Y al mismo tiempo llegaron sus discípulos y se maravillaban de que hablaba con una mujer. Pero ninguno le dijo: "¿Qué preguntas o qué hablas con ella?" La mujer, pues, dejó su cántaro, se fue a la ciudad y dijo a aquellos hombres: "Venid y ved a un hombre que me ha dicho cuantas cosas he hecho: ¿si quizá es éste el Cristo?" Salieron entonces de la ciudad y vinieron a El. (vv. 27-30)
Crisóstomo, ut supra
Concluida su explicación, llegaron los discípulos muy a tiempo. Por esto dice: "Y al mismo tiempo llegaron sus discípulos y se maravillaban", etc. Se maravillaban, en verdad, pero era de la gran mansedumbre y humildad de Jesucristo; porque siendo tan esclarecido y respetable, no tuvo inconveniente en hablar con tanta humildad a aquella mujer pobre y samaritana.
San Agustín, In Ioannem tract., 15
Como el que había venido a buscar lo que había perecido buscaba a la mujer perdida, los Apóstoles que se maravillaban de esto admiraban lo bueno, sin sospechar nada malo.
Crisóstomo, ut supra
Y, sin embargo, aunque estaban admirados, no le preguntaron la causa. Por esto ańade el Evangelista: "Pero ninguno le dijo, ¿qué hablas con ella?" Sabían los discípulos guardar las buenas formas, porque le temían y le respetaban. En otras ocasiones parece que le preguntaban en confianza, porque debían saber que los preocupaba; mas ahora nada de lo que sucedía les preocupaba.
Orígenes, ut supra
El Seńor se valió de esta mujer, acaso como de un apóstol para con sus conciudadanos, de tal modo que, inflamándola por medio de sus palabras, dejó el cántaro y corrió a la ciudad a referirlo a sus conciudadanos. Por esto sigue: "La mujer, pues, dejó su cántaro", etc., no cuidándose de su cuerpo, ni de su oficio pobre, impulsada por la utilidad de muchos. También a nosotros interesa omitir y dejar las cosas del cuerpo y marchar a distribuir a otros los bienes adquiridos.
San Agustín, ut supra
Hydria, que viene de un nombre griego, se usa como vaso para el agua, porque en griego el agua se denomina udwr 1.
Crisóstomo, In Ioannem hom., 33
Y así como los apóstoles dejaron las redes inmediatamente después de que fueron llamados, así ésta dejó su cántaro e hizo los oficios de los evangelistas. Y no llamó a uno solo, sino a toda la ciudad. Por esto sigue: "Y se fue a la ciudad, y dijo a aquellos hombres: venid y ved a un hombre que me ha dicho cuantas cosas he hecho".
Orígenes, ut supra
Los reúne para que vengan a ver a aquel hombre que habla palabras superiores a las de los demás hombres. Todo lo que hizo aquella mujer era el haber vivido mal con cinco maridos y su trato, después de ellos, con un sexto, que no era su propio marido. Abandonando y tomando un séptimo, dejó su cántaro, volviéndose pudorosa.
Crisóstomo, ut supra
No se avergonzó de decir esto, porque el alma, cuando se halla inflamada por el fuego divino, ya no se preocupa de las cosas de la tierra, y se fija en los demás, y no busca su gloria ni su desvergüenza, sino que una sola cosa es quien la detiene y la llama. Mas quería atraerlos, no sólo por su anuncio, sino porque ellos mismos le oyesen y para hacerlos partícipes de las enseńanzas de Jesucristo. Por esto dijo: "Venid y ved a un hombre". No dijo: venid y creed, sino: venid y ved, lo que era más fácil. Sabía claramente que en cuanto gustasen de la fuente misma, experimentarían lo mismo que ella había experimentado.
Alcuino
Poco a poco vino a predicar a Jesucristo. Primeramente le llama hombre, porque si le hubiere llamado el Cristo, los oyentes se hubiesen irritado y no hubiesen querido ir.
Crisóstomo, ut supra
De aquí se desprende también que no anunció al Cristo de una manera terminante, ni lo calló en absoluto, sino que dijo: "¿Si quizá es éste el Cristo?". Y, por lo tanto, aceptaron sus palabras, según sigue el Evangelista: "Salieron entonces de la ciudad y vinieron a El".
San Agustín, Lib 83 quaest. qu. 64
No debe pasarse en silencio que aquella mujer se marchó dejando su cántaro. Porque el cántaro representa el afecto de cosas mundanas, esto es, la concupiscencia, por medio de la cual los hombres sacan su voluptuosidad de la profundidad oscura, representada por el pozo. Convenía, por lo tanto, que aquella mujer, cuando creyó en Jesucristo, renunciase al mundo. Y así, abandonando el cántaro, demostró que abandonaba las pasiones de la vida.
San Agustín, ut supra
Abandonó la lascivia y marchó a anunciar la verdad. Aprendan aquí los que quieran predicar, cómo deben arrojar primero el cántaro a lo profundo del pozo.
Orígenes, ut supra
Aquella mujer también, convertida en receptáculo de la más sana doctrina, abandonó, despreciándolo todo, lo que antes sabía.
Notas
1. La palabra griega udwr, udatoV (sustantivo neutro) significa agua. Se pronuncia como "hydor", aspirando la hache.