"No puedo yo de mí hacer cosa alguna: Así como oigo, juzgo, y mi juicio es justo; porque no busco mi voluntad, sino la voluntad de Aquél que me envió". (v. 30)
San Agustín In Ioannem tract., 22.
Deberíamos decir a Jesucristo: tú juzgarás, pero el Padre no, ¿pero juzgarás según el Padre? Y a esto contesta: "No puedo yo de mí mismo hacer cosa alguna", etc.
Crisóstomo in Ioannem hom. 38.
Esto es, veréis que no sucede nada extrańo ni diferente de lo que el Padre quiere que yo haga. "Pero así como oigo, juzgo", en lo cual no manifiesta otra cosa, sino que es imposible que El quiera algo que el Padre no quiera. Esto es, juzgo así, como si fuera el mismo Padre quien juzgara.
San Agustín In Ioannem tract., 23.
Y cuando se trataba de la resurrección de las almas, no decía: oigo, sino: veo. Y ahora dice: oigo, como la voz del Padre que manda. Por lo tanto, habla como hombre, en lo que el Padre es mayor.
San Agustín Contra Arianos cap. 13.
Dice el Hijo, "como oigo, juzgo", ya según la humana sumisión, porque es Hijo del hombre, y ya según aquella naturaleza simple e inmutable que existe de tal modo en el Hijo y que le viene del Padre, en cuya naturaleza el oír, el ver y el existir no es diferente de aquel de quien ha recibido la esencia. Y así como oye juzga, porque así como el Verbo fue engendrado para que el mismo Verbo sea la verdad, así juzga según la verdad. "Y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad", etc. Y diciendo esto, quiso llamar nuestra atención sobre todo hombre que, buscando el cumplimiento de su voluntad (y no la de Aquél por quien ha sido hecho), no juzgó rectamente de sí mismo, pero fue hecho juicio recto acerca de él. Porque éste, haciendo su voluntad (y no la de Dios), creyó que no habría de morir, pero este juicio suyo no fue justo. Finalmente, la hizo y murió, porque el juicio de Dios es justo, juicio que realiza el Hijo de Dios, no buscando su propia voluntad, puesto que también es Hijo del hombre. No porque carezca de voluntad cuando juzga, sino porque su voluntad no es de tal manera propia, que sea ajena de la voluntad del Padre.
San Agustín In Ioannem tract., 22.
Yo no busco mi propia voluntad (esto es, la del Hijo del hombre) que se oponga a la voluntad de Dios. Porque los hombres hacen su propia voluntad y no la de Dios, cuando hacen lo que quieren y no lo que Dios manda. Mas cuando hacen lo que quieren con el fin de cumplir la voluntad de Dios, no hacen su voluntad propia. Por esto dice: "No busco mi voluntad". Porque Jesucristo no es por sí mismo, sino por su Padre.
Crisóstomo,
ut supra
Manifiesta, por lo tanto, que la voluntad de su Padre no se diferencia de la suya, sino que es una misma la de los dos. Si decimos esto de su humanidad no se admiren, puesto que los judíos hasta ese momento lo consideraban un simple hombre. Y, por lo tanto, dijo que su juicio era justo, para que no hubiese nadie que se excusara diciendo: el que quiere establecer sus cosas propias, se hace sospechoso de que corrompe la justicia. Pero el que no se apoya en su propio testimonio, ¿cómo podrá tener ocasión de juzgar cosas injustas?
San Agustín In Ioannem tract., 21.
El único Hijo dice: "No busco mi voluntad"; pero los hombres hacen su propia voluntad. Hagamos, pues, la voluntad del Padre, de Cristo y del Espíritu Santo, porque la voluntad de éstos es una sola, como uno solo es el poder y una sola es la majestad.