perfectamente a quiénes el Padre se lo ha concedido. Y dijo esto para manifestar que no se expresaba en estos términos deseando la alabanza de aquéllos, sino para convencerles que debían comprender que Dios era su Padre y no José.
San Agustín In Ioannem tract., 27.
Luego también se nos concede el creer y esto es una gracia especial. Y si esto es una cosa grande, alégrate porque has creído y no te ensoberbezcas. Porque ¿qué tienes que no hayas recibido? (
1Cor 4,7)
San Agustín De praedest. sanctor. cap. 9.
Esta gracia se concede a unos y a otros no, lo cual no puede dudar el que no quiere oponerse a lo que dicen claramente las Sagradas Escrituras. Y el que no se conceda a todos, no debe inquietar al fiel que cree que todos fueron condenados justísimamente de modo que no podría vituperarse a Dios aunque ninguno se librara de ello. Por lo tanto, se considera como una gracia especial el que muchos se libren. Y por qué se libre uno y no el otro, no puede comprenderse, porque "son inescrutables sus juicios y desconocidos sus caminos" (
Rom 11).
Prosigue: "Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás", etc.
Crisóstomo,
ut supra
No dijo que se separaron, sino que se volvieron atrás de aquel oír que es conforme a la virtud y perdieron también la fe que antes tenían.
San Agustín,
ut supra
Y como se separaron del cuerpo, perdieron la vida, porque ya no pertenecían a aquella corporación y se consideraron como pertenecientes al número de los que no creían. Volvieron atrás no pocos, sino muchos en pos de Satanás y no en pos de Jesucristo, como dice el Apóstol hablando de ciertas mujeres: "Algunas volvieron atrás en pos de Satanás" (
1Tim 5,15). Mas el Seńor no rechazó a Pedro para que fuese en pos de Satanás, sino que hizo que viniese en pos de sí.
Crisóstomo in Ioannem hom. 45
Preguntará alguno, cuándo era tiempo de explicar aquellas palabras que no edificaban, sino que más bien perjudicaban a los que estaban edificados. Mas prestaban en verdad gran utilidad y necesidad, porque como instaban pidiendo un alimento corporal acordándose de aquél que se había concedido a sus padres, había necesidad de demostrarles que todo aquello no era más que una figura y por esto les hace mención de la comida espiritual. Por tanto, no debían escandalizarse, sino que era oportuno preguntar. Por cuya razón sirvió de escándalo a su demencia la falta de explicación de todas aquellas cosas que se les decían, según ellos querían entender.
San Agustín,
ut supra
Y esto sin duda sucedió así para nuestro consuelo, porque alguna vez ocurre que hable un hombre la verdad y no se entiende lo que dice y por esto los que lo oyen se escandalizan y se marchan, y entonces se arrepiente aquel hombre de haber dicho lo que era verdad; y dice entre sí: no he debido decir esto de esta manera. Pues así sucedió a nuestro Seńor. Habló y se quedó sin muchos. Pero no por esto se turbó, porque desde el principio había conocido a los que no habrían de creer. Pero si esto nos sucede a nosotros, nos disgustamos. Busquemos consuelo en el Seńor y hablemos con precaución.
Beda
Sabía pues el Seńor que de aquellos discípulos que se quedaron, habría algunos que se querrían marchar. Sin embargo les preguntó, para que de este modo se conociese su fe y se propusiese a la imitación de otros. Por esto sigue: "Y dijo Jesús a los doce: ¿Y vosotros queréis también iros?"
Crisóstomo in Ioannem hom. 46
Convenía atraerlos por este medio, porque si los hubiese halagado, hubiesen creído que aquello tenía algo de humano, entendiendo que hacían una gracia a Jesucristo no dejándole. Pero manifestando que no necesitaba de su obsequio ni de que lo siguiesen, los retuvo más y por esto no les dijo marchaos, porque esto hubiese sido tanto como despedirlos, sino que les preguntó si querían marcharse, apartando de ellos toda fuerza y necesidad y no queriendo que se detuvieran por la vergüenza, porque el retenerlos por necesidad sería lo mismo que si se marchasen. Mas Pedro, amante de sus hermanos, conservador de la amistad, respondió a nombre de todo el grupo. Por esto sigue: "Y Simón Pedro le respondió: ¿A quién iremos?".
