Y creyeron en El muchos samaritanos de aquella ciudad, por la palabra de la mujer, que atestiguaba, diciendo: "Que me ha dicho todo cuanto he hecho". Mas como viniesen a El los samaritanos, le rogaron que se quedase allí. Y se detuvo allí dos días. Y creyeron en El muchos más por la predicación de El. Y decían a la mujer: "Ya no creemos por tu dicho, porque nosotros mismos lo hemos oído, y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo". (vv. 39-42)
Orígenes,
In Ioannem tom., 17
Después que se les dijo a los discípulos cuanto llevamos dicho, cita lo que dice la Sagrada Escritura, respecto de aquellos que venían de la ciudad a Jesús y que habían creído por lo que la mujer había dicho.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 33
Así como en la siega se reúnen los frutos con facilidad y así como en un momento se llena la era de haces, así sucede ahora. Por esto dice: "Y creyeron en El muchos samaritanos de aquella ciudad", etc. Creían, pues, que aquella mujer no le hubiese admirado por un puro capricho, cuando se le habían manifestado los delitos que había cometido, si no fuese grande y excelente aquél que era predicado por ella.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 34
Así pues, creyendo únicamente por sólo el testimonio de la mujer, aun cuando no vieron ningún prodigio, salieron rogando a Jesucristo que permaneciese entre ellos. Y esto es lo que dice a continuación: "Mas como viniesen a El los samaritanos, le rogaron que se quedara allí". Mas los judíos, que habían visto sus milagros, no le invitaron a quedarse sino que hicieron lo posible por obligarle a salir de su propio territorio. No hay cosa peor que el odio y la envidia, ni hay cosa más importuna que la vanagloria, porque desvirtúa todas las buenas obras. Y en verdad que los samaritanos querían detener siempre consigo al Redentor, pero El no lo consintió, sino que se quedó con ellos sólo por dos días. Y esto es lo que ańade: "Y se detuvo allí dos días".
Orígenes,
ut supra
No estará fuera de razón si alguno arguye: ¿cómo el Salvador permanece con los samaritanos cuando había mandado que no se entrase en su ciudad? (
Mt 10). Y El entró con sus discípulos a la vista de todos. A esto debe decirse que el caminar por la senda de los gentiles es dejarse imbuir en sus dogmas y vivir en ellos; y así, entrar en la ciudad de los samaritanos equivalía a aceptar la falsa religión de los que habían recibido los libros de la Ley, las profecías y los sermones evangélicos y apostólicos. Mas al dejar ellos su falsa doctrina y volverse a Jesús, era entonces lícito habitar con ellos.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 34
Y los judíos, en verdad, a pesar de los milagros que veían, no se enmendaban. Mas éstos demostraron gran fe respecto del Salvador, aun sin milagros; únicamente habían oído. Por esto sigue: "Y creyeron en El muchos más por la predicación de El". ¿Y por qué los evangelistas no citan estos discursos? Para que veamos cómo pasaron en silencio muchas cosas grandes. Mas por el fin conseguido lo manifestaron todo, dado que persuadió a toda la ciudad por medio de lo que dijo. Cuando los que oyen no se convencen, entonces los evangelistas se ven obligados a decir todo lo que se ha dicho sobre aquel particular, para que nadie atribuya a defecto del que predica lo que sólo es falta de atención en los que oyen. Ellos mismos, cuando llegaron a ser reconocidos como discípulos de Jesucristo, abandonaron a su maestra. Por esto sigue: "Y decían a la mujer: ya no creemos por tu dicho, porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que éste es, en efecto, el Salvador del mundo". Véase cómo entendieron en seguida que había venido a libertar a todo el mundo y que viniendo para procurar la salvación de todos, no debía circunscribir su providencia a sólo los judíos, sino extender por todas partes su celestial doctrina. Y cuando dijeron que era el Salvador del mundo, manifestaron que el mundo estaba perdido, porque en él había muchos males. También habían venido a salvarle los profetas y los ángeles, pero Este es el verdadero Salvador, que da la salvación, no sólo temporal, sino también eterna. Ved aquí por qué, al oír a aquella mujer que decía con tono de duda: "¿será éste acaso el Cristo?", no dijeron ellos: "Porque nosotros así lo sospechamos", sino: "Porque lo sabemos". Y no sencillamente, sino que dijeron: "real y verdaderamente es el Salvador del mundo", no se creyese que le reconocían como a uno de muchos cristos. Cuando con sólo oír sus palabras tales cosas confesaron, ¿qué hubiesen dicho si hubieran visto sus muchos y grandes milagros?
Orígenes,
ut supra
Por otra parte, si recordamos las cosas ya dichas, no será difícil conjeturar el porqué, al oír la palabra nueva de Jesús, abandonan las otras doctrinas y dejan la ciudad de los falsos dogmas, al salir de la cual obran de un modo muy conveniente a su salvación. Opino que anduvo muy acertado Juan al no decir: "le rogaban los samaritanos que solamente entrase en la ciudad", sino que también: "permaneciese allí". Puesto que Jesús permanece al lado de los que le suplican y principalmente siempre que los que suplican lo hagan saliendo de la ciudad para acercarse a El.
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
Permanece entre ellos dos días, esto es, les enseńa los dos preceptos de la caridad.
Orígenes,
ut supra
Tampoco eran acreedores a que les concediese un tercer día, pues no estaban ansiosos de ver algún milagro, como aquellos que habían estado con Jesús en el mismo convite en Caná de Galilea después del tercer día. La palabra de la mujer fue para muchos el principio de la creencia. Porque la iluminación que se verifica en el entendimiento por la Palabra divina, cuando ella habla, no es la misma que cuando se recibe por referencias.
San Agustín,
ut supra
Así pues, conocieron a Cristo, primero por su fama, después por la presencia. Como actualmente sucede con aquéllos que son extranjeros y aún no son cristianos, a quienes se anuncia Jesucristo por medio de cristianos amigos, como sucedió que fué anunciado por aquella mujer, esto es, por la Iglesia, que es la que anuncia, para que vengan a Jesucristo y crean por medio de esta mujer. Pero creen en El muchos más y con más firmeza, porque en realidad es el Salvador del mundo.
Orígenes,
ut supra
Es imposible, por lo tanto, que experimente la misma impresión el que ve la cosa por medio del entendimiento, que el que es instruido por medio de otro que ha visto. Más vale vivir guiado por la esperanza que por la fe
1. Por lo tanto, éstos no sólo creen por el testimonio de un hombre, sino también por la misma verdad.
Notas
1.
Orígenes parece referirse aquí a que es más meritoria la esperanza fundada en el testimonio de una persona que la fe fundada en la evidencia de un hecho milagroso.