San Agustín In Ioannem tract., 27.
Como diciendo: ¿nos despides de ti? pues danos otro a quien vayamos, si te dejamos.
Crisóstomo,
ut supra
Esta frase encierra el concepto de una gran amistad, porque, según ella, Jesucristo era para sus Apóstoles mejor que los padres y que las madres. Además, y para que no apareciese que decían esto porque no habría quien les recibiese, ańadió: "Tú tienes palabras de vida eterna". Porque como había oído que su Maestro decía: yo lo resucitaré y tendrá vida eterna, manifiesta que se acuerda de las palabras que ha dicho. Y los judíos, en verdad, decían: éste es el hijo de José, mas San Pedro dice: "Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios".
San Agustín,
ut supra
Hemos creído para conocer. Porque si primero hubiésemos querido conocer y después creer, no hubiésemos podido conocer ni creer. Esto hemos creído y conocido, que tú eres el Cristo Hijo de Dios, esto es, que tú eres la misma vida eterna y no das en tu carne y en tu sangre sino lo que eres.
Crisóstomo,
ut supra
Mas como San Pedro había dicho: "Y nosotros hemos creído", el Seńor exceptuó a Judas del número de los que creían. Por esto sigue: "Jesús le respondió: ¿no os escogí yo a los doce, y uno de vosotros es el diablo?" Y es notable esto que dice. No creáis que porque me habéis seguido, no castigaré a los malos. Muy justo es que éste pregunte, porque ahora los discípulos nada dicen. Pero asustados después exclaman: "Seńor, ¿acaso soy yo?" (
Mt 26,22). Pero San Pedro aun no había oído: "Retírate, Satanás" (
Mt 16,23), y por esto no temió. Ahora tampoco dijo el Seńor: uno de vosotros me entregará, sino: ¿no es diablo? Y por lo tanto ignoraban lo que se les decía, creyendo que únicamente se vituperaba su malicia. Pero los gentiles vituperan a Jesucristo con motivo de este suceso, porque su elección no se hacía por la fuerza en cuanto lo que había de suceder, sino que está en la voluntad el ser salvo o perecer.
Beda
O bien debe decirse que eligió a los once para una cosa y al uno para otra. Once, para que perseveraran en la dignidad apostólica y uno para que por medio de su traición se realizase la salvación de todo el género humano.
San Agustín,
ut supra
Este fue elegido para que por su medio, aunque no lo quisiera ni lo conociera, se realizase un gran bien. Y así como los malos utilizan mal las buenas obras de Dios, así, por el contrario, Dios utiliza muchas veces las malas acciones de los hombres. ¿Quién peor que Judas? Sin embargo, el Seńor utilizó su maldad para hacer un bien. Le permitió que lo entregase para redimirnos. Puede entenderse también lo que dice: "He elegido a doce", porque había sido consagrado el número doce con el fin de que se anunciase el misterio de la Trinidad a las cuatro partes del mundo; y no porque uno de ellos sucumbió ha perdido su primitivo honor este número, porque en lugar del que sucumbió fue elegido otro.
San Gregorio Moralium 3,
17
Se valora el cuerpo de acuerdo a la realidad de la cabeza, como cuando se dice respecto de aquel hombre malo: "Uno de vosotros es el diablo". Explicando lo cual el evangelista ańadió: "Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón, porque éste lo había de entregar, a pesar de que era uno de los doce".
Crisóstomo,
ut supra
Véase la sabiduría de Jesucristo, porque ni dio a conocer quién era aquel hombre, para que no perdiese el temor y así se hiciese más enemigo suyo, ni quiso que quedara oculto, para que creyendo que no se sabía lo entregase sin temor.